Aquí el contenido del vídeo: En un programa de televisión con jóvenes, una niña palestina, llamada Reem, cuya familia está buscando asilo en Alemania, dice a Angela Merkel que su sueño es estudiar en Alemania, pero que su familia en 4 años no ha conseguido la residencia permanente, y que tiene miedo que su sueño no se va a cumplir.
La jefa del gobierno alemán explica a Reem que no todos los refugiados que buscan asilo pueden quedarse en Alemania, que hay millones de refugiados en África y los países de Medio Oriente, y que Alemania acoge a muchos, pero no puede asimilar a todos.
Reem comienza a llorar y Angela Merkel se le acerca para consolarla.
Al circular este vídeo en internet, a la señora Merkel le cae una tormenta de comentarios que en su gran mayoría dicen lo mismo: ¡Qué barbaridad la jefe del gobierno alemán! Luego de pasar encima de los pobres griegos, ahora maltrata a una pobre niña. ¡Qué falta de empatía, qué dura esta señora, qué cruel!
¿Qué hubiera hecho en esta situación un líder político menos sincero y más populista? Hubiera aprovechado la oportunidad de las cámaras de la televisión para abrazar a la niña y decirle: Yo te voy a resolver el problema, a ti y a tu familia, comuníquese mañana con mi oficina y te vamos a tramitar la residencia, y una beca.
Así lo hubiera hecho Hugo Chávez, a quien le encantaba dar estas muestras de bondad en sus programas dominicales: el caudillo pasándose encima de la fría burocracia, dando en vivo ante las cámaras órdenes a sus ministros de resolver los problemas "del pueblo". Así posiblemente lo hubiera hecho el profesor Sánchez Cerén en uno de sus programas televisivos "Gobernando con la gente": "Director de migración, tome nota y resuelva!"
Claro que la mujer más poderosa de Europa hubiera tenido la capacidad de resolver el problema de una niña o una familia, y de quedar bien ante las cámaras: La madre de la nación.
Pero Angela Merkel sabe que, por más poder que le da su cargo, ella no puede resolver el problema de todos los refugiados que quieren estudiar o trabajar en Alemania. Sabe que el gesto humanitario (y el efecto publicitario) de usar la televisión para resolver un caso conmovedor sería mentirle, no a Reem, sino a los millones de refugiados. Y al país.
Merkel prefiere quedar mal antes de mentir y crear ilusiones. Lo mismo hizo en el caso de Grecia. Quedó mal, como una mujer fría y calculadora, exponiéndose a cualquier tipo de ataques e insultos, insistiendo en una solución amarga, dolorosa, pero que es la única que a largo plazo resuelve el problema de Grecia y de Europa. El primer ministro francés, François Hollande, mostró empatía con los griegos, apapachó a Alexis Tsipras en público, criticó la línea dura de Merkel, pero no aportó absolutamente nada a una solución práctica de la crisis griega pero esto sí: Ganó unos cuantos puntos de popularidad en las encuestas. En cambio, Angela Merkel los perdió.
Esta es la diferencia entre políticos populistas y líderes reales. Unos piensan en su ego y su popularidad, los otros piensan en su país, se niegan a mentir, corren el riesgo de caer mal, pero construyen soluciones. Merkel se comprometió ante Reem a hacer que nadie tenga que esperar 4 años para saber si tendrá oportunidad en Alemania o no. Esto está en su poder, cumplir los sueños de todos los niños no.
Piensen antes de juzgar. Saludos, Paolo Lüers
(Mas!/El Diario de Hoy)