sábado, 8 de enero de 2011

Carta a los médicos graduados en Cuba

Chicos:

¡Bienvenidos a casa! No se dejen confundir por esta extraña campaña que se está haciendo contra ustedes. Son bienvenidos. Los necesitamos aquí.

No exijan privilegios, sólo porque ahora están en el poder los amigos políticos de Cuba. Pero tampoco acepten que les sigan marginando, sólo porque han sido becados por Cuba.

Me consta que aquí les pusieron cualquier traba a la incorporación profesional en su propio país. Mi hija Kharis vino de Cuba, graduada de médico, con un enorme entusiasmo porque al fin, luego de exilios y estudios, regresaba a su país. Aquí le hicieron imposible trabajar. Se fue para España, con el corazón roto, e inmediatamente le reconocieron el título cubano y le dieron plaza para sacar su especialidad. Ahora está feliz en España, porque se siente reconocida, acogida, y retada como profesional. Pero le queda una herida por el rechazo que sufrió aquí.

En el pasado, a la mayoría de ustedes los han marginado a su regreso, no sólo porque se graduaron en Cuba, sino por pobres. Porque ustedes se fueron a Cuba, no por razones políticas, sino porque aquí no había becas para ustedes.

Les reclaman que sólo han cursado cinco años, que “sólo” son licenciados. Bueno, en Alemania también la mayoría de los médicos son licenciados - sólo los que tienen ambiciones de una carrera de docencia luego sacan el doctorado.

Mejor buenos licenciados que malos doctores. Estoy seguro que entre ustedes hay médico excelentes, médicos mediocres y médicos malos – igual que entre los egresados de las Universidades salvadoreñas. Por esto no puede haber ni preferencias ni marginaciones, sino un trato justo. Que cada uno se gane su puesto, según sus capacidades, conocimientos y disposición de entrega.

Si el gobierno de izquierda ahora da trato preferencial a los graduados en Cuba, hay que parar este abuso. Pero no con difamaciones, ni con argumentos clasistas, ni con criterios políticos. Haber estudiado en Cuba no califica a nadie encima de sus colegas que estudiaron aquí, pero tampoco lo descalifica.

Repito: ¡Bienvenidos en su patria que los necesita!, les dice Paolo Lüers

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