De Rafael Hojas, El Pais
La derrota de las reformas chavistas en el referéndum constitucional del 2 de diciembre marca el inicio de una contención de la deriva autoritaria de la izquierda radical en América Latina. Gracias a un procedimiento democrático ejemplar, impulsado por él mismo, Chávez tiene ahora mayores dificultades para reducir al mínimo los elementos de democracia y mercado en Venezuela. La perspectiva de una nueva reelección, en 2013, de un crecimiento del sector estatal y de una limitación aún mayor de las corrientes opositoras y de los medios autónomos, podría revertirse con una virtual reestructuración del campo opositor venezolano, en la que el movimiento estudiantil jugará un rol protagónico. Muchos opositores a Chávez habían señalado que las reformas constitucionales que no se aprobaron buscaban introducir el sistema cubano en Venezuela. Al propio Chávez le gusta estimular esa lectura de su gradual y calculada radicalización política. Sin embargo, las reformas chavistas no iban más allá de un peligroso reforzamiento del poder ejecutivo y del derecho a la reelección presidencial. El sentido autoritario de esas reformas era evidente, pero entre un presidencialismo dictatorial y un totalitarismo comunista hay un trecho largo que, de remontarse, implicaría la estatalización de la propiedad, el cierre de la esfera pública y la imposición del partido único.
Está claro que el socialismo del siglo XXI, del que habla Chávez, quisiera ser algo distinto a la socialdemocracia o al socialismo democrático y de mercado. Líderes de la izquierda moderna iberoamericana, como Zapatero, Lula, Vázquez o Bachelet, no califican, según el chavismo, como verdaderos socialistas, ya que preservan las instituciones "injustas" del mercado y la democracia. Pero el socialismo del siglo XXI quisiera ser algo distinto, también, al sistema soviético, con su perfecta racionalidad burocrática, y a los populismos clásicos de la región -Vargas, Cárdenas, Perón...-, aunque retome buena parte de su discurso mesiánico y su tecnología carismática.
El socialismo del siglo XXI es, pues, la meta de una izquierda autodenominada "revolucionaria", que sigue creyendo en la concentración del poder económico y político en el Estado, como mecanismo de distribución equitativa del ingreso, y en una oposición intransigente a la hegemonía mundial de Washington. La vocación antiliberal y antidemocrática de esa izquierda choca con su origen electoral -Chávez, Morales, Correa y Ortega han sido elegidos democráticamente- y con los mecanismos de acumulación capitalista que aseguran el crecimiento de sus respectivas economías. ¿Por qué Venezuela, Bolivia, Ecuador o Nicaragua no avanzan, realmente, hacia una cubanización de sus sistemas sociales?
A pesar de saberse admirado por Chávez, el propio Fidel Castro no recomienda la difusión del modelo cubano. Podría pensarse que dicho pacto -admírame pero no me copies- busca evitar una mayor polarización social y un escalamiento del conflicto con Estados Unidos. Sin embargo, sus implicaciones ideológicas son serias: Chávez, por lo visto, evita acelerar la cubanización de Venezuela, no porque no quiera, sino porque teme perder el poder. Su legitimidad, a diferencia de la de Fidel y a pesar de tanta retórica socialista, no es plenamente revolucionaria sino democrática.
La pregunta podría invertirse: ¿por qué Cuba no adopta el régimen chavista, si los más altos funcionarios de la isla (Lage, Pérez Roque, Alarcón...) consideran a Chávez "segundo" presidente y hablan de una deseada "confederación"? De avanzar hacia ese modelo, en Cuba tendría que permitirse la privatización de buena parte de la economía, la legalización de partidos opositores y el funcionamiento de medios independientes del Estado. Pero tampoco: los líderes cubanos no contemplan una adopción del sistema venezolano por la misma razón que Chávez no se radicaliza: saben que de hacerlo se arriesgan a perder el poder.
La relación entre Cuba y sus aliados de la izquierda estatal produce, por tanto, una rentable ambigüedad ideológica. ¿Es Cuba, como la Unión Soviética, un modelo agotado de socialismo del siglo XX, que debe ser trascendido por la nueva izquierda radical? ¿Es Cuba, en realidad, ese socialismo del siglo XXI, del que habla Chávez, y al que deben aproximarse cautelosamente los países latinoamericanos? La diferencia entre ambas interpretaciones es grande, sobre todo si se tiene en cuenta que el modelo a imitar está siendo fuertemente presionado por demandas de cambio, que no provienen únicamente de Washington, Madrid, la oposición o el exilio, sino de la propia sociedad cubana.
El socialismo del siglo XXI, siguiendo la idea de la ambigüedad o el "significante vacío" de La razón populista (2005), el libro de Ernesto Laclau, podría ser definido como un bluff o como amenaza o simulación del comunismo, instrumentada por capitalismos autoritarios de Estado. En ese simulacro, casi todos los legados de la izquierda del siglo XX -menos el anarquismo y la socialdemocracia- son aprovechables, aunque sean ideológicamente contradictorios: Lenin, Trotski y Stalin, Vargas, Perón y Cárdenas, Zapata, el Che y Fidel. En la práctica, sin embargo, esos Gobiernos -Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua...- no traspasan los límites de un capitalismo de Estado que, desde la perspectiva de la NEP leninista o de la todavía reciente Cuba soviética, calificaría como orden burgués.
No por tratarse de un simulacro de comunismo, la nueva ideología de la izquierda radical latinoamericana es, potencialmente, menos antiliberal y antidemocrática. De hecho, buena parte de la nostalgia del sistema soviético que la caracteriza tiene como trasfondo la idea de que sus artífices no avanzan más en el control social porque las "condiciones del mundo unipolar no lo permiten". Mientras los pueblos "maduran" y se "educan", el bluff incentiva el conflicto con Estados Unidos, polariza las sociedades y crea la plataforma adecuada para una justificación de la permanencia en el poder, a partir del principio del estado de excepción y del síndrome de "plaza sitiada".
