domingo, 30 de mayo de 2010

Basta de excusas

Los dirigentes de ARENA y los altos funcionarios de sus cuatro gobiernos pasaron muchos años mencionando los daños ocasionados por el FMLN durante la guerra como excusa para no mostrar mejores resultados.

Después del año 2001, añadieron una nueva excusa, la destrucción ocasionada por los terremotos. Eso además, por supuesto, de echarle culpas al FMLN por no aprobar algunos préstamos.

Sube al poder el FMLN y los nuevos funcionarios se comportan igual que sus predecesores. Parece como si hubieran sido electos o nombrados para servir en el Poder Explicativo y no en el Poder Ejecutivo. Lo único que cambia es el contenido de las excusas. Ahora es el deterioro de las cosas tras 20 años de mal gobierno, la recesión económica internacional, la resistencia del sector privado a pagar más impuestos. ¿Cómo esperan que hagamos en tres meses, o en seis, o en doce o en veinticuatro, lo que ARENA no pudo hacer en 20 años?

Pues, no se olviden, señores, que para eso precisamente les ha encomendado el pueblo la conducción del gobierno, porque ustedes dijeron que ustedes sí podían. No les estamos pagando un sueldo para que nos expliquen por qué no pueden hacer bien las cosas, sino para que las hagan bien, porque esto último fue lo que ustedes nos ofrecieron durante la campaña electoral.

¿O acaso cuando nos ofrecían un país más seguro no se daban cuenta de lo terriblemente complicado que es el problema de la delincuencia? ¿No se daban cuenta cuando ofrecían 100,000 nuevos empleos que el mundo y nuestro país estaban pasando por la peor crisis económica de todos los tiempos? Lo sabían muy bien, y sabiéndolo ofrecieron soluciones, una nueva forma de gobernar, un cambio.

Por favor, no nos sigan diciendo que los problemas son muy feos o que llevan muy poco tiempo en el gobierno. Eso ya lo sabemos. No les estamos pidiendo que hagan los milagros que ofrecieron, porque cuando el pueblo votó por ustedes ya sabía que eso no era posible. Lo que les pedimos es mucho más sencillo.

Les pedimos, para empezar, que se hagan cargo de su responsabilidad. El pueblo eligió a un presidente en el entendido de que contaba con el respaldo de su partido; pero ahora resulta que, mucho antes de la media noche, los flamantes corceles se han convertido en ratones y el carruaje en calabaza. Eso se llama estafa política, muy parecida a la que nos hicieron los diputados tránsfugas que hoy forman el partido GANA, aunque estos últimos al menos fueron francos y reconocieron públicamente las desaveniencias con sus antiguos compañeros de viaje.

Ya que nos ofrecieron un cambio en la forma de gobernar, les pedimos, como mínimo, un cambio en las actitudes frente a la crítica. No asuman que es siempre mal intencionada; muchas veces, aunque dura, es constructiva. Quisiéramos ver una mayor capacidad para reconocer errores, pues de lo contrario no podemos tener confianza en que el segundo año será mejor que el primero y el tercero mejor que el segundo.

Además de reconocer errores, sería muy provechoso que tuvieran más humildad para pedir ayuda cuando la necesitan. Hay gente que, por muy diferentes razones, quisiera que el actual gobierno fracase, pero esa gente es una minúscula minoría; los demás, por afinidad ideológica, por propia conveniencia, o por un patriotismo tal vez pasado de moda, queremos que el gobierno tenga éxito, que haga bien las cosas, que saque adelante a El Salvador. Un gobierno que se anunció como muy participativo debe ir más allá de esas consultas que se hacen solo para publicidad, y buscar calladamente la ayuda de personas y organizaciones que tienen conocimientos y experiencia en cada uno de los ámbitos de la acción gubernamental.

Al presidente Funes le ha tocado gobernar en un tiempo sumamente complicado y lo está haciendo razonablemente bien, a pesar de que algunos de sus colaboradores son cero a la izquierda del punto decimal. En las encuestas del primer año se le reconocen sus méritos. Pero no se puede tapar el sol con un dedo. En algunas cosas no hemos avanzado casi nada. Algunos problemas se han agravado.

Los logros más visibles son los que responden a enfoques asistencialistas para amortiguar el impacto de la crisis económica en los sectores más vulnerables, pero eso no resuelve nada. Con el beneficio de la experiencia y habiendo agotado la tarea de organizar el aparato estatal, el segundo año de gobierno debe arrancar con más lucidez y audacia. Ya conocemos las excusas; ahora necesitamos empezar a ver resultados.

El Diario de Hoy (29/05/2010)