Ante una alianza tan amplia y plural de voces de la sociedad civil, los partidos deberían hacer una última reflexión antes de tomar una decisión que puede ser trágica para la institucionalidad del país.
Los partidos que insisten en salvar la votación por banderas y listas y se niegan a aplicar consecuentemente el voto por candidatos, con nombre, apellido y foto, cargarán con la responsabilidad histórica de abortar la reforma electoral. Y posiblemente, de meter al país en una crisis constitucional, si la Corte declara inconstitucional las reformas y llegamos a la fecha electoral sin legislación válida...
En el sistema que el partido de gobierno GANAFMLNPCN quiere aprobar esta semana, nos dan el derecho de votar por candidatos, pero procuran que siempre salgan electos los candidatos que ellos ponen a la cabeza de sus listas. Con un truco bien burdo: dejan abierta la opción de voto por la bandera, pero implementarán un sistema en el cual todos los votos por bandera (más los votos por varios candidatos de un partido) sean asignados a los primeros candidatos de la lista. De esta manera lo más probable es que salgan electos diputados que recibieron menos votos individuales que otros.
Esto es inaceptable. Sería una burla a la decisión clara de la Sala de lo Constitucional de abolir la votación por listas, en las cuales las direcciones del los partidos y no los votantes deciden cuales de los candidatos entran a la Asamblea.
La Asamblea tiene ahora dos opciones para corregir este error: la ideal sería introducir una planilla, en la cual ni siquiera existan casillas para votar por banderas, solo casillas para personas. La segunda no sería ideal, pero aun así cumpliría con la sentencia: Cada votante pueda decidir si vota por el partido o por un candidato específico, pero los votos por bandera solamente se toman en cuenta, sumadas con las individuales, para determinar cuantos diputados corresponden a cada partido; y sólo los votos individuales, por un candidato específico, deciden sobre quienes de los candidatos salgan electos.
De ambas maneras, será imposible que un diputado entre a la Asamblea, aunque tenga menos votos que otros de su lista. De ambas maneras, será el votante que decide quien entra, y ya no la dirección del partido. Ambas serían aceptables.
La tercera opción, la que quieren aprobar de contrabando los partidos de la coalición gobernante, garantiza lo contrario: el control de los partidos sobre quien llegue o no llegue a ser electo. Habrán cambiado todo para que nada cambie...
Las organizaciones que se han juntado, más allá de fronteras ideológicas, para presionar por una reforma electoral democrática deberían dejar claro a los partidos que en las próximas elecciones van a castigar a los partidos que en esta cuestión de principios se ponen del lado equivocado. No es un pleito entre izquierda y derecha, sino entre la sociedad civil y algunos partidos que quieren preservar privilegios antidemocráticos.
(El Diario de Hoy)