Desde el punto de vista geopolítico, uno de los mejores efectos de la derrota oficial en Venezuela sería el reforzamiento de las corrientes reformistas en la isla y una inhibición de los sectores más intransigentes, que en los últimos años han apostado todo al vínculo con Caracas, como reemplazo de la dependencia económica de la URSS. El dubitativo proceso de sucesión que encabeza Raúl Castro se mueve, por lo visto, en una zona distante al nexo con Chávez y aspira a lo que sus seguidores han llamado un "relanzamiento" del socialismo cubano sobre bases propias.
Un Chávez fortalecido por el triunfo en el referéndum y con posibilidades de reelegirse en 2013 y de permanecer en el poder hasta 2020 o 2027 hubiera sido una garantía de perpetuidad para las élites cubanas. Los actuales llamados al "debate" y al reconocimiento de la "diversidad", por parte del Partido Comunista, no deberían hacernos olvidar que entre 1986 y 2006 ese mismo partido decidió concentrar todo el poder político y administrativo de la isla en la persona de Fidel Castro. La prioridad de las élites cubanas es subsistir, conservar el poder y para ello están dispuestas a todo: incluso, a tolerar las críticas de sus partidarios. A todo, digo, menos a reconocer la oposición y el exilio o a convocar a un referéndum democrático como el venezolano.
Está claro que el socialismo del siglo XXI, del que habla Chávez, quisiera ser algo distinto a la socialdemocracia o al socialismo democrático y de mercado. Líderes de la izquierda moderna iberoamericana, como Zapatero, Lula, Vázquez o Bachelet, no califican, según el chavismo, como verdaderos socialistas, ya que preservan las instituciones "injustas" del mercado y la democracia. Pero el socialismo del siglo XXI quisiera ser algo distinto, también, al sistema soviético, con su perfecta racionalidad burocrática, y a los populismos clásicos de la región -Vargas, Cárdenas, Perón...-, aunque retome buena parte de su discurso mesiánico y su tecnología carismática.
El socialismo del siglo XXI es, pues, la meta de una izquierda autodenominada "revolucionaria", que sigue creyendo en la concentración del poder económico y político en el Estado, como mecanismo de distribución equitativa del ingreso, y en una oposición intransigente a la hegemonía mundial de Washington. La vocación antiliberal y antidemocrática de esa izquierda choca con su origen electoral -Chávez, Morales, Correa y Ortega han sido elegidos democráticamente- y con los mecanismos de acumulación capitalista que aseguran el crecimiento de sus respectivas economías. ¿Por qué Venezuela, Bolivia, Ecuador o Nicaragua no avanzan, realmente, hacia una cubanización de sus sistemas sociales?
A pesar de saberse admirado por Chávez, el propio Fidel Castro no recomienda la difusión del modelo cubano. Podría pensarse que dicho pacto -admírame pero no me copies- busca evitar una mayor polarización social y un escalamiento del conflicto con Estados Unidos. Sin embargo, sus implicaciones ideológicas son serias: Chávez, por lo visto, evita acelerar la cubanización de Venezuela, no porque no quiera, sino porque teme perder el poder. Su legitimidad, a diferencia de la de Fidel y a pesar de tanta retórica socialista, no es plenamente revolucionaria sino democrática.
La pregunta podría invertirse: ¿por qué Cuba no adopta el régimen chavista, si los más altos funcionarios de la isla (Lage, Pérez Roque, Alarcón...) consideran a Chávez "segundo" presidente y hablan de una deseada "confederación"? De avanzar hacia ese modelo, en Cuba tendría que permitirse la privatización de buena parte de la economía, la legalización de partidos opositores y el funcionamiento de medios independientes del Estado. Pero tampoco: los líderes cubanos no contemplan una adopción del sistema venezolano por la misma razón que Chávez no se radicaliza: saben que de hacerlo se arriesgan a perder el poder.
La relación entre Cuba y sus aliados de la izquierda estatal produce, por tanto, una rentable ambigüedad ideológica. ¿Es Cuba, como la Unión Soviética, un modelo agotado de socialismo del siglo XX, que debe ser trascendido por la nueva izquierda radical? ¿Es Cuba, en realidad, ese socialismo del siglo XXI, del que habla Chávez, y al que deben aproximarse cautelosamente los países latinoamericanos? La diferencia entre ambas interpretaciones es grande, sobre todo si se tiene en cuenta que el modelo a imitar está siendo fuertemente presionado por demandas de cambio, que no provienen únicamente de Washington, Madrid, la oposición o el exilio, sino de la propia sociedad cubana.
El socialismo del siglo XXI, siguiendo la idea de la ambigüedad o el "significante vacío" de La razón populista (2005), el libro de Ernesto Laclau, podría ser definido como un bluff o como amenaza o simulación del comunismo, instrumentada por capitalismos autoritarios de Estado. En ese simulacro, casi todos los legados de la izquierda del siglo XX -menos el anarquismo y la socialdemocracia- son aprovechables, aunque sean ideológicamente contradictorios: Lenin, Trotski y Stalin, Vargas, Perón y Cárdenas, Zapata, el Che y Fidel. En la práctica, sin embargo, esos Gobiernos -Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua...- no traspasan los límites de un capitalismo de Estado que, desde la perspectiva de la NEP leninista o de la todavía reciente Cuba soviética, calificaría como orden burgués.
No por tratarse de un simulacro de comunismo, la nueva ideología de la izquierda radical latinoamericana es, potencialmente, menos antiliberal y antidemocrática. De hecho, buena parte de la nostalgia del sistema soviético que la caracteriza tiene como trasfondo la idea de que sus artífices no avanzan más en el control social porque las "condiciones del mundo unipolar no lo permiten". Mientras los pueblos "maduran" y se "educan", el bluff incentiva el conflicto con Estados Unidos, polariza las sociedades y crea la plataforma adecuada para una justificación de la permanencia en el poder, a partir del principio del estado de excepción y del síndrome de "plaza sitiada".
