jueves, 21 de agosto de 2014

Carta al arzobispo

Estimado monseñor José Luis Escobar Alas:
Espero que lea mi columna transversal que hoy mismo sale en las páginas editoriales de El Diario de Hoy, sobre su tema favorito de los últimos días: el “estado fallido”.

No tenemos “estado fallido”. Tenemos un gobierno que falla. Digo esto para que nadie confunda mi posición con la del gobierno del FMLN, que también rechaza la tesis del “gobierno fallido”. Claro, tiene que defenderse, nadie quiere ser gobierno de un estado fallido. Pero peor aun sería para el gobierno reconocer que el fallido es él, no el estado…


El presidente, en un acto en honor a los policías muertos en el cumplimiento de su deber, lo mandó a callar. Es más, el presidente le reclamó, básicamente diciéndole: Y usted, ¿por qué habla de “estado fallido”, si su iglesia es parte de nuestra estrategia de seguridad? Bueno, usted en algún momento se dará cuenta que hasta la fecha, lo único de lo cual ustedes y el PNUD son parte es una estrategia de relaciones públicas para hacernos creer que hay estrategia de seguridad…

Usted, monseñor, como vocero de la Iglesia Católica tiene que tener cuidado con sus palabras. No para ahorrarse reclamos del gobernante, estos no importan, sino para preservar su autoridad moral ante la nación. Aunque su antecesor y usted mismo han hecho un uso inflacionario de su intervención política de todos los domingos, todavía está viva la tradición de monseñor Oscar Arnulfo Romero – y ella da mucho peso a la palabra política del arzobispo. Usted no debería hablar de “estado fallido”, sino más bien de lo que hay que exigir al gobierno para que nunca lleguemos a esta calamidad…

 
Y si su Conferencia Episcopal ya está comprometida con la iniciativa publicitada del gobierno de crear una política de seguridad del estado, ustedes deben hacer transparente esta su participación, sus términos, y sus condiciones. Para la Iglesia tiene mucho sentido participar en la búsqueda de la paz, así como lo ha hecho su obispo hermano Fabio Colindres. Es su deber. Pero tiene que hacerlo de manera transparente, para poderse convertir en el instrumento de la sociedad civil frente al gobierno y sus autoridades. Lo que no se vale es, por una parte, hacerse instrumento de las estrategias del gobierno, y por otra parte (y para lavarse la cara), hablar de “estado fallido”.

Tendremos un “estado fallido” cuando además del gobierno también falle toda la sociedad civil – y esto incluye la Iglesia… y los partidos, el sector privada, la academia, la opinión pública. No estamos en este punto.

Con todo respeto, le pido revisar sus discurso. Paolo Lüers
(Mas!/El Diario de Hoy)