¿Quien está interesado en convertir a Mario Belloso en héroe? ¿O en el enemigo del Estado número uno? Lo que en cuanto a sobredimensión vale lo mismo. Según todo lo que se sabe de Mario Belloso, es un militante que tomó demasiado serio el lenguaje revolucionario de su partido; un desorientado queriendo jugar a guerrillero; el cabecilla de una banda de lúmpenes y rufianos que justifican su comportamiento violento con fantasías revolucionarias. Peligroso sí, aventado sí, un hombre sobre el cual pesa la acusación de haber asesinado, desde adentro de una movilización de jóvenes radicalizados, a dos policías. Por eso es bueno que esté preso. Pero las autoridades de seguridad y algunos de nuestros medios (no todos, pero los más influyentes) nos presentan a otro Belloso: un dirigente popular que desde la clandestinidad está organizando la próxima guerrilla. Un superman que ha burlado la policía durante un año (lo que es mentira; muchas veces lo tenían chequeado, pero durante casi un año no lo tocaron). Un hombre que ama a sus hijos y su mamá. Claro, para las autoridades de seguridad es una cosa anunciar la captura de un asesino con trasfondo de alucinaciones políticas y comportamiento de maleante - o tener el placer de presentar a los espectadores de su show al recién apresurado que estaba al punto de llevar al país nuevamente a la guerra. Por más grande el villano, más honor al gendarme...
Belloso, el fundador de la próxima guerrillea: un chiste de mal gusto para los miles de ex guerrilleros que viven en nuestro país. ¿Por qué aquí es tan fuerte e irresistible la tendencia a sobredimensionar todo lo que tiene que ver con la violencia? A un país como El Salvador, donde la violencia tiene raíces culturales, históricas y sociales muy fuertes, más le vale aprender a enfrentarse a la violencia con frialdad y sinceridad, despasionadamente. Necesitamos menos alarmismo, menos exageración, menos mitos y leyendas (como anteayer “El Directo”, ayer el “Viejo Lin” y mañana Belloso), y sobre todo menos aprovechamiento de la violencia para fines partidarios y para desacreditar al adversario político.
Apresaron a Mario Belloso, un hombre acusado de haber asesinado dos policías. Pero, en vez de aprovechar la captura y la aparente disposición de hablar del apresado para proceder a desmantelar y llevar a la justicia al grupo peligroso al cual él pertenecía, usando todos los medios de inteligencia policial, se utiliza todas las evidencias con un sólo fin: desacreditar al FMLN, pintándolo como partido que ilegalmente mantiene un brazo armado. Esto no sólo deteriora más el clima político del país, agudizando la confrontación, sino además compromete la investigación y el proceso, no sólo contra Belloso, sino contra otros focos de violencia. Esta campaña insoportable, donde varios medios aparecen como instrumentos, ni tanto del ministerio de Seguridad en el desempeño de su función, sino de dirigentes areneros que dirigen el ministerio en el desempeño de sus labores de campaña contra el FMLN.
Con esto nada aportan al tercer objetivo que debería tener absoluta prioridad, aparte de asegurar un debido y pronto proceso a Belloso y aparte de desmantelar y llevar a la justicia al resto de su grupo y a los grupos violentos relacionados: conseguir que se corten los nexos que todavía existen entre un sector del Frente y del movimiento social con este sub mundo de seudo revolucionarios que están preparando acciones violentas en incluso armadas. A este objetivo, desacreditar con métodos de la guerra sicológica al FMLN como partido político no aporta nada. El FMLN no es antisistema. Aunque algunos de sus militantes todavía no quieren reconocerlo, el FMLN como partido es parte integral del sistema surgido después de la guerra. El sistema necesita al FMLN. Quien niega esto, no ha entendido los Acuerdos de Paz. Y el FMLN necesita que el sistema funcione, dentro del cual vive y crece. Si hasta el 5 de julio del 2006 hubo muchos en el FMLN que coqueteaban con una doble estrategia que incluía el uso táctico de acciones armadas para desestabilizar el sistema, el crimen de Bellos provocó mucha reflexión dentro de la izquierda, incluso dentro del FMLN, tanto su militancia como su dirigencia.