Desde el punto de vista geopolítico, uno de los mejores efectos de la derrota oficial en Venezuela sería el reforzamiento de las corrientes reformistas en la isla y una inhibición de los sectores más intransigentes, que en los últimos años han apostado todo al vínculo con Caracas, como reemplazo de la dependencia económica de la URSS. El dubitativo proceso de sucesión que encabeza Raúl Castro se mueve, por lo visto, en una zona distante al nexo con Chávez y aspira a lo que sus seguidores han llamado un "relanzamiento" del socialismo cubano sobre bases propias.
Un Chávez fortalecido por el triunfo en el referéndum y con posibilidades de reelegirse en 2013 y de permanecer en el poder hasta 2020 o 2027 hubiera sido una garantía de perpetuidad para las élites cubanas. Los actuales llamados al "debate" y al reconocimiento de la "diversidad", por parte del Partido Comunista, no deberían hacernos olvidar que entre 1986 y 2006 ese mismo partido decidió concentrar todo el poder político y administrativo de la isla en la persona de Fidel Castro. La prioridad de las élites cubanas es subsistir, conservar el poder y para ello están dispuestas a todo: incluso, a tolerar las críticas de sus partidarios. A todo, digo, menos a reconocer la oposición y el exilio o a convocar a un referéndum democrático como el venezolano.
La lección del guasón de Caracas
De Joaquín Villalobos, El Diario de Hoy
Oxford, Inglaterra. Durante la guerra destituimos a uno de nuestros dirigentes porque no podía controlar el miedo a los ataques aéreos y operativos del ejército. Algunos inventan formas de no reconocer el miedo, este dirigente inventó diferencias políticas. El ejército salvadoreño, por su parte, inventó un tranquilizante llamado "minuto loco", este consistía en un minuto de disparos sin sentido que le ayudaban a la tropa a espantar el temor. El miedo es normal y lo siente todo el mundo. Ser valiente no significa no tener miedo, sino tener la capacidad de controlarlo y ocultarlo porque la regla es que la moral de la tropa siempre depende del rostro del jefe.
De Joaquín Villalobos, El Diario de Hoy
Oxford, Inglaterra. Durante la guerra destituimos a uno de nuestros dirigentes porque no podía controlar el miedo a los ataques aéreos y operativos del ejército. Algunos inventan formas de no reconocer el miedo, este dirigente inventó diferencias políticas. El ejército salvadoreño, por su parte, inventó un tranquilizante llamado "minuto loco", este consistía en un minuto de disparos sin sentido que le ayudaban a la tropa a espantar el temor. El miedo es normal y lo siente todo el mundo. Ser valiente no significa no tener miedo, sino tener la capacidad de controlarlo y ocultarlo porque la regla es que la moral de la tropa siempre depende del rostro del jefe.
El "aguerrido" Pinochet, golpista de 1973, contrastó con el general que vimos acobardado frente a un arresto domiciliar en Londres. Muchos recuerdan las imágenes de Sadam Hussein arengando enérgicamente a sus seguidores mientras disparaba su fusil al aire, o las del panameño general Noriega cuando en la misma situación gritaba desafiante con un machete en su mano. A la hora de los tiros, el primero se fue a meter a un agujero y el segundo se refugió en la Nunciatura Apostólica. Cualquier parecido de estas conductas con lo que hace el coronel Chávez no es casualidad. Durante los 22 años que pasé en la clandestinidad y la guerra, aprendí a reconocer la cobardía. El discurso provocador, los insultos y la fanfarronería de jurar por su madre que tomaría de nuevo el fusil no son manifestaciones de valor, sino señales de inseguridad, algo que confirman las dos rendiciones anteriores del coronel. Salvador Allende era un demócrata que jamás hizo alardes, pero demostró un coraje extraordinario cuando se enfrentó a la obligación de morir combatiendo.
El Chávez amenazante, dogmático y autoritario que insulta a presidentes y reyes contrastó con el Chávez moderado, pragmático y democrático que la madrugada del 3 de diciembre aceptó la derrota a su intento de reformar la Constitución. Esto no es normal, sin duda algo obligó a que por tercera vez el coronel se rindiera. Tanto la dilación en presentar los resultados del referéndum, como la presencia de militares junto a él cuando apareció por TV fueron muy extrañas. Ese era un evento del poder civil y los militares no tenían nada que estar haciendo allí. Sólo hay dos posibilidades, o estuvieron allí para obligarlo a aceptar el resultado o estaban para protegerlo de sus propios seguidores frustrados, en cualquier caso la inseguridad del coronel sería el motor del acomodo de discurso.
El problema es que el discurso incendiario, polarizante e irresponsable del coronel deriva en que muchos jóvenes de sus filas, más no él, terminan usando y creyendo que la violencia es necesaria en Venezuela. La parlamentaria que golpeó a un presentador de televisión frente a las cámaras, el conductor que pretendió atropellar al ex ministro de Defensa y otros muchos incidentes similares, tienen como factor causal el lenguaje del presidente y las actitudes de algunos opositores. Los resultados del referéndum ayudan, pero la polarización extrema continuará. En ese contexto la formación de milicias chavistas, y el peligro latente de una división en el ejército seguirán manteniendo al país al borde de una guerra civil de la cual sólo la vocación pacifista de los venezolanos puede continuar salvándolo. Un gran plan de reunificación y reconciliación de los venezolanos es sin duda ahora lo más urgente.
