Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 3 febrero 2022
Ciudadano Ernesto Castro:
No sé si su equipo de comunicación le ha enseñado el mejor resumen que ha salido del trabajo legislativo de esta semana: “Lógica golondrina: ‘El estado tiene derecho a saber todo sobre los ciudadanos, y los ciudadanos no tienen derecho a saber nada sobre el estado’.”
Lo escribió un amigo mío en Twitter. Como puede adivinar, se refiere a la perversa ‘coincidencia’ de dos proyectos de decreto que el mismo día llegaron a la plenaria del martes pasado: El ‘Decreto Pegasus’, para legalizar las intervenciones de nuestras comunicaciones digitales, que el gobierno tenía ratos de hacer ilegalmente. Y el ‘Decreto Tapadera’, con el cual se quitaría los pocos dientes que le quedaban a la Ley de Acceso a la Información Pública. Restringir el derecho de los ciudadanos de pedir (y recibir) información sobre cómo cada ministerio, alcaldía, institución pública y funcionario (mal)gasta el dinero público – y al mismo tiempo darle al gobierno luz verde para espiar, por todos los medios posibles, lo que sus ciudadanos piensan, dicen, planean y hacen. Es el paso definitivo al gobierno del ‘Big Brother’, que sabe todo y calla todo. Welcome, 1984 de George Orwell.
Hasta a Usted, el comisionado presidencial de manejar el Legislativo, le entraron dudas si esta ‘coincidencia’ era conveniente. Sería demasiado evidente, y causaría un costo político demasiado alto. Mal timing. Entonces, por arte de magia -más bien del mago Castro- el dictamen sobre el ‘Decreto Tapadera’ desapareció de la agenda de la plenaria del martes 1 de febrero. Sus diputados votaron obedientemente el ‘Decreto Pegasus’, pero mandaron de regreso a la comisión a su gemelo, el decreto para restringir el acceso a la información pública.
Bien hecho, ciudadano Castro. Un show de cachetadas de payasos entre usted y su tocayo Conan Castro, el secretario jurídico de Casa Presidencial, quien estaba promoviendo ambas iniciativas legislativas. Posiblemente ustedes, los dos Castros, tienen algunas diferencias de enfoque, o del timing. Incluso puede haber competencia por el liderazgo. Pero todo esto es irrelevante, ya que de todos modos el único que decide es su jefe, el don, el presidente.
Sin embargo, manejando bien este ‘pleito’, podrán tratar de venderlo como muestra de que la Asamblea sí analiza y discute las iniciativas de ley, que vienen de Casa Presidencial; que ‘la nueva Asamblea’ cian no es solamente una maquinaria de votar y aplaudir; y que en Nuevas Ideas hay democracia interna.
Pero repito: Todo esto es irrelevante, es una puesta en escena. El guion está escrito, la dirección la ejercen quienes comparten el apellido Bukele: Van a restringir la transparencia, el acceso del ciudadano y de la prensa a la información relevante sobre el gobierno y sus finanzas – y al mismo tiempo van a sistematizar el espionaje a opositores, periodistas, organizaciones civiles y de Derechos Humanos, empresarios, sindicalistas… Todo lo demás -el timing, las supuestas diferencias, los ‘análisis’ en las comisiones legislativas- son asuntos de manejo, de marqueting político, de cómo vendernos la soga en la cual colgarnos.
La aversión que todos ustedes tienen a la transparencia y la rendición de cuentas parece ser parte de su ADN. Pero en verdad es simplemente una necesidad de tapar y disfrazar la corrupción de este gobierno y sus funcionarios. Y la necesidad de espiar a todo el país no es otra cosa que el miedo que tienen que los descubran.
Saludos, Paolo Luers