Si los dirigentes de ARENA que controlan el aparato de seguridad no hubieran cometido el error (calculado por algunos, tolerado por otros, lamentado por algunos dentro del gobierno) de utilizar todos los recursos, incluyendo las evidencias del caso (la computadora y su contenido, las otras evidencias obtenidas en la casa de Belloso, las declaraciones del acusado) exclusivamente en función de hundir al partido FMLN, entonces ahora sería posible conseguir que dentro del FMLN (y en su contorno, el movimiento social) quedaran aislados los individuos y grupos que han apoyado a Belloso y sus cómplices antes e incluso después del 5 de julio. Quien quiere que en el FMLN siga fortaleciéndose y prevalezca la línea de cortar los nexos y vasos comunicantes entre el partido y el sub mundo clandestino de los Bellosos, no debe poner a todo el Frente en defensiva, sometiéndolo a una campaña política y mediática muy agresiva, dañina e intoxicante. No debe meter, de paso sea dicho, en el mismo costal la violencia de los Bellosos y la violencia callejera en manifestaciones. Es necesario actuar con policía y justicia contra la violencia política que se manifiesta en tomas violentas de edificios, bloqueos de calles y vandalismo, pero aplicar a estos delitos la ley antiterrorista o la ley contra el crimen organizado es lo contrario a justicia y sólo fomenta que la violencia se radicalice y se vuelva manipulable por los Bellosos.
El Frente tiene mucho interés de resolver el problema de la violencia política de una vez por todas. El Frente sabe que nada puede ganar -y mucho puede perder- consintiendo a los Bellosos. Durante casi un año existía un pacto: El Frente se comprometió que el 5 de julio no se iba a repetir. Que iba a cortar sus nexos con los grupos violentos. Personeros del gobierno se comprometieron a no hacer nada para capturar a Mario Belloso, para evitar precisamente el tipo de show y campaña contra el FMLN que ahora estamos presenciando. Con la condición que el fugitivo se desaparezca, y que ni él ni otros sigan organizando ni cometiendo acciones. Este pacto fue roto, no por el gobierno y tampoco por el partido FMLN, sino por Belloso y su gente, de los cuales algunas todavía operan desde adentro del FMLN y las instituciones y alcaldías que controla. Belloso regresó, no sólo a San Salvador, sino a sus andanzas y sus fantasías. Mucho más razón para el FMLN de separarse de todos que todavía coquetean con el uso de la violencia política. Hoy -bajo el ataque parejo de la derecha y los órganos de prensa que no distinguen entre malos y buenos dentro del FMLN, sino quieren hundirlos todos- los dirigentes más decididos a limpiar la casa FMLN tienen una tarea muy difícil. Aunque son indispensables, los cambios en la cúpula del Frente y las limpiezas en algunas de sus estructuras no se van a dar a corto plazo, porque serían interpretados como aceptación de la culpa y de la rendición ante la campaña de la derecha. La política de la confrontación a cualquier precio de un sector de ARENA y una parte de los medios está debilitando a los sectores en el Frente que quieren apostar a menos polarización, más concertación. Como siempre, caras contentas en los dos extremos, o sea entre los más duros y cínicos de ARENA y el Frente.
No quedaría completa esta reflexión sin hablar de los medios. Para esto, en última instancia, es la “Columna transversal”. Muchos de los medios, en esta semana de la captura de Belloso, se han manchado. Pocas veces en la posguerra he visto un comportamiento tan sucio, tan manipulado y manipulador, tan antiprofesional de medios de comunicación como en estos días. Se publican partes de los interrogatorios a Mario Belloso, sin que se deje claro quien está entrevistando. El Mundo llega al colmo de publicar como “entrevista informal” (cosa que no existe en periodismo) parte de lo que un día después se presentaría al público como parte de un video de 8 minutos de duración, editado por el ministerio de seguridad en base de una grabación de más de una hora del interrogatorio. Que yo sepa, ningún medio se ha negado a publicar un material tan poco confiable, ya que ha sido editado por una parte interesada. Tampoco me consta que algún medio haya rechazado hacer publicaciones que pueden comprometer las evidencias e invalidarlas para el juicio. Todo el mundo aparece aceptar, sin problema y protesta, que aquí prevalece el juicio político sobre el juicio penal, la confrontación partidaria sobre la justicia.
Los medios publican fotos, supuestamente extraídas de la computadora de Belloso, sin informar al lector cuándo -en qué época de la vida política de Belloso- fueron tomadas. Obviamente, una foto que muestra a un acusado de doble asesinato de policías junto con dirigentes del FMLN es una bomba - si es tomada después del crimen, o en la fase de preparación. En cambio, si es tomada años antes, cuando ni Mario Belloso sabía que algún día iba a convertirse en militante de grupos violentos y luego en asesino, no dice absolutamente nada.