Pero una pregunta fundamental es cómo cayó la Venezuela democrática en manos de un personaje como Chávez y qué le puede dejar todo esto para el futuro. No llegó allí por accidente ni se lo inventó Fidel Castro, aunque ahora le sirva. El coronel indigna ahora a las élites de su país y les está haciendo sentir un miedo que no conocían. Chávez no es ningún proyecto político serio, ni un combatiente revolucionario, ni un ideólogo de izquierda, el coronel es simplemente una venganza estructural que parió el egoísmo y el olvido social. Su relajo ha sentado a la mesa del poder a muchos excluidos que están allí exaltados, desconfiados, malcriados, resentidos y algunos muy violentos. No se puede aplaudir a Chávez, pero se debe decir que ese terremoto social es la lección que están recibiendo los poderosos venezolanos por haber sido irresponsables.
En El Salvador vivimos una guerra civil que llegó hasta las propias casas de la oligarquía, pero no se aprendió la lección. En vez de aprovechar la paz para construir un sistema político entre fuerzas moderadas se apostó consciente y premeditadamente a la polarización, se continuó explicando estúpidamente la guerra como una "agresión comunista", no se han querido reconocer las culpas del poder y se sigue viendo el gobierno como negocio particular de la derecha. La política social aparece siempre por miedo y emergencia, nunca por inteligencia. El Salvador está ahora de nuevo polarizado, en un mar de violencia criminal casi irresoluble y posiblemente muy cerca de otro período de venganza estructural que ya encontrará su propio guasón.
"NO SE PUDO POR AHORA, PERO MANTENGO MI PROPUESTA"
De Hugo Chávez (www.congresobolivariano.org )
El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, afirmó este lunes que continuará trabajando en el proyecto que formuló al país, con el objeto de concretar las transformaciones que requiere la Nación.
“No se pudo por ahora, pero mantengo la propuesta, la más avanzada del planeta y que busca alcanzar la máxima inclusión social, principio fundamental de nuestro sistema”, agregó el Jefe de Estado desde el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores.
En cadena nacional de radio y televisión, y luego de que fuera difundido el primer boletín oficial del referendo sobre la Reforma Constitucional, el líder de la Revolución Bolivariana emitió un llamado a la reconciliación de los ciudadanos y ciudadanas.
“Ojalá logremos aprender a respetar nuestras diferencias y a caminar juntos debatiendo y alejándonos de los caminos de la violencia, de las conspiraciones y de los planes subordinados al imperio norteamericano”, resaltó.
Asimismo, se refirió a los trabajadores sin patrono, quienes se beneficiarían con la modificación de la Carta Magna: “ya buscaremos la manera de irlos incluyendo. Seguramente será de una forma más lenta y con más dificultades, pero ya buscaremos la manera de que tengan su sistema de seguridad social”.
Chávez recordó al pueblo de Venezuela las palabras del Libertador Simón Bolívar, quien en Magdalena, Perú, dijo en 1826: “nada es tan conforme con las doctrinas populares como el consultar a la Nación en masa sobre los puntos capitales en que se fundan los Estados, las leyes fundamentales y el Magistrado Supremo”.
'Todos los particulares están sujetos al error o a la seducción, pero no así el pueblo que posee en grado eminente la conciencia de su bien y la medida de su independencia', continuó.
“De este modo, su juicio, el del pueblo, es puro, su voluntad fuerte, y por consiguiente nadie puede corromperlo, ni menos intimidarlo. Yo tengo pruebas irrefragables del tino del pueblo en las grandes resoluciones, y por eso es que siempre he preferido sus opiniones a la de los sabios”, culminó la cita al padre de la Patria.
Chávez aseguró que 'es el pueblo el que ha hablado. La voz de la Nación, decía Juan Jacobo Rousseau. Yo, como Presidente de la Nación, he oído la voz del pueblo y siempre la voy a estar oyendo. Me la llevo en el corazón para nuestro análisis y para continuar construyendo la Venezuela bolivariana y de nuestros hijos', concluyó.
Un pueblo bajo el fuego
De Fidel Castro Ruz, Granma, 29 de noviembre 2007
Venezuela, cuyo pueblo heredó de Bolívar ideas que trascienden su época, enfrenta hoy la tiranía mundial mil veces más poderosa que la fuerza colonial de España sumada a la de la República recién nacida de los Estados Unidos, que a través de Monroe proclamó el derecho a la riqueza natural del continente y al sudor de sus pueblos.
Martí denunció el brutal sistema y lo calificó de monstruo, en cuyas entrañas vivió. Su espíritu internacionalista brilló como nunca cuando, en carta inconclusa por su muerte en combate, develó públicamente el objetivo de su incesante batallar: "...ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América..."
No en vano, en un sencillo verso, expresó: "Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar". Más tarde proclamó con frase lapidaria: "Patria es humanidad". El Apóstol de nuestra independencia escribió un día: "Deme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo". Los medios más sofisticados desarrollados por la tecnología, utilizados para matar seres humanos y someter a los pueblos o exterminarlos; la siembra masiva de reflejos condicionados en la mente; el consumismo y todos los recursos disponibles, se emplean hoy contra los venezolanos, pretendiendo hacer trizas las ideas de Bolívar y Martí.
El imperio ha creado las condiciones propicias para la violencia y los conflictos internos. Con Chávez hablé muy seriamente en su última visita el pasado 21 de noviembre sobre los riesgos de magnicidio a los que estaba exponiéndose constantemente en vehículos descubiertos. Lo hice a partir de mi experiencia como combatiente entrenado en el uso de la mirilla telescópica y el fusil automático y a la vez, después del triunfo, como blanco de planes de atentados directamente ordenados o inducidos por casi todas las administraciones de los Estados Unidos desde 1959. El gobierno irresponsable del imperio no se detiene un minuto a pensar que un magnicidio o una guerra civil en Venezuela, por sus enormes reservas de hidrocarburos, harían estallar la economía mundial globalizada. Tales circunstancias no tienen precedente en la historia del hombre.
