Felicidades por renovado nombramiento como ministro de Defensa. Es una de las decisiones más acertadas que ha tomado el presidente Sánchez Cerén hasta ahora. ¿Y sabe por qué lo digo? No solo por el especial aprecio que le tengo a usted como el hombre de palabra que he venido conociendo en los dos años que hemos cooperado en los esfuerzos de reducción de la violencia. Cuando uno se mete en gestiones tan complejas y controversiales, todo depende de la confianza que se logre construir.
Aplaudo
tanto esta decisión del presidente por otra razón aún más de fondo: Con su
nombramiento en Defensa, Salvador Sánchez Cerén muestra que puede tomar decisiones
contra corriente, incluso impopulares, y sabiendo que sectores importantes le van a reclamar: dentro
de su partido, de sus aliados, e incluso de la oposición. Usted nunca ha sido
santo de devoción de algunos sectores dentro del partido y de la izquierda que
se considera intelectual, que mantienen su anti-militarismo aun a 20 años de
paz, aun contra una Fuerza Armada supeditada al poder civil. Y en particular
contra usted que aceptó el
ministerio de Seguridad, en contra de todas las sospechas que iba a militarizar
la seguridad pública – y
usted hizo todo lo contrario. Imperdonable…
Por
mantenerle a usted en Defensa, el presidente pagará un alto costo frente a
sectores influenciados por la UCA, FESPAD, El Faro y otros que se consideran
los administradores y policías de lo políticamente
correcto… Y también pagará un costo en círculos liberales en Estados Unidos
(por cierto muy influyentes en la opinión pública), que vieron con suma reserva
el involucramiento suyo y del general Salinas en Seguridad Pública, desafiando
las directrices del FBI de supeditar todas las políticas de Seguridad a la
lucha contra el tráfico
internacional de drogas.
El recién
publicado libro de Héctor Silva jr., titulado Infiltrados, que describe
a usted como el principal responsable de que el gobierno Funes no haya tomado
acción contra el narcotráfico y su influencia dentro de la PNC, echa leña a un
fuego ya latente desde el conflicto sobre si era o no constitucional su
nombramiento como ministro de Justicia y Seguridad en el 2011. El Faro, La
Prensa Gráfica, la UCA convirtieron en campaña el lanzamiento de este libro.
Campaña principalmente contra usted, general. Campaña infame, porque Silva no
aporte ninguna prueba contra usted, más allá de fuentes anónimas de policías y
operativos de inteligencia que buscan revancha, porque usted les quitó poder,
cuando estaba al mando de Seguridad. Hasta el director de la Academia Nacional
de Seguridad Pública, Jaime Martínez, se sintió envalentonado y comenzó a
promover las difamaciones hechas en el libro de Silva contra funcionarios del
gobierno del cual forma parte. Francamente me extraña que el presidente haya confirmado como
responsable de la formación académica
de nuestros policías a alguien que públicamente apoya la tesis de Silva
que existe un pacto entre la PNC y el crimen organizado.
Lo más
cómodo para el presidente hubiera sido apartar a usted o incluso sacrificarlo,
como chivo expiatorio. El hecho que hizo lo contrario, tomando la decisión
impopular de confirmarlo como ministro de Defensa, habla muy bien de su estilo
de liderazgo. Y tendrá un enorme beneficio: Contará en su gabinete de Seguridad
con un funcionario que entiende bien la complejidad del proceso de reducción de
violencia, que inició con la tregua y que fue puesto en riesgo por la actuación
de Ricardo Perdomo, quien nunca entendió el proceso.
Ya que le
estoy escribiendo, general, tengo que aprovechar para hacerle dos críticas:
deje de disfrazarse de general Barrios, y reduzca al mínimo necesario sus
operativos de seguridad cuando se desplaza.
Suerte y
éxitos, Paolo Lüers
(Mas!/EDH)