En vez de predicar todos los días, desde el día de su derrota electoral hasta la fecha, sobre lo constructivo y propositivo que van a ser como oposición, los dirigentes de ARENA simplemente deberían hacer su trabajo: ejercer oposición.
No importa si constructiva, propositiva, positiva, lo que el país necesita es oposición. Un contrapeso al gobierno. Un proyecto alternativo de nación, de desarrollo, de gobernabilidad. Habrá momentos y temas donde el ejercicio de esta oposición tendrá que ser "positivo", y otros donde tendrá que ser tajante.
Habrá momentos y temas donde habrá que decir: "No. ¡Y punto!", y otros donde habrá que decir: "Sí, pero bajo estas condiciones...". También habrá ocasiones excepcionales, cuando la oposición podrá simplemente decir: "Sí, de acuerdo, cuenten con nosotros".
Un partido de oposición no tiene por qué definirse como constructivo o destructivo. Un partido de oposición no tiene por qué pedir permiso para oponerse. No tiene que pedir disculpas y comprensión por haber ejercido oposición. Es su papel en el sistema democrático. Si no lo hace, si no se atreve, y si no lo hace bien, debilita la democracia.
La discusión sobre el carácter propositivo de la oposición es absurda: el papel de un partido opositor es, por definición, propositivo. Un partido opositor, o representa un proyecto político alternativo al gobierno (o sea propone a la Nación un proyecto diferente), o deja de ser oposición.
Por ejemplo, el PCN no es un partido opositor, porque no representa propuesta o proyecto ninguno. El PCN es un partido fuera del gobierno, esperando oportunidades de negociar sus votos.
Entonces, la pregunta a ARENA no es: ¿cuán propositivo sos frente al gobierno?, sino: ¿Cuál es tu proyecto, cuál es tu propuesta a la Nación?
Uno esperaría que a esta altura, habiendo transcurrido siete largos meses desde su derrota electoral, ARENA no convocara a una Convención Extraordinaria sin tener nada que decir en cuanto a programa nuevo, identidad política nueva, propuesta a la Nación nueva. Tristemente, precisamente esto pasó.
Convocaron a la primera Convención Extraordinaria después del cambio de gobierno a oposición, y no ofrecieron contenidos. Ratificaron para dos años al Coena que han puesto de emergencia para amortiguar la crisis y lidiar con el trauma de la derrota. No hubo ni signo de una discusión programática. Nada de debate sobre una nueva identidad política con la cual ARENA podría ir a futuras elecciones y entusiasmar a la juventud.
Veamos las fotos y los videos de la Convención arenera: las mismas caras, el mismo busto del mismo mayor Roberto d'Aubuisson, el mismo himno, la misma maña de los dirigentes de disfrazarse de columna de pinta y pega.
El mensaje es claro: "Aquí no pasó nada. Nos pegaron una gran vergueada (¿a saber por qué?), pero aquí no pasó nada. Por lo menos nada que nos obligue a revisar nuestro proyecto, redefinir nuestro programa y nuestra identidad como partido...".
Para los sectores que no se sienten representados por el FMLN y tampoco por la manera como ARENA ha gobernado, esto significa que no pueden seguir centrando sus expectativas en la renovación de ARENA.
En vez de renovarse, ARENA se enconcha en su pasado. Por esto, en vez del despliegue de liderazgos nuevos, observamos en la Convención el desfile de personajes históricos, incluyendo algunos que no pueden representar la renovación, sino más bien reviven la memoria de viejos abusos y errores...
La convención de ARENA evidencia que aquí se trata de un partido que se atrinchera en sus tradiciones para defender su lugar histórico. Muy bien. Entonces, de una vez por todas hay que dejar de esperar de ARENA que al mismo tiempo llene el espacio desocupado en nuestro mapa político de una centroderecha reformista, progresista y democrática.
ARENA, aunque más por inercia y omisión que de manera proactiva, ha definido el lugar que quiere ocupar. Que lo haga, y ojalá que lo haga bien, de manera coherente. Pero esto deja libres a todos los que insisten en una partido de centroderecha que se defina por su capacidad de reformar al país. Ya no es una cuestión de división, sino de un esfuerzo complementario necesario para el pluralismo del país.
Hay un espacio que, como ARENA ha decidido no ocuparlo, alguien lo tiene que llenar. Si no lo hacen sectores de la oposición, lo harán sectores de la coalición gobernante. En política, como en física, no hay vacío que no se llene.
Posdata: Al terminar esta columna me entero de que 12 diputados de ARENA se han declarados rebeldes y ya no responderán a la dirección del Coena. Eso sí es irónico: a pesar del gran cuidado del Coena actual de no hablar de renovación, para no provocar divisiones en ARENA, el sector más retrógrado se les fue al carajo.
De nada sirvió hacer una Convención sin discutir lo que había que discutir. De nada sirvió tapar las contradicciones entre reacción y renovación. Tal vez ahora, sin el freno del miedo a la división (porque ya se dio de todos modos), ARENA puede avanzar hacia su renovación. O si no, dar paso a otra escisión...