Cuba, en la fase más dura a que nos condujo la desaparición de la URSS y el recrudecimiento del bloqueo económico de los Estados Unidos, desarrolló estrechos vínculos con el gobierno bolivariano de Venezuela. El intercambio de bienes y servicios, de casi cero, se elevó a más de 7 000 millones de dólares anuales, con grandes beneficios económicos y sociales para ambos pueblos. De allí recibimos en la actualidad el suministro fundamental de combustible que consume el país, muy difícil de adquirir en otras fuentes dada la escasez de crudos ligeros, la insuficiente capacidad de refinación, el poder de Estados Unidos y las guerras que ha desatado para apropiarse de las reservas de petróleo y gas en el mundo.
A los elevados precios de la energía añádanse los de los alimentos, determinados por la política imperial de convertirlos en combustible para los voraces automóviles de Estados Unidos y otros países industrializados. No bastaría el triunfo del Sí el 2 de diciembre. Las semanas y meses posteriores a esa fecha pueden llegar a ser sumamente duros para muchos pueblos, entre ellos el de Cuba, si es que antes las aventuras del imperio no conducen al planeta a una guerra atómica, como han confesado sus propios jefes.
Nuestros compatriotas pueden estar seguros de que he tenido tiempo para pensar y meditar mucho sobre estos problemas.
Con pena ajena - Presidente vulgar
Editorial del periódico El Nacional, Caracas, del 6 de diciembre 2007
Editorial del periódico El Nacional, Caracas, del 6 de diciembre 2007
Ayer el Presidente volvió al lenguaje bajo y rastrero que nadie está dispuesto a escuchar de un mandatario. Este desfase entre lo que son los venezolanos y la forma chabacana en que el Presidente dice interpretarnos, ofrece muchos argumentos para explicar el por qué los votantes dijeron No, o se abstuvieron de pronunciarse por fidelidad a su jefe.
En su megalomanía, Chávez sólo acepta la derrota como una torpeza de sus colaboradores más cercanos. Pero eso no puede convertirse en una culpa del resto de los venezolanos, que estamos lúcidos y no somos fanáticos de un militar adoctrinado por los servicios secretos cubanos.
Nuestro pecado es exigir respeto a los resultados electorales, a la fuerza social que hoy surge decidida a no aceptar irrespeto de alguien tan vulgar. Queremos un país que no sea objeto de la burla en los medios internacionales, que no nos haga pasar pena ajena y que se ocupe de nuestros problemas inmediatos de seguridad y abastecimiento.
Los beneficios del petróleo deben dirigirse a la felicidad de la gente y no de una familia presidencial, que socarronamente se ha vuelto próspera y echona cosechando los petrodólares que son de todos y no de un grupito de Barinas.
Tales sinvergüencerías inhabilitan al Presidente en lo político y lo moral, incluso en lo revolucionario, que como modo de vida exige la austeridad y el sacrificio. De manera que le queda grande y le resulta vulgar, Presidente, calificar al triunfo de la oposición como una "victoria de mierda". Son venezolanos que, a sus ojos, cometen un delito: el de disentir democráticamente de sus propuestas.
Esos millones de votantes que acudieron pacíficamente a enfrentarlo a usted, jefe de todas las triquiñuelas y experto en la compra de votos con el dinero del tesoro público son, a su juicio, simples residuos de un pozo séptico, de una cloaca de las tantas que desembocan en el río Guaire.
No contento con estos insultos, el mandatario se refirió a un periodista de El Nacional, Hernán Lugo-Galicia, apreciado por todos en el gremio, incluso por el oficialismo. Se trata de un reportero de amplia experiencia y probada trayectoria profesional. Lo amenazó, cobardemente, como sólo puede hacerlo un Presidente que tiene todo el poder y las policías para hacer daño. Nosotros sólo tenemos la posibilidad de narrar los hechos y declararlos para la historia. En eso estamos, y aquí lo esperamos.
Democracy in the Americas
By Roger Cohen, The New Cork Times, op-ed-columnist, December 6, 2007
Those are words I never thought I’d write. But nor did I think it possible that a Latin American strongman, issued from the barracks, accumulating power through threats, slandering opponents as “traitors,” buying support with $150 million a day in oil money, and bent on a socialist revolution, would accept a marginal electoral defeat.
No, if it came to the humiliation of a 51 to 49 percent rejection of his proposal to end term limits and undermine private property rights and centralize authority, he would surely use a controlled Election Commission to tweak the numbers for Venezuela’s glorious march to socialism.
And yet, there was a glum Chávez declaring in the unadorned language no totalitarian system can abide that: “The people’s decision will be upheld in respect of the basic rule of democracy: the winning option is the one that gets most votes.”
The United States might ponder those words — not just because of what happened in the presidential election of 2000; not just because the arithmetic of voting has proved unpalatable in Palestine; not just because of the past U.S.-abetted trampling of elected Latin American leaders in Chile and elsewhere — but because democracy was alive and vital in Venezuela on Sunday in a way foreign to President Bush’s America.
I watched as “Chávistas” and their opponents exchanged arguments in the sun. The issue was grave — a change of economic system under a comandante eyeing lifelong rule — but civility prevailed. When the result came in the early hours Monday, supporters of the “No” campaign partied undisturbed.
Venezuela’s democratic credentials are robust for Latin America — democracy has held since 1958 — but pale by U.S. standards. Yet there was a directness, meaningfulness and civic responsibility about the proceedings that make the early running in the American election look pitiful.
Bill Clinton’s latest whining about press coverage of his wife, Mitt Romney’s latest broadside on immigration, the various spins of the Iran intelligence volte-face, and the sterile who’s-got-more-God competition between candidates, look like the machinations of a disoriented power.
The United States needs a new beginning. It cannot lie in the Tudor-Stuart-like alternation of the Bush-Clinton dynasties, nor in the macho militarism of Republicans who see war without end. It has to involve a fresh face that will reconcile the country with itself and the world, get over divisions — internal and external — and speak with honesty about American glory and shame.
