Hasta las reformas electorales las hacen al revés. En el camino al 2009, conociendo la polarización reinante y las desconfianzas mutuas, y previniendo un resultado apretado, había que crear más confianza, más seguridad, más control en los mecanismos electorales. Hicieron lo contrario.
Hoy proponen una legislación que prohíbe las dobles candidaturas. En vez de pensar en cómo mejorar el sistema político, el nivel de la clase política, unos proponen una ley Wil Salgado, otros una ley con dedicatoria a Ciro Cruz Zepeda. Ah, si Wil no puede postularse al mismo tiempo a alcalde, como salvavidas, no va a postularse a la presidencia. Hagamos una ley que prohíba a los candidatos a presidente postularse paralelamente a alcalde… Ah, Ciro quiere volver a la Asamblea, pero sólo si puede usar el Parlacen de salvavidas, entonces, hagamos una ley….
El país necesita que los mejores hombres y mujeres participen en política y se postulen a los cargos de elección popular. Bueno, no estoy hablando de Ciro Cruz Zepeda y de Wil Salgado, obviamente. Estoy hablando que es absurdo que los candidatos a la presidencia -todos menos uno, el ganador- no puede postularse a ocupar una diputación o convertirse en alcalde. Los candidatos a la presidencia del FMLN y de ARENA deberían convertirse uno en presidente y el otro en el dirigente de la oposición.
Aquí en El Salvador, para que alguien tome la decisión de postularse a la presidencia, tiene que estar dispuesto a jugar a todo o nada. Tiene que estar dispuesto, para entrar en política, a dejar lo que ha construido en la vida, con el riesgo de quedarse afuera de la política. La campaña electoral, para los candidatos, sólo permite acumulación si ganan.
Nos quejamos del terriblemente del bajo nivel de los diputados, pero no queremos que los candidatos perdedores a la presidencia, a la vicepresidencia o a las alcaldías más importante pueden convertirse en dirigentes parlamentarios.
Si queremos que a las alcaldías más importantes del país se postulen mujeres o hombres con gran capacidad, es ilógico que a los diputados que tienen la ilusión de convertirse en alcaldes de las ciudades o los pueblos donde nacieron o donde residen no les permitamos seguir postulándose a su diputación. Lo único que conseguimos así es que gente de alto calibre sólo va a estar dispuesta a postularse como candidatos a alcaldes si su elección es segura. De esta manera, ningún diputado del FMLN va a correr contra Milagro Navas en Antiguo Cuscatlán, o ningún diputado de ARENA contra Oscar Ortiz en Santa Tecla. A menos que el partido se quiera deshacer de ellos…
Me encantaría ver a Mauricio Funes se convierta en el jefe de la bancada del FMLN, o que Oscar Ortiz hubiera podido aspirar a la presidencia y quedarse en la alcaldía de Santa Tecla en caso que pierda. Me gustaría ver a Hugo Martínez meterse en la batalla por la alcaldía de Antiguo Cuscatlán, sabiendo que casi es misión imposible, con la seguridad que, cuando pierda, no perdió su diputación. Y ¿quién sabe?, tal vez gana.
Si quieren evitar que alguien como Ciro Cruz Zepeda, quien no tiene apoyo popular, siga siendo diputado, entonces que se atrevan a hacer una reforma electoral de verdad, aboliendo las listas partidarias cerradas y abriendo la posibilidad que el votante seleccione sus diputados entre todos los candidatos propuestos. Pero no haciendo una ley con dedicatoria a Ciro.
Y si realmente los partidos que proponen la ley Wil Salgado –ARENA y el PCN- y el FMLN, que piensa apoyar la iniciativa, tienen tanto miedo al factor Salgado, entonces sí están mal. ARENA teme que el voto de la derecha se divide si hay un candidato como Wil Salgado. El Frente teme que el voto de protesta contra el gobierno se divide, si hay un candidato como Wil Salgado. Y el PCN teme que puede desaparecer del mapa de Oriente, si hay un candidato que se llame Wil Salgado. ¿Y por miedosos van a hacer una reforma electoral?
La reforma electoral que está pendiente es otra: reformar el Tribunal; abrir las dobles candidaturas; permitir que se voto por candidato a diputado, no por listas; crear concejos municipales plurales.
Todo lo demás –las reformas que ahora están tratando de hacer- es contraproducente. O es irrelevante, como el voto domiciliario y el voto en el exterior. Estos dos últimos son reformas bonitas, políticamente correctas, pero irrelevantes. No cambian la calidad de nuestra democracia. En cambio, las cuatro reformas arriba planteadas, sí. Tengo la sospecha que es por eso que nadie las plantea en serio.
