Sin embargo, entrando en serio en el
problema, resulta que los que manejan nuestra vida productiva y comercial
-tanto las pequeñas, medianas y las grandes empresas- tienen la visión muy
clara. No la tienen nublada de lágrimas.
El denominador común: Si nos quitan los
frenos, nosotros estamos listos para arrancar.
El freno, en resumida cuenta, se llama
mal gobierno. Para ser más concreto: un gobierno que gasta mucho, pero sin
definir prioridades; que no define bien las reglas jurídicas para la economía,
sino los pone en juego y en duda; que no paga a tiempo a sus proveedores
privados y así los mete en crisis de liquidez; que en vez de modernizarse
aumenta la tramitología; que como gobierno entra en crisis fiscal y de
liquidez...
Uno podría decir: Bueno, pero este mal
gobierno ya se va, en 128 días Funes sale de Casa Presidencial. El problema
agravante es que el FMLN, que según todas las encuestas tienen posibilidades
reales de ganar las elecciones y seguir gobernando, promete “profundizar y
hacer irreversibles los cambios”. Lo que todos entendemos como la amenaza de al
fin producir aquellos
cambios que gobernando junto con Funes y sus amigos no
han podido hacer en la profundidad y radicalidad que el partido deseaba: la
afiliación de El Salvador al ALBA; la remoción de los contrapesos y mecanismos
de control que hasta ahora garantizan que se mantengan intactos la
democracia
representativa y el sistema republicano de la alternancia y la división de
poderes; una reforma fiscal que castiga el éxito empresarial y así la inversión;
la ampliación de una economía paralela (tipo ALBA), donde se mezclan partido y
sociedades anónimas con un estado controlado por el mismo partido; aumento de
las subvenciones para consolidar una base electoral de pobres que dependen del
Estado, del partido y de ALBA...
Entonces, un mal gobierno que le ha
metido freno a nuestra economía; combinado con un partido que promete en los
próximos 5 años profundizar y hacer irreversibles estos frenos – esto es lo que
los propietarios y los administradores de nuestras empresas ven. En toda la
campaña electoral de casi dos años no se ha escuchado, por parte del FMLN,
ninguna crítica al gobierno de Funes ni a ninguna de sus políticas públicas.
Sólo repite y repite que lo producido en estos 5 años son “buenos cambios” y
que hay que continuarlos, profundizarlos y hacerlos irreversibles.
Pero al tener claridad sobre todo esto,
casi de manera automática se adquiere claridad sobre lo que hay que hacer. Si el
freno está bloqueando la marcha, hay que quitar el freno. Lo que realmente
tenemos no es un mal vehículo, nuestra economía no está quebrada ni ha llegado
al límite de su potencial. Nuestro problema no es el vehículo, sino el
conductor que confunde acelerador, clotch y freno. Y nuestro problema aun más
grave es que este mal conductor quiere entregar al carro a otro conductor aun
peor, a un hombre que apoya incondicionalmente a los regimenes de Cuba,
Nicaragua y Venezuela.
La receta de recuperar la marcha de la
economía es tan fácil que algunos no la perciben: quitar el freno. Es sector
privado salvadoreño tiene la fuerza y las reservas para recuperar el
crecimiento. Obviamente, va a necesitar más que quitar el freno: urge echarle
combustible e innovación. Y para esto necesitará el apoyo del próximo gobierno:
inversiones en seguridad, paz social, educación, un sistema eficiente de salud,
fomento de tecnología. Y liderazgo.
En los próximos días vamos a publicar
varias de las pláticas con empresarios que me han llevado a estas conclusiones.
Y al optimismo.
(El Diario de Hoy)