Speaking of U.S. shame, I found myself thinking back as I watched the Caracas festivities to terrible scenes I witnessed in Santiago in 1986. Another Latin American strongman, a true dictator, Gen. Augusto Pinochet, had responded with savagery to an attempted assassination.
I wrote then in The Wall Street Journal of a kid called Alfredo Díaz who’d been beaten up by Pinochet’s goons: “He has very little hair. This month, soldiers slashed off most of it, then stuffed it in his mouth. His wrists are dotted with circular burn marks. The soldiers stubbed out their cigarettes on him. His face is cut and his eyes restless with fear. They finished by dumping him naked in a pond.”
Díaz survived; more than 3,000 Chileans did not. In neighboring Argentina, more than 20,000 vanished as the junta’s corpse-dumping helicopters did their business. These cold-war crimes involved U.S. complicity. Chávez’s anti-Yankee rage, served up with the subtlety of a sledgehammer, has its Latin American resonance.
Such dark chapters have never been acknowledged with sufficient forthrightness by a U.S. leader. It’s time. Perhaps a president from a new generation would do so.
The Americas are a better place today. Openness has done its work. Chávez’s so-called revolution and other regional leftist rumblings reflect enduring social chasms, but Venezuela’s democracy with brio shows the length of the road traveled.
Let’s be clear: Chávez is a caudillo. His “socialismo” equals “Hugoismo.” He’s a menace. He’s about to introduce a new currency, the strong bolívar, with monetary policy in chaos, inflation rising toward 20 percent, and his crony bankers pocketing millions by arbitraging the disparity between the official and black-market rates.
Crime and drug-trafficking are thriving. He’s still a believer in building socialism through local councils for which the Russian translation would be “Soviets.” He accused his opponents of a “Pyrrhic victory” and vowed not to change a “comma” of his rejected reforms.
But his honoring of democracy’s brittle wonders still merits a salute. Above all, however, I salute the Venezuelan people. Chávez said before the referendum that a “no” vote equaled a vote for Bush. Unperturbed, Venezuelans went ahead. And they gave a civic example from which Bush’s battered and blathering democracy can learn.
"Chavez debe saber que la colaboración con el capital no rinde resultados positivos cuando ponga su socialismo en la agenda"
Entrevista al sociólogo norteamericano, Prof. James Petras, de Efraín Chury Iribarne, Radio Centenario
- Petras, hoy todos somos ese casi 50% de quienes votaron en Venezuela a favor del SI, que hoy es el tema dominante. ¿Puedes darnos tus primeras impresiones sobre el acto eleccionario del domingo?
- Primero hay que dar las razones por el pequeño margen de derrota, primero debemos entender que era un esfuerzo coordinado entre muchos sectores de la derecha que efectivamente aumentó su voto pero muy poco menos, algo del 5% arriba de la votación presidencial. El tema es que tres millones de votantes de Chávez no apoyaran el referéndum, el margen de Chávez eran siete millones plus y este es cuatro millones trescientos y algo, entonces tenemos que explicar esta ausencia de los tres millones de votos, solo trescientos mil fueron a la derecha. Yo decía que esta coordinadora encabezada por los Estados Unidos invirtió mas de 20 millones en la campaña, que sabemos documentada, contra el referéndum. Segundo, tenemos 90% de los medios de comunicación en Venezuela, este país supuestamente autoritario donde el 90% de las publicaciones diarias estaban en contra.
Otro factor era la televisión de la derecha y los avisos que publicaron donde utilizaron una táctica de miedo repetido por la iglesia, la jerarquía en las parroquias que se convirtieron en una plataforma en contra, tenemos el miedo de que van a raptar los niños, ponerlos en instituciones estatales, tenemos también los grandes negocios que aceleraron la fuga de capitales y también las industrias alimenticias que provocaran falta, escasez; tenemos también en menos importancia pero algo la salida de los sectores supuestamente progresistas, tenemos también los ex izquierdistas y la ultra izquierda también. Los académicos supuestamente progresistas que publicaran artículos tendenciosos como Edgar Lander y otros que apoyaban golpistas, el señor Baduel también en el exterior, tienes un reflejo de eso en los artículos del Zibechi, el director de página internacional en Brecha, repitiendo toda la propaganda de la derecha.
Entrevista al sociólogo norteamericano, Prof. James Petras, de Efraín Chury Iribarne, Radio Centenario
- Petras, hoy todos somos ese casi 50% de quienes votaron en Venezuela a favor del SI, que hoy es el tema dominante. ¿Puedes darnos tus primeras impresiones sobre el acto eleccionario del domingo?
- Primero hay que dar las razones por el pequeño margen de derrota, primero debemos entender que era un esfuerzo coordinado entre muchos sectores de la derecha que efectivamente aumentó su voto pero muy poco menos, algo del 5% arriba de la votación presidencial. El tema es que tres millones de votantes de Chávez no apoyaran el referéndum, el margen de Chávez eran siete millones plus y este es cuatro millones trescientos y algo, entonces tenemos que explicar esta ausencia de los tres millones de votos, solo trescientos mil fueron a la derecha. Yo decía que esta coordinadora encabezada por los Estados Unidos invirtió mas de 20 millones en la campaña, que sabemos documentada, contra el referéndum. Segundo, tenemos 90% de los medios de comunicación en Venezuela, este país supuestamente autoritario donde el 90% de las publicaciones diarias estaban en contra.