No importa si constructiva, propositiva, positiva, lo que el país necesita es oposición. Un contrapeso al gobierno. Un proyecto alternativo de nación, de desarrollo, de gobernabilidad. Habrá momentos y temas donde el ejercicio de esta oposición tendrá que ser "positivo", y otros donde tendrá que ser tajante.
Habrá momentos y temas donde habrá que decir: "No. ¡Y punto!", y otros donde habrá que decir: "Sí, pero bajo estas condiciones...". También habrá ocasiones excepcionales, cuando la oposición podrá simplemente decir: "Sí, de acuerdo, cuenten con nosotros".
Un partido de oposición no tiene por qué definirse como constructivo o destructivo. Un partido de oposición no tiene por qué pedir permiso para oponerse. No tiene que pedir disculpas y comprensión por haber ejercido oposición. Es su papel en el sistema democrático. Si no lo hace, si no se atreve, y si no lo hace bien, debilita la democracia.
La discusión sobre el carácter propositivo de la oposición es absurda: el papel de un partido opositor es, por definición, propositivo. Un partido opositor, o representa un proyecto político alternativo al gobierno (o sea propone a la Nación un proyecto diferente), o deja de ser oposición.
Por ejemplo, el PCN no es un partido opositor, porque no representa propuesta o proyecto ninguno. El PCN es un partido fuera del gobierno, esperando oportunidades de negociar sus votos.
Entonces, la pregunta a ARENA no es: ¿cuán propositivo sos frente al gobierno?, sino: ¿Cuál es tu proyecto, cuál es tu propuesta a la Nación?
Uno esperaría que a esta altura, habiendo transcurrido siete largos meses desde su derrota electoral, ARENA no convocara a una Convención Extraordinaria sin tener nada que decir en cuanto a programa nuevo, identidad política nueva, propuesta a la Nación nueva. Tristemente, precisamente esto pasó.
Convocaron a la primera Convención Extraordinaria después del cambio de gobierno a oposición, y no ofrecieron contenidos. Ratificaron para dos años al Coena que han puesto de emergencia para amortiguar la crisis y lidiar con el trauma de la derrota. No hubo ni signo de una discusión programática. Nada de debate sobre una nueva identidad política con la cual ARENA podría ir a futuras elecciones y entusiasmar a la juventud.
Veamos las fotos y los videos de la Convención arenera: las mismas caras, el mismo busto del mismo mayor Roberto d'Aubuisson, el mismo himno, la misma maña de los dirigentes de disfrazarse de columna de pinta y pega.
El mensaje es claro: "Aquí no pasó nada. Nos pegaron una gran vergueada (¿a saber por qué?), pero aquí no pasó nada. Por lo menos nada que nos obligue a revisar nuestro proyecto, redefinir nuestro programa y nuestra identidad como partido...".
Para los sectores que no se sienten representados por el FMLN y tampoco por la manera como ARENA ha gobernado, esto significa que no pueden seguir centrando sus expectativas en la renovación de ARENA.
En vez de renovarse, ARENA se enconcha en su pasado. Por esto, en vez del despliegue de liderazgos nuevos, observamos en la Convención el desfile de personajes históricos, incluyendo algunos que no pueden representar la renovación, sino más bien reviven la memoria de viejos abusos y errores...
La convención de ARENA evidencia que aquí se trata de un partido que se atrinchera en sus tradiciones para defender su lugar histórico. Muy bien. Entonces, de una vez por todas hay que dejar de esperar de ARENA que al mismo tiempo llene el espacio desocupado en nuestro mapa político de una centroderecha reformista, progresista y democrática.
ARENA, aunque más por inercia y omisión que de manera proactiva, ha definido el lugar que quiere ocupar. Que lo haga, y ojalá que lo haga bien, de manera coherente. Pero esto deja libres a todos los que insisten en una partido de centroderecha que se defina por su capacidad de reformar al país. Ya no es una cuestión de división, sino de un esfuerzo complementario necesario para el pluralismo del país.
Hay un espacio que, como ARENA ha decidido no ocuparlo, alguien lo tiene que llenar. Si no lo hacen sectores de la oposición, lo harán sectores de la coalición gobernante. En política, como en física, no hay vacío que no se llene.
Posdata: Al terminar esta columna me entero de que 12 diputados de ARENA se han declarados rebeldes y ya no responderán a la dirección del Coena. Eso sí es irónico: a pesar del gran cuidado del Coena actual de no hablar de renovación, para no provocar divisiones en ARENA, el sector más retrógrado se les fue al carajo.
De nada sirvió hacer una Convención sin discutir lo que había que discutir. De nada sirvió tapar las contradicciones entre reacción y renovación. Tal vez ahora, sin el freno del miedo a la división (porque ya se dio de todos modos), ARENA puede avanzar hacia su renovación. O si no, dar paso a otra escisión...
(El Diario de Hoy)