Estimados amigos:
Ustedes tienen el país más “cool” de Centroamérica, para usar una expresión muy abusada por nuestra presidente, quien piensa que es el gobernante más “cool”, y no sólo de Centroamérica. Ustedes dirían: el país más “tuanis” o más “pura vida”…
Costa Rica ha sido certificado como “cool”, no por el clima, sino por el desarrollo humano que ha alcanzado para sus ciudadanos. Según el recién publicado Índice de Desarrollo Humano, Costa Rica ocupa en este índice el lugar #62 a nivel mundial. El índice lo coloca entre el grupo privilegiado de países con “muy alto desarrollo humano”. El Salvador ocupa el lugar #124 entre los 189 países del mundo medidos, detrás de países en permanente crisis como Venezuela o en guerra como Irak y Libia.
Ustedes avanzaron, nosotros quedamos estancados. ¿A qué se debe?
La respuesta espontánea de mucha gente sería: Porque Costa Rica abolió el ejército en 1948, mientras que El Salvador pasó por dictaduras militares y una guerra civil de 12 años. Es cierto, pero es más complejo. Casi todos los países mantienen su Fuerza Armada, pero muchos de ellos alcanzaron un alto desarrollo humano, social y económico. En América Latina, Chile y Uruguay son los mejores ejemplos.
Lo que Costa Rica hizo fue mucho más que quedarse sin Fuerza Armada. Definió con claridad sus prioridades: protección del Medio Ambiente, Educación y Salud. Los diferentes partidos que han gobernado Costa Rica aplicaron diferentes formas de cumplirlas, pero sostuvieron las prioridades. Es una gran ventaja, cuando la inversión en estos rubros es sostenida y acumulativa.
En la base de esto hay un amplio y profundo consenso social, y esto solo se construye mediante el diálogo y la inclusión social. Es una cuestión de confianza entre gobernados y gobernantes, y de acuerdos de país entre los principales partidos. Con gobiernos que predican la división, el odio y la mentira es imposible construir esta confianza.
Muchos de mis amigos ticos expresan serias críticas a los gobiernos que les tocaron en las últimas décadas, al estado fiscal de su país, y dudas en la eficiencia de sus sistemas de educación, salud y seguridad pública. Pero todo esto no tiene comparación con las crisis en las cuales se encuentran estos rubros vitales para el bienestar y desarrollo en El Salvador. Tampoco las críticas que he escuchado o leído sobre el gobierno de Carlos Alvarado tienen comparación con la improvisación, la corrupción sistémica, y las tendencias autoritarias del gobierno de Nayib Bukele.
Nosotros en El Salvador nunca hemos invertido lo necesario en educación, salud y medio ambiente, por eso El Salvador está estancado en su desarrollo humano. Pero con el actual gobierno vamos a retroceder, debido al caos administrativo y fiscal que están creando, al hecho lamentable que están quemando todos los puentes necesarios para construir consensos sociales, acuerdos de país y para definir prioridades consensuadas.
Yo sé que a ustedes les queda mucho por mejorar y corregir, pero están avanzando y creando acumulativamente las condiciones para alcanzar su sueño de ser un país del primer mundo. Sé que no todos mis amigos en Costa Rica están contentos con su presidente Carlos Alvarado, su forma de gobernar y sus logros, pero para el resto de Centroamérica, si somos sinceros, es un ejemplo. Lastimosamente, en vez de emularlo, en Nicaragua, Guatemala, Honduras y El Salvador nos estamos hundiendo en crisis institucionales y sociales, y las mayorías se están agarrando de los palos equivocados: el populismo demagógico, el autoritarismo, la destrucción del Estado de Derecho, la anti política.
Cuiden a su país, mantengan los puentes de diálogo, sostengan sus prioridades y nunca se dejen engañar de los demagogos celestitos que ya adoptaron en Costa Rica los colores y discursos de Bukele.
Saludos,