Otro factor era la televisión de la derecha y los avisos que publicaron donde utilizaron una táctica de miedo repetido por la iglesia, la jerarquía en las parroquias que se convirtieron en una plataforma en contra, tenemos el miedo de que van a raptar los niños, ponerlos en instituciones estatales, tenemos también los grandes negocios que aceleraron la fuga de capitales y también las industrias alimenticias que provocaran falta, escasez; tenemos también en menos importancia pero algo la salida de los sectores supuestamente progresistas, tenemos también los ex izquierdistas y la ultra izquierda también. Los académicos supuestamente progresistas que publicaran artículos tendenciosos como Edgar Lander y otros que apoyaban golpistas, el señor Baduel también en el exterior, tienes un reflejo de eso en los artículos del Zibechi, el director de página internacional en Brecha, repitiendo toda la propaganda de la derecha.
Entonces tenemos una coordinación de fuerzas importantes que van desde un golpista como Baduel que ayer anunció que no han terminado la lucha de intransigencia que han de terminar con Chávez ahora ya porque tiene el poder de aprobar leyes, según dice él es un pecado y esa es una parte del gran problema, que la derecha coordinó tantas fuerzas financieras mediáticas, económicas y la seudo izquierda nacional e internacional académicos juntaran para aumentar el voto 300 mil sobre lo que la derecha tiene normalmente. Estos 300 mil es más o menos el margen de la victoria actual, yo creo que no debemos descontar que los otros, por ejemplo un sector sindical afiliado con el PSTU y en Brasil también participó con los académicos, el señor Chirino supuestamente clasista
- ¿El PSTU de Brasil estaba con el NO?
- Sí, me mandaron los documentos a favor del NO pero activos con los estudiantes financiados por el imperialismo, ya tenemos documentos de la agencia de ayuda internacional donde reconocen dar 213 mil dólares de los estudiantes entrenados en los Estados Unidos que vuelven y siembran la lucha en las calles, etcétera, con esta gente trabajaban los trotskistas, los sectores trotskistas afiliados con el PSTU.
Yo por lo menos les decía a ellos que nunca mas voy a tener algo que ver con un grupo tan oportunista y, al final de cuenta,s contrarrevolucionario, a pesar de la retórica. Ahora estos factores tenían dos efectos, uno de movilizar sus seguidores y garantizar que van a participar y segundo sembrar confusión y descontento en los sectores populares neutralizando el apoyo de Chávez, yo no creo que ganaran muchos de las clases populares, ganaran un pequeño sector pero más que nada sembraran la confusión y neutralizaran la participación. El otro lado porque la fuerza chavista no podrían compensar por estos mecanismos poderosos de la derecha y sus acólitos entre la izquierda. Yo creo que hay tres factores principales, primero el gobierno no interviene para abastecer las tiendas populares y y permitiera al capitalismo boicoterarlas y que haya una escasez artificial. El gobierno nacional aumentó las importaciones de alimentos por cientos de millones de dólares pero esa comida no llegó a las tiendas de los barrios populares por acatamiento, escondiendo y vendiendo al mercado negro con precios tres veces más altos que los precios fijos. No tenía la capacidad de gobierno de intervenir tanto a los mayoristas y minoristas y la distribución para mantener la leche, el azúcar, los frijoles en las tiendas. Segundo, no intervenían con fuerza a parar la carestía, la inflación y otro factor, entonces abastecimiento que falta e inflación, son dos factores que aumentó el descontento en las clases populares, descontento que no llegó a votar por la derecha, por la gran mayoría pero sí para la abstención. Y tercero, y creo que estratégico, es que el gobierno todavía dependía en la colaboración de los capitales en la inversión, en la producción, cuando ellos están en la fuga, una fuga máxima de capital para debilitar la producción y los ingresos populares, esos factores junto con la táctica de la derecha tenía su efecto; los sectores podríamos decir social demócratas o liberales dentro de los ministerios no tenían una alternativa a defender y apelar a los capitalistas, simplemente apelando para que mejore la distribución tenía un efecto nulo y creo que esa es una de las lecciones que debe sacar Chávez, que debe tomar en cuenta de que la colaboración con el capital no rinde resultados positivos cuando ponga su socialismo en la agenda.
- Llegamos hasta aquí con una parte del tema. Pero hay quien tiene una gran duda sobre como sigue Venezuela a partir de estos resultados.
- Bueno, Chávez dijo que va a seguir en la batalla para el socialismo dentro de la constitución actual poniendo sobre la mesa que el resultado es que la derecha por la primera vez reconoció la constitución del noventa y nueve por 8 años, decir que la constitución actual la que sigue existiendo era un fraude ilegal, etcétera. Ahora lo más importante es un repensamiento del modelo capitalista, hay dos sugerencias sobre la mesa, un debate ahora en Venezuela, un sector que toma como resultado de las elecciones la necesidad a pactar con sectores de la derecha, con el sector electoral de Rosales, es decir bajar las banderas socialistas, mas concesiones del capitalismo, menos intervención en la economía y mas incentivo del capital extranjero, ese es el sector liberal que todavía incluso maneja muchos ministerios. La otra posición es hacer una rectificación, una actuación gubernamental más efectiva, más eficiente con la necesidad de remplazar los capitalistas en sector estratégicos que están estrangulando la economía o se avanza para aumentar el control estatal para acomodar las clases populares, controlar la carestía, el desabastecimiento y aumentar la presencia obrera en las fábricas o hacer concesiones del capital con la esperanza que ellos van a cambiar su conducta.
Yo creo que eso hay que ver como se van a resolver y Chávez tiene que tomar partido en esto y utilizar los muchos poderes que tiene incluso la posibilidad de mandar por decreto que es legal votado por la Asamblea, el Congreso.
El Congreso todavía gran mayoría en favor de Chávez, es una mayoría abrumadora de más del 85% los pocos que salieron, no representan más del 15% de los congresistas.
Yo creo que tiene amplios poderes presidenciales existente en la Constitución actual tiene mayoría en el Congreso y tiene las exigencias del pueblo para un gobierno más activo para compensar las debilidades en este momento.
