Disculpe que le moleste a tan pocos días de haber asumido su cargo. Pero me urge. Temo que los puestos en la Asamblea se acaben rápido, hoy que ‘el cambio’ llegó al legislativo...
Quiero formalmente aplicar al cargo de ‘asesor’ con un sueldo de $2,730.86. No estoy seguro qué tipo de consejos tendría que dar ni a quién, pero viendo a nuestros diputados creo que en algo les podría ayudar.
En caso que este cargo ya lo haya agarrado alguien más cercano al partido oficial que yo, aplico a otro: Motorista III, con un salario de $1,885.00 y un sobresueldo de $228.57, así que llegaría a $2,113.57.
Yo me conformaría con este sueldo, ya que supera lo que ahora gano escribiendo columnas para dos periódicos. No tengo idea qué hace un Motorista III para que le paguen mejor que a un médico, un director de escuela, un periodista, o un inspector de la PNC.
Me imagino que es el motorista que le maneja a usted. Le aseguro que tengo casi 50 años de manejar, graduado en Paris, Roma, Estambul, y el DF de México y con postgrado en San Salvador. Tengo experiencia en maniobras evasivas y sé manejar armas cortas y largas. También estoy familiarizado en técnicas de observación y persecución, en caso que sea parte del perfil de un Motorista III de la honorable Asamblea.
Que bueno que la Asamblea tiene programas de empleo dedicados a compensar la falta de oportunidades para científicos, médicos, y otros profesionales. Si me contrata de asesor, yo le diseño una campaña para que los médicos forenses, criminalistas, fiscales, docentes universitarios, en vez de trabajar por salarios de hambre, mejor se desempeñen de ordenanzas, secretarias, colaboradores administrativos y motoristas en la Asamblea. Así podrían mejorar su calidad de vida y al mismo tiempo elevar la calidad del órgano legislativo. Que por lo menos los empleados sean calificados...
Ya que están publicando los salarios en la Asamblea, ¿por qué no publican también los del personal adscrito a las fracciones partidarias y la junta directiva? Porque ahí, me imagino, están los premios mayores.
Saludos, Paolo Lüers
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