jueves, 25 de julio de 2013

Carta a Carlos Ponce

Estimado ‘criminalista’:
Durante varios meses me mantuve fiel a mi propósito de ni mencionarle en mis cartas o columnas, para no dar peso no merecido a su columna semanal anti-Munguía Payés.

Pero todo tiene su límite. También mi paciencia.

Tiene todo el derecho de criticar a David Munguía Payés. Quien no puede vivir con la crítica que no acepte un ministerio.

Tiene hasta razón cuando, en su última columna, critica el grotesco operativo militar de seguridad que armó el ministro de Defensa para presentarse a la Asamblea Legislativa. Hasta yo podría firmar esta parte...

Tiene todo el derecho de repetir semanalmente en su columna que no está de acuerdo con la tregua, aunque la repetición no necesariamente ayuda a sus argumentos.

Cada uno con sus mañas, fobias y obsesiones... Pero si la obsesión con David Munguía Payés, que usted obviamente heredó de su padre el general Emilio Ponce (QDEP), pasa de los límites de la calumnia, alguien se lo tiene que señalar. Se sabe que durante la guerra, Emilio Ponce y Munguía Payés tuvieron desencuentros muy fuertes sobre la legitimidad de ciertas órdenes dadas por el primero y cuestionadas por el segundo, y que mutuamente se amenazaron con llevarse a un tribunal de guerra, por ordenar crímenes de guerra y por desobediencia, respectivamente. Pero esto, señor Ponce hijo, fue un conflicto muy propio de las situaciones extremas en que la guerra puso a sus protagonistas, y no debería nublarnos la vista décadas más tarde, cuando vivimos en paz y discutimos políticas públicas de seguridad.

Ojo: Yo no soy partidario que se prohíban o sancionen como calumnias las opiniones expresadas en el ejercicio de la libertad de prensa. Critiqué incluso a la Sala de lo Constitucional por seguir penalizando este tipo de opiniones calificadas de calumnias. Pero esto no quiere decir que no voy a enfrentar en la tribuna pública a calumnias como las que usted publica sobre un adversario político; más bien sobre su adversario de todas las semanas: David Munguía Payés.

Usted puede hacer cualquier crítica, pero cuando escribe en este Diario que “El poder de Munguía trasciende al de los recursos a los que tiene acceso gracias a su puesto. También abarca el oscuro y letal alcance de las estructuras criminales con las que pactó durante su gestión al frente de Justicia”, usted esta cayendo en lo que los gringos laman “character assassination” – o sea en lo más bajo posible. Usted está diciendo que el ministro ejerce poder y dirección sobre “estructuras criminales”, o en salvadoreño: sobre las pandillas. Usted está diciendo que el ministro de Defensa puede usar a las pandillas contra sus adversarios políticos y por tanto se convierte “en una verdadera amenaza para la seguridad del país y, especialmente para aquellos que disienten con los torcidos caminos por los (que) ha traído y pretende llevar a El Salvador”.

Está progresando, señor Ponce. En la última entrega de su columna permanente contra Munguía Payés, hace menos de una semana, todavía se escondió detrás de otros cuando escribió que el ministro de Defensa era “señalado en un informe elaborado por una firma estadounidense, por presuntos nexos con estructuras criminales”. Bueno, detrás de Douglas Farah y su famoso “informe”...

¿Qué será lo siguiente en esta novela? Va a revelar un plan de Munguía Payés de usar un operativo conjunto de la Fuerza Armada con las pandillas MS13 y Barrio 18 para tomar el poder en un golpe de Estado?

Estamos pendientes, semana por semana, entrega por entrega. Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)