El gran tema es que la administración de las medidas tomadas por el gobierno. Dentro de la administración hay tres factores claros: uno es el sabotaje de muchos funcionarios que quedan de regímenes anteriores que están políticamente en contra y demoran postergan, subvierte las medidas.
Segundo, es la incompetencia de muchos Ministros solo tienen interés en colocar en puestos importantes a sus seguidores.
Tercer factor que debemos tomar en cuenta, que hay sectores corruptos antichavistas como chavistas que manejan algunos sectores de administración.
Estos tres factores en la administración son una traba para una rectificación.
Eso significa que el gobierno tiene que fortalecer la auto administración comunal que estaba incluido en las enmiendas no aprobadas, pero no hay una ley contra que el gobierno lanza estas comunas y ya existen las comunas y comunales y tomar decisiones de como financiar los proyectos a partir de los nuevos instrumentos políticos administrativos.
- ¿Qué influencia puede acarrear en los procesos integracionanistas y de avance popular en América Latina? Pregunto esto porque tenemos en cuenta que el Congreso de Brasil por ejemplo se opone tenazmente a que Venezuela entre al Mercosur.
Sabemos que Michelle Bachelet en Chile esta más a favor de cualquier otra cosa que de Chávez. Sabemos los problemas con Perú. A partir de este resultado, más allá de la interna de Venezuela que ha quedado clarísima, ¿De qué manera puede influir digamos en la posición que esos gobierno neoliberales habían adoptado?
- En general quería mencionar eso que me recuerdas ahora.
Yo creo que es un factor negativo para Chávez. Para la campaña que Chávez tuvo demasiado tiempo afuera haciendo política internacional y no pagando atención suficiente a la lucha interna, la lucha precisa sobre el referéndum.
Estuve en Chile, Bolivia, en el Medio Oriente, estuve en Irán, etc., por semanas en el calor de la campaña, en el último mes casi la mitad del tiempo estaba afuera.
En los últimos días no podría compensar.
Yo creo que es una consideración, yo creo que la integración en realidad no tiene protagonistas en América Latina, es un optimismo demasiado exagerado que Chávez gasta muchos recursos y tiempo tratando de combinar con un tipo reaccionario como Astori, Vázquez, con Lula, Kirchner que son liberales en el fondo y que lo que simplemente buscan es algunas concepciones de Venezuela en el petróleo, algunas inversiones en el país, etc.
No hay un contexto internacional realmente un marco político para avanzar.
Yo creo que Venezuela debe seguir las inversiones comerciales con América Latina pero deben concentrar más recursos con mayor eficiencia en la política interna y dejar de hacer cambios en todo el mundo donde faltan cambios en el interior del país donde todavía hay gente que falta de casas, que faltan de empleos bien pagados.
Yo creo que hay que volver a las raíces del proceso político y Venezuela.
Es importantísimo que no trata de ser una estrella internacional.
Fíjate por ejemplo, durante la campaña se metió en el asunto del intercambio humanitario con Colombia gastando docenas de horas en proyecto que ha destinado a fracasar con el paramilitar Presidente Uribe.
Si en este tiempo se dedicara a arreglar los problemas internos, el abastecimiento tendría mejores resultados mientras el otro inevitablemente fracasó.
Uribe y Estados Unidos no quería un cambio, no querían un canje, no querían cambios desde el comienzo, esta muy claro ahora y debe ser claro antes de que Uribe es un enemigo y no era una socio de negociación.
Creo que la falta de claridad de eso costó mucho tiempo gastando con reuniones, con viajes, con consultas mientras debería haber estado involucrado en arreglar las cosas internas.
Otra cosa, es mejorar la comunicación, no tienen un diario, el chavismo no tiene un diario, no tienen mejor televisión para divertir a la gente como las telenovelas como utilizaba la derecha influir los barrios populares y los pararan en la intervención en la televisora que era reaccionario pero que combinaba con un poco de sexo, de pasiones, románticas, etc.
Yo creo que hay que buscar una posición intermedia entre la cultura popular y la política.
- Te agradecemos muchísimo este análisis, sobre la marcha, de la situación en Venezuela.
- Sí. Debemos tomar en cuenta como toma la ola progresista la discusión. Es una vergüenza para mí ser asociado con la gente que traicionaron el SI, en el referéndum.
Yo he estado con Marcha y Brecha por casi 40 años y siento vergüenza al ver que un director de la revista, como el Sr. Zibechi, repite las porquerías que publicaran los apoyantes del NO. Incluso apoyándose en el señor golpista, el ex general Baduel.
Y también en esta línea la falta de declaraciones de apoyo de las figuras culturales en Uruguay, Brasil, etc; personajes que deben estar claro entre la contrarrevolución y el proceso de transformación, no aparecieron en ningún lado. Algún cantante en Uruguay, algún escritor de gran prestigio, algún novelista, poeta, nadie. Están ausentes.
Yo no digo que apoyaran el NO pero ¿dónde están en este momento de gran emergencia? Cuando el pueblo y el Presidente Chávez los necesita, estos intelectuales, estos artistas desaparecieron.
Y sólo van a aparecer si les van a dar algún premio, con mucho dinero.
En esta situación, en el corazón imperialista europeo, norteamericano, si van a aparecer como relámpagos. Pero en este momento cuando el pueblo pelea, el movimiento popular está en una lucha de tanta trascendencia, no aparecen ni con la pequeña firma.
Es una vergüenza.
Hay otros que si se pusieron al día, pero son demasiado pocos.
Entonces es una lección que cuando las definiciones políticas están en serio hacia una transformación igualitaria, socialista, democrática no puedes contar con la intelectualidad, con la “whisky izquierda” como se llama.
Eso para mí otra vez está repetido en la historia. Están por la revolución hasta el momento que ocurre la realidad y después inventan una excusa de que “no es la moda” de ellos, o que “falta algo” de detalles y por eso se resignan a apoyar la contrarrevolución y renunciar a la lucha.