Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 1 abril 2021
Amigos:
Hay que criticar lo que está mal. Pero también hay que celebrar lo bueno. El presidente de la República, Nayib Bukele, anunció anoche cambios masivos en su gabinete de gobierno. Enhorabuena. Los que hemos criticado la corrupción y los abusos de poder en el gobierno tenemos que reconocer que al final el presidente hizo lo correcto. Digo esto, aunque todavía no sabemos a quiénes va a nombrar para sustituir a los funcionarios purgados – con la única excepción del ministerio de Justicia y Seguridad, donde Gustavo Vilanova ya asumió el mando.
También hay que tomar en cuenta que obviamente fuentes en el Congreso de Estados Unidos han filtrado información sobre los funcionarios salvadoreños que serán incluidos en la famosa Lista Engels que saldrá a finales de mayo. Indudablemente, para el país es mejor que el presidente se adelante y limpie su gabinete antes de que Washington lo obligue.
Luego de la remoción de Rogelio Rivas, parece lógico que Bukele haya tomado la decisión de cambiar casi todo el gabinete de Seguridad. Osiris Luna tuvo que ir, no necesariamente por el manejo que hizo de los fondos de las tiendas penitenciarios, tampoco por que hasta ahora no supo revelar quién le pagó el viaje en jet privado, sino por algo mucho más delicado para el presidente: las evidencias de que el director general de centros penales estaba negociando con las pandillas. Para echarle la culpa a Osiris Luna y lavarse la manos, primero el presidente tuvo que despedirlo.
Tampoco era sostenible mantener a Mauricio Arriaza a la cabeza de la PNC y como viceministro de Seguridad. No tanto por las acusaciones de la Asamblea Legislativa, tampoco por su papel en el 9 de febrero 2020, sino por algo mucho más grave: la falta de confianza que goza este señor dentro de las filas de la PNC.
Lo que sí sorprende es que también quitaron a Peter Dumas de la OIE, a pesar de su relación tan cercana con el presidente.
La sustitución del contralmirante René Francis Merino Monroy era de esperarse, porque su remoción fue condición no negociable para poder retomar la ayuda militar.
Remover al ministro de Salud en medio de la epidemia a muchos parece una medida muy atrevida, pero los más entendidos la ven como necesaria para poder salir bien de la campaña de vacunación. Además necesitan un chivo expiatorio para explicar el desastre del proyecto Hospital El Salvador. En este contexto parece lógico que también el ministro de Obras Públicas se tuvo que ir.
Al que todo el mundo espera ver en la Lista Engels es el pobre primo Anliker, el Pablo de Agricultura. Hasta mucho se tardó el presidente de sustituirlo.
Los que han esperado que la purga también alcance a una funcionaria como Alexandra Hill Tinoco, sólo por que no tiene el carácter para dirigir la política exterior del país, resultan ingenuos. En esta reconstrucción del gabinete no se trata de quitar a todos los incapaces, sino de deshacerse de los que se han convertido en problema para el presidente por sus actos de corrupción y abuso de poder.
Como dicen en Alemania en esta fecha: April, April! En Estados Unidos sería: April fools! O en salvadoreño: ¡Caíste! No coman cuentos…
Saludos,