Este viernes tuvo la oportunidad de acompañar al embajador Adam Blackwell, secretario de Seguridad de la Organización de Estados Americanos, y a otros diplomáticos a un evento en la comunidad Alaska en San Bartolo. Junto con otros invitados internacionales estaban atendiendo una invitación del alcalde Salvador Ruano de Ilopango a un acto a la par de la recién inaugurada cancha de fútbol rápido.
El alcalde quería que los diplomáticos
fueran testigos de que en su municipio, a pesar del reciente asesinato de 4
pandilleros del Barrio 18, está vigente y vivo el acuerdo local de paz que él
en enero de este año firmó con los representantes de las pandillas rivales. La
Mara Salvatrucha, para desvirtuar las sospechas de que ellos habían roto la
tregua en Ilopango, habían movilizado a este parquecito a aproximadamente 400
(!) pandilleros. Uno de sus líderes dijo: “Aquí estamos para poner la cara y decir:
Está en pie más que nunca nuestro compromiso de buscar la paz.”
Los invitados internacionales y los
periodistas entrevistamos a docenas de pandilleros en la Alaska, y todos
dijeron lo mismo: “Estamos firmes con el acuerdo de convertir Ilopango en un municipios
sin violencia. No es un acuerdo entre pandillas, sino con los habitantes de
esta ciudad.”
Salieron de la Alaska los carros de los
embajadores, pero todavía los demás invitados y los periodistas quedamos
esperando el bus para regresar a San Salvador, cuando entró de golpe un grupo
de agentes de la PNC, encabezados por un fiscal, todos con los rostros
encubiertos, abriéndose espacio en medio de la multitud de pandilleros,
pobladores e invitados.
Me pregunto (y le pregunta a usted, señor
fiscal general): ¿A quién se le ocurre de mandar a 8 policías armados hasta los
dientes a realizar un registro de personas en medio de una concentración de 400
pandilleros? No sabemos si llevaban órdenes de captura. Si las llevaron, era de
balde, porque al fin no se llevaron a nadie. No porque los pandilleros pusieran
resistencia, sino simplemente porque a los registrados no les encontraron nada,
y no tuvieron órdenes de captura.
¿Usted ordenó este operativo, que a todos
los testigos internacionales y nacionales nos pareció una provocación
irresponsable? No produjo violencia, pero solamente porque los pandilleros
mantuvieron la calma y no se dejaron provocar.
Sólo hay dos maneras de entender esta
locura. La primera es que el que ordenó este operativo quería provocar
violencia - para no permitir que los invitados internacionales se llevaran de
Ilopango un mensaje de paz y esperanza. En este caso, sería un acto de
irresponsabilidad. Por gusto se puso en peligro vidas, incluso de los agentes.
La segunda explicación es que usted sí
entendió perfectamente que los pandilleros no andaban en pie de guerra, sino
con ánimo de paz, que no iban a caer en ninguna trampa; que por ende, usted
pudo darse el lujo de meter a una fuerza de intervención de 8 agentes en medio
de una concentración de pandilleros sin que nada pasara. En este caso, que
considero el más probable, usted indirectamente está validando la tesis de los
que estamos convencidos que el compromiso de los pandilleros de buscar la
rehabilitación va en serio.
Así que posiblemente este acto de
machismo que uno de sus fiscales dirigió en San Bartolo, involuntariamente vino
a tener el efecto contrario al deseado: muestra que la paz es posible.
De paso sea dicho: Yo respeto al fiscal.
Saludos de Paolo Lüers
Posdata: Si resulta que usted no ordenó
este operativo fracasado, queda la interrogante: ¿Quién quería jugar al
machito?
(Más!/EDH)