Lo mismo con las fotos que demuestran a Mario Belloso -visiblemente más joven- dando una charla en un Instituto Nacional. También sin fecha. Mucha gente pensaba que ahí estaba en el Instituto el Belloso acusado de asesinato prófugo. O el Belloso preparando la acción armada. O cualquier cosa que uno se puede imaginar. Pero igual es posible que en esta foto sale un Belloso en una actividad que nada tiene que ver con su futuro accionar armado. Este es el problema, las fotos, sin investigar las fechas, no dicen nada, pero si ponen en entredicho a los profesores o el director del Instituto. Un colega me dijo: ¿Pero cómo íbamos a saber cuándo tomaron estas fotos? La respuesta es muy fácil y tiene que ver con el abecedario de la ética periodística: Si no lo sabés, y tampoco lo puedes averiguar, ¡no las publiqués! Menos cuando te las está entregando el ministerio de seguridad, y mucho menos este ministerio, en este momento, actúa como si fuera ministerio de propaganda. Ya no me dijo nada el colega...
Belloso, el fundador de la próxima guerrillea: un chiste de mal gusto para los miles de ex guerrilleros que viven en nuestro país. ¿Por qué aquí es tan fuerte e irresistible la tendencia a sobredimensionar todo lo que tiene que ver con la violencia? A un país como El Salvador, donde la violencia tiene raíces culturales, históricas y sociales muy fuertes, más le vale aprender a enfrentarse a la violencia con frialdad y sinceridad, despasionadamente. Necesitamos menos alarmismo, menos exageración, menos mitos y leyendas (como anteayer “El Directo”, ayer el “Viejo Lin” y mañana Belloso), y sobre todo menos aprovechamiento de la violencia para fines partidarios y para desacreditar al adversario político.
Apresaron a Mario Belloso, un hombre acusado de haber asesinado dos policías. Pero, en vez de aprovechar la captura y la aparente disposición de hablar del apresado para proceder a desmantelar y llevar a la justicia al grupo peligroso al cual él pertenecía, usando todos los medios de inteligencia policial, se utiliza todas las evidencias con un sólo fin: desacreditar al FMLN, pintándolo como partido que ilegalmente mantiene un brazo armado. Esto no sólo deteriora más el clima político del país, agudizando la confrontación, sino además compromete la investigación y el proceso, no sólo contra Belloso, sino contra otros focos de violencia. Esta campaña insoportable, donde varios medios aparecen como instrumentos, ni tanto del ministerio de Seguridad en el desempeño de su función, sino de dirigentes areneros que dirigen el ministerio en el desempeño de sus labores de campaña contra el FMLN.
Con esto nada aportan al tercer objetivo que debería tener absoluta prioridad, aparte de asegurar un debido y pronto proceso a Belloso y aparte de desmantelar y llevar a la justicia al resto de su grupo y a los grupos violentos relacionados: conseguir que se corten los nexos que todavía existen entre un sector del Frente y del movimiento social con este sub mundo de seudo revolucionarios que están preparando acciones violentas en incluso armadas. A este objetivo, desacreditar con métodos de la guerra sicológica al FMLN como partido político no aporta nada. El FMLN no es antisistema. Aunque algunos de sus militantes todavía no quieren reconocerlo, el FMLN como partido es parte integral del sistema surgido después de la guerra. El sistema necesita al FMLN. Quien niega esto, no ha entendido los Acuerdos de Paz. Y el FMLN necesita que el sistema funcione, dentro del cual vive y crece. Si hasta el 5 de julio del 2006 hubo muchos en el FMLN que coqueteaban con una doble estrategia que incluía el uso táctico de acciones armadas para desestabilizar el sistema, el crimen de Bellos provocó mucha reflexión dentro de la izquierda, incluso dentro del FMLN, tanto su militancia como su dirigencia.
Si los dirigentes de ARENA que controlan el aparato de seguridad no hubieran cometido el error (calculado por algunos, tolerado por otros, lamentado por algunos dentro del gobierno) de utilizar todos los recursos, incluyendo las evidencias del caso (la computadora y su contenido, las otras evidencias obtenidas en la casa de Belloso, las declaraciones del acusado) exclusivamente en función de hundir al partido FMLN, entonces ahora sería posible conseguir que dentro del FMLN (y en su contorno, el movimiento social) quedaran aislados los individuos y grupos que han apoyado a Belloso y sus cómplices antes e incluso después del 5 de julio. Quien quiere que en el FMLN siga fortaleciéndose y prevalezca la línea de cortar los nexos y vasos comunicantes entre el partido y el sub mundo clandestino de los Bellosos, no debe poner a todo el Frente en defensiva, sometiéndolo a una campaña política y mediática muy agresiva, dañina e intoxicante. No debe meter, de paso sea dicho, en el mismo costal la violencia de los Bellosos y la violencia callejera en manifestaciones. Es necesario actuar con policía y justicia contra la violencia política que se manifiesta en tomas violentas de edificios, bloqueos de calles y vandalismo, pero aplicar a estos delitos la ley antiterrorista o la ley contra el crimen organizado es lo contrario a justicia y sólo fomenta que la violencia se radicalice y se vuelva manipulable por los Bellosos.
