Lo más grave y depreciable: Son agentes
del Estado - o de la policía, o de la fiscalía o de alguna oficina gubernamental
de inteligencia. Sólo ellos pueden tener acceso a las supuestas declaraciones
de testigos criteriados. Sólo ellos pueden haber filtrado a los medios las
declaraciones que 4 delincuentes detenidos dieron a la policía y la fiscalía -
en una investigación que por su naturaleza es estrictamente reservada, porque
supuestamente son elementos de acusación en un futuro proceso judicial. Pero
como las declaraciones de estos criminales, quienes de esta manera quieren
salvar su pellejo, no tienen credibilidad ante una corte, y como no existe
ningún elemento de prueba que confirme estas declaraciones, no las presentan a
una corte, sino prefieren usarlas para un juicio mediático.
Estoy hablando de las acusaciones contra Raúl
Mijango, que cita este lunes, con despliegue de lujo y sin el mínimo esfuerzo
de confirmación. La Prensa Gráfica: “Testigos dela fiscalía señalan a mediador de la tregua en delitos”, es el titular. Y el
subtitulo dice: “Pandilleros aseguran que Raúl Mijango consentía homicidios.” Y
en la nota de tres páginas enteras Mijango sale acusado de ser “el palabrero
general de todas las pandillas de El Salvador”; de haber “sugerido una purga” a
uno de los jefes pandilleros; de haber dado su consentimiento al asesinato de
un policía en Quezaltepeque; y de infinidad de delitos más. Todas estas
acusaciones salen de supuestos relatos de pandilleros convertidos en testigos
criteriados. O sea, de los archivos de la fiscalía o de la PNC.
Los colegas de La Prensa Gráfica cometen
un error que es fatal para la credibilidad de su trabajo: Reproducen estas
filtraciones sin ninguna investigación propia, y sin ni siquiera cuestionar con
qué criterio y con qué intención sus fuentes anónimas han escogido estos
pedazos específicos del universo de declaraciones que ha acumulado la fiscalía.
Un periodista no puede dejar a su fuente, mucho menos a su fuente anónima, la
decisión sobre qué parte de la verdad se revela y qué parte se esconde.
Han pasado por la fiscalía testigos de todo
tipo en esta investigación, pero solo filtraron declaraciones de testigos
criteriados que acusan a Mijango. Igual hay docenas de testigos de descargo. Me
consta. Soy uno de ellos y conozco a otros. De todos los testigos que no son
criteriados (o sea con los cuales la fiscalía no ha pactado beneficios
judiciales), y de todos los testigos que no son al mismo tiempo acusados, sino
simplemente testigos, nadie ha confirmado las acusaciones a Raúl Mijango.
Es por esto que el fiscal general, luego
de que sus fiscales interrogaron a Mijango durante unas 20 horas en dos
sesiones, no ha presentado acusación contra él. Incluso le aseguraron que no
fue citado en calidad de imputado o sujeto de investigación, sino de testigo. El
fiscal general tomó la decisión correcta: No teniendo caso y solamente
disponiendo de declaraciones de criminales confesos que no pueden confirmarse,
no presentar cargos contra Raúl Mijango. Pero a algunos en la fiscalía o la PNC
no le gusta esto y decidieron abrir un juicio mediático, donde no hay reglas de
prueba, donde no hay defensa, donde no hay pruebas de descargo, donde ningún
testigo criteriado tiene que someterse al interrogatorio de un juez. Y
lamentablemente, hay periodistas que se hacen cómplice de esta manipulación,
sólo para poder firmar una nota de portada de tres páginas y de gran impacto. A
los colegas de El Faro les filtraron la misma información, pero actuaron con
decencia y responsabilidad: Escribieron una nota que deja al descubierto que
las acusaciones, filtradas por fuentes anónimas, no tienen ningún elemento de
confirmación.
Yo tuve la intención por un tiempo de no seguir escribiendo sobre
el tema tan controversial de la tregua, porque quería dejar espacio para que
los integrantes del recién creado Consejo de Seguridad Ciudadana discuta sin
presiones ni contaminaciones cómo retomar con responsabilidad y transparencia
el proceso de diálogo y mediación. Pero otros, para abortar la labor de este
Consejo, contaminaron el ambiente y abrieron nuevamente la campaña de
difamación y deslegitimación contra la tregua y todos sus protagonistas. En
esta situación, callarse no es opción.
No
los saludo. Paolo Lüers