Hoy proponen una legislación que prohíbe las dobles candidaturas. En vez de pensar en cómo mejorar el sistema político, el nivel de la clase política, unos proponen una ley Wil Salgado, otros una ley con dedicatoria a Ciro Cruz Zepeda. Ah, si Wil no puede postularse al mismo tiempo a alcalde, como salvavidas, no va a postularse a la presidencia. Hagamos una ley que prohíba a los candidatos a presidente postularse paralelamente a alcalde… Ah, Ciro quiere volver a la Asamblea, pero sólo si puede usar el Parlacen de salvavidas, entonces, hagamos una ley….
El país necesita que los mejores hombres y mujeres participen en política y se postulen a los cargos de elección popular. Bueno, no estoy hablando de Ciro Cruz Zepeda y de Wil Salgado, obviamente. Estoy hablando que es absurdo que los candidatos a la presidencia -todos menos uno, el ganador- no puede postularse a ocupar una diputación o convertirse en alcalde. Los candidatos a la presidencia del FMLN y de ARENA deberían convertirse uno en presidente y el otro en el dirigente de la oposición.
Aquí en El Salvador, para que alguien tome la decisión de postularse a la presidencia, tiene que estar dispuesto a jugar a todo o nada. Tiene que estar dispuesto, para entrar en política, a dejar lo que ha construido en la vida, con el riesgo de quedarse afuera de la política. La campaña electoral, para los candidatos, sólo permite acumulación si ganan.
Nos quejamos del terriblemente del bajo nivel de los diputados, pero no queremos que los candidatos perdedores a la presidencia, a la vicepresidencia o a las alcaldías más importante pueden convertirse en dirigentes parlamentarios.
Si queremos que a las alcaldías más importantes del país se postulen mujeres o hombres con gran capacidad, es ilógico que a los diputados que tienen la ilusión de convertirse en alcaldes de las ciudades o los pueblos donde nacieron o donde residen no les permitamos seguir postulándose a su diputación. Lo único que conseguimos así es que gente de alto calibre sólo va a estar dispuesta a postularse como candidatos a alcaldes si su elección es segura. De esta manera, ningún diputado del FMLN va a correr contra Milagro Navas en Antiguo Cuscatlán, o ningún diputado de ARENA contra Oscar Ortiz en Santa Tecla. A menos que el partido se quiera deshacer de ellos…
Me encantaría ver a Mauricio Funes se convierta en el jefe de la bancada del FMLN, o que Oscar Ortiz hubiera podido aspirar a la presidencia y quedarse en la alcaldía de Santa Tecla en caso que pierda. Me gustaría ver a Hugo Martínez meterse en la batalla por la alcaldía de Antiguo Cuscatlán, sabiendo que casi es misión imposible, con la seguridad que, cuando pierda, no perdió su diputación. Y ¿quién sabe?, tal vez gana.
Si quieren evitar que alguien como Ciro Cruz Zepeda, quien no tiene apoyo popular, siga siendo diputado, entonces que se atrevan a hacer una reforma electoral de verdad, aboliendo las listas partidarias cerradas y abriendo la posibilidad que el votante seleccione sus diputados entre todos los candidatos propuestos. Pero no haciendo una ley con dedicatoria a Ciro.
Y si realmente los partidos que proponen la ley Wil Salgado –ARENA y el PCN- y el FMLN, que piensa apoyar la iniciativa, tienen tanto miedo al factor Salgado, entonces sí están mal. ARENA teme que el voto de la derecha se divide si hay un candidato como Wil Salgado. El Frente teme que el voto de protesta contra el gobierno se divide, si hay un candidato como Wil Salgado. Y el PCN teme que puede desaparecer del mapa de Oriente, si hay un candidato que se llame Wil Salgado. ¿Y por miedosos van a hacer una reforma electoral?
La reforma electoral que está pendiente es otra: reformar el Tribunal; abrir las dobles candidaturas; permitir que se voto por candidato a diputado, no por listas; crear concejos municipales plurales.
Todo lo demás –las reformas que ahora están tratando de hacer- es contraproducente. O es irrelevante, como el voto domiciliario y el voto en el exterior. Estos dos últimos son reformas bonitas, políticamente correctas, pero irrelevantes. No cambian la calidad de nuestra democracia. En cambio, las cuatro reformas arriba planteadas, sí. Tengo la sospecha que es por eso que nadie las plantea en serio.