El Frente tiene mucho interés de resolver el problema de la violencia política de una vez por todas. El Frente sabe que nada puede ganar -y mucho puede perder- consintiendo a los Bellosos. Durante casi un año existía un pacto: El Frente se comprometió que el 5 de julio no se iba a repetir. Que iba a cortar sus nexos con los grupos violentos. Personeros del gobierno se comprometieron a no hacer nada para capturar a Mario Belloso, para evitar precisamente el tipo de show y campaña contra el FMLN que ahora estamos presenciando. Con la condición que el fugitivo se desaparezca, y que ni él ni otros sigan organizando ni cometiendo acciones. Este pacto fue roto, no por el gobierno y tampoco por el partido FMLN, sino por Belloso y su gente, de los cuales algunas todavía operan desde adentro del FMLN y las instituciones y alcaldías que controla. Belloso regresó, no sólo a San Salvador, sino a sus andanzas y sus fantasías. Mucho más razón para el FMLN de separarse de todos que todavía coquetean con el uso de la violencia política. Hoy -bajo el ataque parejo de la derecha y los órganos de prensa que no distinguen entre malos y buenos dentro del FMLN, sino quieren hundirlos todos- los dirigentes más decididos a limpiar la casa FMLN tienen una tarea muy difícil. Aunque son indispensables, los cambios en la cúpula del Frente y las limpiezas en algunas de sus estructuras no se van a dar a corto plazo, porque serían interpretados como aceptación de la culpa y de la rendición ante la campaña de la derecha. La política de la confrontación a cualquier precio de un sector de ARENA y una parte de los medios está debilitando a los sectores en el Frente que quieren apostar a menos polarización, más concertación. Como siempre, caras contentas en los dos extremos, o sea entre los más duros y cínicos de ARENA y el Frente.
No quedaría completa esta reflexión sin hablar de los medios. Para esto, en última instancia, es la “Columna transversal”. Muchos de los medios, en esta semana de la captura de Belloso, se han manchado. Pocas veces en la posguerra he visto un comportamiento tan sucio, tan manipulado y manipulador, tan antiprofesional de medios de comunicación como en estos días. Se publican partes de los interrogatorios a Mario Belloso, sin que se deje claro quien está entrevistando. El Mundo llega al colmo de publicar como “entrevista informal” (cosa que no existe en periodismo) parte de lo que un día después se presentaría al público como parte de un video de 8 minutos de duración, editado por el ministerio de seguridad en base de una grabación de más de una hora del interrogatorio. Que yo sepa, ningún medio se ha negado a publicar un material tan poco confiable, ya que ha sido editado por una parte interesada. Tampoco me consta que algún medio haya rechazado hacer publicaciones que pueden comprometer las evidencias e invalidarlas para el juicio. Todo el mundo aparece aceptar, sin problema y protesta, que aquí prevalece el juicio político sobre el juicio penal, la confrontación partidaria sobre la justicia.
Los medios publican fotos, supuestamente extraídas de la computadora de Belloso, sin informar al lector cuándo -en qué época de la vida política de Belloso- fueron tomadas. Obviamente, una foto que muestra a un acusado de doble asesinato de policías junto con dirigentes del FMLN es una bomba - si es tomada después del crimen, o en la fase de preparación. En cambio, si es tomada años antes, cuando ni Mario Belloso sabía que algún día iba a convertirse en militante de grupos violentos y luego en asesino, no dice absolutamente nada.
Lo mismo con las fotos que demuestran a Mario Belloso -visiblemente más joven- dando una charla en un Instituto Nacional. También sin fecha. Mucha gente pensaba que ahí estaba en el Instituto el Belloso acusado de asesinato prófugo. O el Belloso preparando la acción armada. O cualquier cosa que uno se puede imaginar. Pero igual es posible que en esta foto sale un Belloso en una actividad que nada tiene que ver con su futuro accionar armado. Este es el problema, las fotos, sin investigar las fechas, no dicen nada, pero si ponen en entredicho a los profesores o el director del Instituto. Un colega me dijo: ¿Pero cómo íbamos a saber cuándo tomaron estas fotos? La respuesta es muy fácil y tiene que ver con el abecedario de la ética periodística: Si no lo sabés, y tampoco lo puedes averiguar, ¡no las publiqués! Menos cuando te las está entregando el ministerio de seguridad, y mucho menos este ministerio, en este momento, actúa como si fuera ministerio de propaganda. Ya no me dijo nada el colega...