Admiro tu valor de aceptar la candidatura a la par de Norman Quijano. Sé que no sos hombre de partido, ni de proselitismo, ni de las tentaciones del poder, sos de la gente rara que es lo que se ve: un ciudadano preocupado, un académico comprometido con la institucionalidad del país, un profesional exitoso que se mete en política porque ve un peligroso vacío que a esta altura los partidos no pueden llenar: de credibilidad.
El día de tu nombramiento te mandé un telegrama por Twitter que decía: "Observá los errores de Ortiz para no repetirlos. Si abandonás la distancia crítica dejás de ser valor agregado". Estaba hablando de la distancia crítica al partido y a Norman Quijano. La utilidad que vos podés tener en esta fórmula reside en el hecho que sos independiente, crítico, y que tu compromiso no es con el partido, sino con el país y la institucionalidad democrática.
Si en el camino de la campaña te convertís en un arenero más, tu candidatura pierde su sentido. ARENA, para responder a su reto histórico, no necesita más militantes, necesita ampliarse, abrirse hacia los no militantes, al centro de nuestra sociedad, donde está situado el pensamiento crítico, independiente, escéptico: entre los estudiantes, los profesionales, los empresarios jóvenes, los académicos, la clase media urbana que quiere modernidad, soluciones, transparencia.
ARENA no tuvo la audacia de poner a un candidato que personifique, él mismo, esta ampliación, esta apertura. Optaron por otra solución: un candidato que puede representar al partido, su historia, su militancia, sus complejos y ansiedades - y a la par otro que represente la ciudadanía crítica -. Este otro sos vos. Y puede funcionar esta combinación, siempre y cuando cada uno entienda y juegue bien su papel: el tuyo es seguir expresando la crítica al pasado de ARENA y sus gobiernos que ellos no eran capaces de pronunciar como autocrítica. Tenés que seguir hablando de los pecados históricos de ARENA: el mercantilismo que pervirtió el mercado y abrió la puerta a las tentaciones de regulación y estatismo; la corrupción, la falta de transparencia; el abuso de las instituciones. Vos tenés que decir: yo estoy aquí porque ARENA quiere superar estos pecados, pero yo me voy a hacer cargo que no recaigan.
Vos tenés que convertirte en el contrapeso, no en el gemelo de Norman. Si ARENA quería otro Norman, hubieran puesto a Milagro Navas o Margarita Escobar de candidata.
Vos podés hacer la diferencia: entre todas cartas sobre la mesa del juego electoral, incluyendo la que se jugó ayer en la Feria, sos el único que representa a la sociedad civil, que ha perdido la confianza en los partidos. Saca está adoptando un discurso antipartido, aunque él ha sido el caudillo que puso un partido entero en función de sus intereses. Tu rol es diferente: no es antipartido. Vas con un partido, pero obligándolo a renovarse, a abrirse, a rendir cuentas, a acercarse y hacer caso a la ciudadanía. Sólo si jugás consecuentemente este rol, tu incursión en política electoral adquiere sentido. Si ARENA entiende tu candidatura como un truco de apariencias (y vos lo permitís), pierden contra Saca, porque no pueden competir en el arte de los juegos de apariencia.
Saca solo puede lanzarse porque el FMLN y ARENA le han dejado un inmenso espacio sin ni siquiera intentar cubrirlo. O lo va a cubrir ARENA con vos, o Saca con sus socios.
(Más!/EDH)