Paolo Lüers: Secretario, el jueves usted celebró en Mariona una reunión con los 30 máximos dirigentes de las dos pandillas. Se habló que la OEA asumía un rol de garante del proceso que los pandilleros iniciaron con la tregua y continuaron con otros compromisos de reducción de violencia. ¿Qué significa que la OEA sea garante?
José Miguel Insulza: Se ocupó mucho la palabra este día. En realidad, garantizar significa que alguien se hace responsable de que determinados acuerdos se cumplan...
Y esto es un poco difícil...
Es un poco difícil, porque los acuerdos no los cumplimos nosotros. Yo lo que garantizo es que se actúa de buena fe. Tanto las pandillas, como la Iglesia, como la sociedad civil quieren trabajar en este asunto que aqueja al país. Lo que nosotros vamos a hacer es verificar si se está cumpliendo – e informar si se está cumpliendo o no. Ahora, naturalmente si se cumple o no, definitivamente no depende de nosotros. Ellos han querido usar la palabra garante y yo lo he aceptado, previa consulta con muchos colaboradores. Porque tampoco quiero parecer usurpando roles que pueden corresponder a otros.
¿Esto es un rol personal o institucional?
Institucional. Yo no podría hacer el trabajo que esto requiere: ir a los distintos lugares, verificar las cifras de delitos, verificar si se están cumpliendo las distintas partes del acuerdo. Lo tiene que hacer un equipo nuestro, que es el equipo de seguridad pública.
¿Cuál fue la impresión personal que tuvo estando en frente de unos 30 pandilleros? ¿Cuál es su impresión del grado de compromiso de ellos? ¿Se convenció que ellos van en serio, o se quedó con dudas?
Creo que van en serio. Ellos creen que pueden hacer una contribución a su país. Me impresionó mucho esto: su idea no es sólo mejorar su situación en los penales, sino hacer una contribución a su país. Ellos tienen un genuino dolor por las cosas que han pasado antes y de los cuales han sido protagonistas, y quieren cambiar. Ahora, esta es la voluntad. Naturalmente tienen que convencer a mucha gente, y al mismo tiempo la gente debe de convencerse -la gente de El Salvador- de que lo que ellos dicen realmente es lo que quieren hacer. También hay que hacer un esfuerzo para mejorar sus condiciones de vida, no porque esto sea una especie de negociación o un toma y daca, digamos, sino porque ciertamente la situación en las cárceles, la situación que vive esta gente, no ayuda para cambiar de actitud. Aquí lo más notable es que gente, que está en la cárcel por delitos cometidos, pero que está viviendo en las condiciones que ellos viven, haya encontrado la disposición a cambiar. Yo espero que todo cambie en este sentido también la situación carcelaria. El tema de las prisiones en América Latina es para mi la principal violación de Derechos Humanos que existe. Y no lo digo por este país, porque no he estado lo suficiente.
¿Cómo ve el espacio que tiene el gobierno para responder a esta propuesta de los pandilleros? Porque lo que hoy le entregaron a usted ya es un paso adelante hacía abrir una negociación...
Yo no creo esto va a parar en una negociación. Yo me recuerdo en los años 90 cuando era ministro de Relaciones Exteriores de Chile y asistía a la Alianza Económica del Pacífico. Ahí construimos un acuerdo de libre comercio no negociado, sino con concesiones recíprocas que los distintos países fueron haciendo, con la esperanza que los otros hicieran lo mismo.
¿Este es el mecanismo que usted ve?
Este es el mecanismo. Lo que hacen las partes, se basa en la confianza que los otros respondan con una conducta distinta. Y hasta ahora se ha cumplido, ¿verdad? Yo no veo una negociación, lo veo difícil pedir al gobierno que negocie. La mayor parte de lo que ellos plantean, no requiere modificaciones legales ni perdones especiales. La mayor parte son cosas que se pueden cumplir dentro de la ley salvadoreña, y muchas incluso se pueden considerar que son derechos humanos a los cuales cualquier persona tiene derecho.
Hasta ahora ha sido así. Todas las concesiones que el Estado ha dado a los reclusos son cosas que de cualquier manera tenía obligación de cumplir. Pero hoy plantearon algunas propuestas que sí requieren modificaciones de leyes.
Esto habría que examinarlo bien y en detalle. Habría que ver, pero yo lo veo difícil pedir que el gobierno de El Salvador negocie concesiones que signifiquen cambios en la ley o concesiones económicas especiales. No creo que está en la disposición tampoco.
Si es así, el proceso dependerá más de la sociedad civil.
Dependerá de la sociedad civil y también de los empresarios. Espero que haya un esfuerzo en este sentido. Dependerá del país en su conjunto. Y dependerá de la buena voluntad que las pandillas vayan mostrando. Dependerá de la manera en que ellos vayan cumpliendo, porque esto cambia el clima del país. Había que ver qué clima hay en seis meses...
El problema es que en seis meses entramos en coyuntura electoral y esto puede complicar el proceso.
Es posible. Pero la sociedad salvadoreña necesita paz. Por tanto sería difícil que alguien dijere que este proceso no siga. No creo. Mientras haya menos crimen y menos delito, la gente va a estar contenta.
¿Esto para usted y la OEA es una experiencia nueva de meterse de observador en un problema interno de seguridad?
Lo más parecido que hay en este plano es lo que hicimos nosotros en Colombia en apoyo al plan de paz, que era el plan de pacificación del presidente Uribe para los paramilitares. Parecido porque algunos de estos grupos armados estaban claramente vinculados al crimen organizado; porque había muchos muertos de por medio; porque había una normativa que no permitía indulto. Se logró una reinserción. Hoy en día subsisten grupos armados, siempre van a subsistir, pero el nivel de violencia bajó sustantivamente. Estuvimos y estamos encima de este proceso, verificando en todo el territorio colombiano. A esta altura, lo que menos se verifica es la desmovilización, esta ya ocurrió. Estamos verificando los derechos en materia de devolución de tierras, la atención a las víctimas, etc. Y estamos informando también al gobierno cómo estamos viendo los rebrotes de violencia.
Ya tiene una impresión de cómo el gobierno salvadoreño va a responder a esta propuesta de los pandilleros. ¿Ya la entregó al Presidente?
No me corresponde a mí entregarla. Yo veo una actitud abierta y comprensiva por parte del gobierno, y esto ya es gran mérito. De otra manera, con el gobierno teniendo otra actitud, por ejemplo descalificando la gestión de monseñor Colindres, todo esto hubiera sido imposible.
(El Diario de Hoy; Fotos: Daniela Heredia)