Muchos diputados han recibido llamadas, algunas con amenaza de suspender sus visas, de la Embajada de EE.UU., presionándolos que no voten por una Ley de Reconciliación que permita penas sustitutivas a la cárcel en los casos de crímenes de guerra.
Espero que el nuevo Embajador, un militar quien sí entiende la historia de la guerra salvadoreña y la lógica los comportamientos de sus protagonistas, corrija esta insensata intervención en nuestra legislación y en nuestra forma de enfrentar los conflictos y pecados de nuestra historia.
La otra presión proviene del presidente, quien ya hizo ver que vetará la ley si no incluye penas de cárcel para los acusados de crímenes de guerra durante los años 80. Pero es una presión que funciona más bien en la cabeza de ustedes, una especie de autocensura. Les paraliza el miedo que Bukele va a vetar cualquier versión racional de esta ley, que por una parte cumpla con la sentencia de la Sala sobre la amnistía, y al mismo tiempo con su responsabilidad de no poner en peligro la reconciliación ya lograda en nuestra sociedad.
Tienen razón, diputados, el presidente va a vetar esta ley, a menos que ustedes se acobarden y hagan la ley como él la quiere: una ley que vuelve a profundizar las divisiones y los resentimientos que emanan de la guerra; una ley que le permite a él seguir dividiendo la sociedad, exhibiendo como culpables a los protagonistas de la guerra y de la paz, el Frente y ARENA. Está en su interés político vetar una ley que nos dé los instrumentos de llegar a la verdad, pero sin generar nuevas divisiones.
Lo que no tiene sentido es que ustedes, los diputados, sigan dejándose paralizar por la amenaza del veto presidencial. Ustedes no tienen la tarea de complacer al presidente, sino de cumplir con la sentencia de la Sala –¡y con la historia!
Hagan esta ley como la Sala y la responsabilidad histórica les demandan: sin temor al veto. Si logran una mayoría sólida para una ley que esté en función de establecer la verdad sobre los crímenes de guerra, pero sin revanchismos, el presidente Bukele la va a vetar por inconstitucional, pero no la puede detener. La última palabra la tendrá la Sala de lo Constitucional, que realmente es la cancha donde merece estar esta pelota. Ahí se originó el problema, cuando la Sala anterior tomó la decisión de abrir esta Caja de Pandora, declarando inconstitucional la amnistía del 1993, la cual permitió que funcionara el proceso de paz. Y al haber veto presidencial, ahí regresará el problema para su definitiva solución.
Lo único que tienen que hacer es olvidarse de la presión que reciben de todas partes, superar el miedo al veto y redactar esta ley de manera prudente, sabia y justa.
Saludos,
(MAS y EL DIARIO DE HOY)