Recién acabo mi rutina diaria de informarme a través de los medios escritos y televisivos como la hago cada mañana más por costumbre que por disciplina. Y eso me ha dejado pensativo y un tanto desilusionado motivándome a compartir con ustedes varias reflexiones.
En una de las entrevistas matutinas apareció nuestro profesor de Sociología en primer año el Dr. Héctor Hernández Turcios quien decía relacionado al paro del transporte impuesto por las maras que el salvadoreño tenía que salir a la calle no porque era valiente sino que: "si no salía no comía". Ferdy Saca me mandó un interesante correo de una analista mexicana en el que se manifiesta un sentimiento similar al que creo se nos está desarrollando a todos los salvadoreños y que me permito definirlo como:"la esperanza por desesperación".
El ser humano pienso yo es intrínsicamente positivo y eso lo hace aspirar a tener una buena vida, está esperanzado a ver sus anhelos realizados, trabaja por ello, se sacrifica por ello pero ve que en su alrededor todo se pone en contra del culto a esa esperanza y eso lo hace entrar en desesperación al sentirse impotente ante una realidad que lo lascera y le impide su quehacer. Acabo de ir a comprar cigarros a la gasolinera cerca de mi casa, debido al paro no vino la muchacha que nos ayuda en la casa así que aproveché a tomarme allí un cafecito y platicando con la dependiente le pregunté que como había hecho para movilizarse, contestándome que se había venido a pie desde San Marcos porque los "pick-up" cobraban hasta tres dólares y ella apenas gana siete al día. Le di la mano con admiracion y la felicité por su dedicación y ¿saben qué me dijo? "Si no trabajo no comemos en mi casa".
¡Razón la que tenía el maestro Hernández Turcios! Esa es la triste realidad de nuestro pueblo, sin embargo vi en los ojos de esa mujer la esperanza de que quizá todo esto va a pasar y ella va a tener un mundo mejor en el que se pueda desarrollar. Está situación nos está convirtiendo en una nueva especie... la de "los esperanzados desesperados".