Entonces, viendo el presupuesto que les
presentó el ministro de Hacienda, es mentira todo lo que tienen meses de
estar diciendo: que ahora sí vamos a resolver el problema de seguridad;
que ahora sí este segundo gobierno del FMLN va a hacer las inversiones
sociales necesarias para atacar el problema desde las raíces.
Para hacer esto (sea de la manera como lo
plantea el “Plan El Salvador Seguro” del Consejo Nacional de Seguridad
Ciudadana, o sea de otra forma), el primer requisito sería radicalmente
redefinir las prioridades del gasto público: focalizarlo en seguridad,
prevención y en la transformación de los barrios. Y esta nueva
definición de prioridades se tendría que expresar en el presupuesto de
la nación, punto por punto en lo que vamos a invertir. En vez de
distribuir el gasto social con el principio de la regadera (gastar un
poquito en todo, para que todos los sectores se sientan atendidos),
habría que hacer dos cosas: convertir el gasto social en inversión
social; y focalizarlo radicalmente, según la prioridad nacional número
uno: crear las condiciones para erradicar la violencia y combatir la
delincuencia.
Esto
no se refleja en el presupuesto presentado por el gobierno de Salvador
Sánchez Cerén. Dar 19 millones más al Ministerio de Seguridad y otros 19
millones más a la Fiscalía, no es ni siquiera un cambio simbólico.
Cuando la voluntad de enfrentar el reto
no está reflejado en el presupuesto, no hay plan, solo hay propaganda.
Dirán que aumentan 34 millones para educación. Qué bueno. Pero lo que se
necesita es duplicar (y si fuera necesario, triplicar) el gasto de
educación en los 50 municipios con más incidencia delincuencial. Igual
salud. Igual inversión en mejoramiento de barrios. Igual en creación de
empleos.
¿Este tipo de focalización se refleja en
el presupuesto? No. ¿Se refleja en el presupuesto la voluntad de reducir
las subvenciones para enfocar el gasto social en donde más nos duele el
zapato? No. ¿Se refleja en números la voluntad de recortar salarios,
viajes, viáticos y prestaciones de funcionarios con salarios de más de
$1,000 para contratar a más profesores, sicólogos, entrenadores, en
Soyapango? No. Populismo es querer atender a todas las necesidades y
demandas al mismo tiempo, para quedar bien con todos aunque no se
resuelva nada.
En Casa Presidencial van a decir: Todo
esto va a ir reflejado en presupuestos especiales, una vez que tengamos
los créditos de 900 millones y el impuesto especial de seguridad.
Mentira. En presupuestos adicionales no se reflejan las prioridades de
la nación, solo los gastos extras. Si las prioridades no se reflejan en
el presupuesto ordinario, no existen. Ustedes, los diputados, no van a
aprobar nuevos créditos e impuestos si el gobierno, en su presupuesto
nacional, no define con claridad las prioridades y si estas
definiciones no se reflejan en inversiones. ¿Y por qué no lo van a
aprobar los diputados? Porque los ciudadanos no lo permitiremos.
Precisamente, la misma actitud la va a
tomar la comunidad internacional: no van a poner pisto donde el gobierno
salvadoreño no está dispuesto a focalizar el suyo. No way, José… van a
decir en Washington, en la Unión Europea, en el Banco Mundial, en el
BID, al ver este presupuesto.
Seguir gastando como siempre, con la
regadera populista, sin definir prioridades, y luego pedir pisto
adicional en créditos e impuestos nuevos, esto no se vale. Y redefinir
prioridades significa: recortar en unas partes, para gastar más en
otras, dependiendo del rumbo que uno quiere dar al país. En este caso,
en seguridad y prevención.
Por suerte, el soberano que aprueba el
presupuesto, y por tanto las prioridades y el rumbo del país no es el
gobierno, sino la Asamblea. Está en sus manos definir las prioridades y
reorientar los recursos, focalizando el gasto público en el reto
principal: construir seguridad y paz. Si el gobierno no accede a esto,
no habrá ni un centavo adicional.
(Mas!/ El Diario de Hoy)