Parece que las elecciones de enero van a dar un resultado sorprendente en un país donde la palabra más usada es ‘cambio’: Todo seguirá igual. La correlación de fuerzas no cambiará en la Asamblea Legislativa. El FMLN, lejos de su meta anunciada de ganar 43 diputados, quedaría más o menos igual en la elección de diputados. ARENA, lejos de ser arrollada por la anunciada tendencia al cambio en favor del FMLN, se mantendría igual.
¿Cuál cambio?, habrá que preguntarse...
Parece irónico pensar que cuando se sienta el polvo de la batalla, toda seguirá igual, habrá la misma necesidad que los partidos, en vez de imponer su políticas, se pongan de acuerdo. Significa que el electorado muestra mucho más sabiduría y astucia política que los estrategas de los partidos.
Y significa otra cosa igualmente sorprendente: que la estrategia de ARENA, que todos la hemos censurado (algunos con angustia, otros con satisfacción, todos con insistencia), está funcionando mejor que todos sus críticos nos podíamos imaginar.
El mismo FMLN ha definido qué tipo de victoria piensan cosechar en enero 2009: defender la alcaldía emblemática de San Salvador, y ganar con 43 diputados la mayoría simple en la Asamblea. Y así seguir montando la ola del cambio para arrasar con las presidenciales en marzo. El surfeador, si se equivoca montando una ola que no tiene fuerza, se hunde...
Resulta que aparte de no lograr aumentar sustancialmente sus diputados, el FMLN corre peligro serio de perder la alcaldía de San Salvador. En este sentido, la decisión de ARENA de concentrarse a la batalla por San Salvador, en vez de invertir mucho en la campaña presidencial, parece correcta.
No significa que ARENA y su jefe de campaña, quien sigue siendo Tony Saca, se conforman con ganar la alcaldía y perder Casa Presidencial. Pero ellos saben que para revertir la ventaja que sigue llevando su adversario en la carrera presidencial, necesitan destruir el mito de invencibilidad que ha logrado proyectar el FMLN a su candidato. O sea, atacar exitosamente la percepción que hay una tendencia al cambio que es idéntica con la tendencia de poner a Mauricio Funes en Casa Presidencial. Una vez desinflado este globo, ya no existe ventaja en la carrera presidencial y cualquiera de los dos partidos podrá ganar en marzo.
Lo que va de la campaña demuestra que ARENA no ha encontrado el campo de batalla donde logra pincharle el globo a Mauricio Funes. No han encontrado cómo crear un hecho político suficientemente fuerte para destruir la percepción de que el que está ganando es Funes. Entonces, en vez de ir a batallas que corren peligro de perder y así fortalecer la aureola de invencibilidad de su adversario, los estrategas de ARENA han cambiado sus prioridades: Hasta el 18 de enero, la prioridad tiene la batalla por San Salvador, porque ahí es donde el FMLN es débil y puede ser derrotado; y la batalla por los diputados, porque ahí es donde el FMLN ha cometido un error estratégico, anunciando una meta imposible de alcanzar. Este error de cálculo del FMLN significa que ARENA no tiene que ganar mayoría parlamentaria para ganar, es suficiente no perder - y a partir del 18 de enero, comenzar de verdad con la campaña presidencial.
Los números hasta ahora disponibles sobre las elecciones municipales y legislativas del 18 de enero muestran que esta estrategia puede funcionar. Por primera vez, ARENA puede ver luz al final de un largo túnel.
De aquí al 18 de enero, hay que observar de cerca todo lo que pase en Sal Salvador, cómo la gente evalúa el gobierno municipal, cómo se comporta la masa de habitantes de las comunidades marginales y cómo la clase media capitalina.
Qué cosa más irónica para el FMLN: Su mejor alcalde, Héctor Silva, hubiera sido su carta ganadora para la presidencia. No la querían jugar, porque Silva era demasiado moderado. Más bien lo sacaron del partido. Y hoy su peor alcaldesa, Violeta Menjívar, puede ser la carta que los haga perder nuevamente Casa Presidencial. Todo el mundo, inclusive su candidato presidencial, les dijo que querer imponer la reelección de una alcaldesa fracasada les iba a costar caro. Pero insistieron en ella por razones de cohesión partidaria.
Los errores se pagan, si hay quien los cobra. En este caso es cobrable, y el precio puede ser la presidencia.
(El Diario de Hoy, Observador Electoral)