Corre un fantasma por el mundo: los “voceros de las pandillas”.
El fantasma aparece en la prensa nacional e internacional y fue retomada incluso por medios tan exóticos como “Rusia Today” y “TeleSur”, las agencias de propaganda del presidente ruso Putin y del presidente venezolano Maduro, respectivamente. Solo faltan “Xinhua”, el órgano oficial del Partico Comunista de China, y la KCNA del presidente norcoreano Kim Jong-un…
Y todo esto surge, no a raíz de una
investigación periodística, sino por iniciativa del fiscal general Luis
Martínez, y el error de un corresponsal de AP, quien ejerce mal su
oficio y califica a Raúl Mijango y mi persona como “voceros de
pandillas”, sin citar su fuente – y quien luego tuvo que retractarse y
difundir una versión corregida de su cable, donde ya no somos “voceros
de las pandillas” sino “mediadores de la tregua”. Lo que es cierto.
Y a partir de ahí se genera un mecanismo
circular: AP retoma las declaraciones del fiscal; los medios nacionales
retomen AP; Medardo González retoma los medios nacionales; Eugenio
Chicas, vocero oficial del presidente Sánchez Cerén, retoma al jefe de
su partido y agrega un poco de su propia salsa picante: en Diario1 dice
Chicas que Mijango y Lüers están detrás de la formación de una
super-pandilla llamada 503. Luego lo retoma el ministro de Seguridad,
Benito Lara – y al fin el círculo se cierra, cuando el fiscal general
dice: Si el ministro de Seguridad Lara tiene pruebas contra estos
señores, que los presente a la FGR.
¿Pueden ustedes imaginarse cómo se siente
un ciudadano cuando el fiscal general de la República, el secretario
general del FMLN y primer designado a la Presidencia, el ministro de
Justicia y Seguridad y el vocero de la Presidencia públicamente lo
señalan como vocero y asesor de las pandillas? Se siente uno marcado.
Y cuando esto pasa en una situación de
mucho resentimiento, perfectamente entendible contra las pandillas, uno
se siente marcado como blanco.
No puedo creer que ustedes se hayan
olvidado cómo funcionaba este mecanismo perverso en los años 70 y 80.
Voceros del gobierno, de los cuerpos de seguridad o de la Fuerza Armada
señalaban a opositores como terroristas, comunistas, o insurgentes. Los
medios publicaron los nombres. No les tengo que contar qué pasó después
con ellos porque ustedes lo vivieron.
No puedo entender que ustedes, que han
sido señalados, marcados como blancos en el reciente pasado, que han
perdido familiares y amigos por estos mecanismos, hoy pueden tan
irresponsable e impunemente recurrir a la misma táctica y marcar a sus
opositores y críticos de la misma manera.
Parece que la llegada al poder les ha hecho olvidar como se siente un ciudadano ante el poder cuando actúa con impunidad.
El clima de intolerancia, al cual ustedes aportan de esta manera, provoca que uno, al sostener ideas disidentes de las suyas, recibe en los redes sociales insultos y amenazas todos los días. Bueno, les felicito: Luego de sus declaraciones sobre el fantasma de los “voceros de las pandillas”, estas amenazas se han duplicado y los insultos se han vuelto grotescos.
De paso sea dicho: Saludos a su amigo y
compañero de viaje Guillermo Gallegos… De personajes como él y Luis
Martínez, a pesar de sus altos cargos, nunca he esperado otra cosa. De
ustedes, a pesar de todas las diferencias políticas que hemos tenido en
la postguerra, sí esperaba algo diferente.
Voy a seguir criticando el doble juego
que ustedes están haciendo con las pandillas, algo parecido al método
mexicano de “plomo y plata”. Que esto me convierte en sus ojos en
enemigo del Estado, no habla mal de mi, pero muy mal de su concepción
del Estado.
Saludos de
(mas!/El Diario de Hoy)