Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 31 diciembre 2019
Estimados lectores:
El gran reto del 2020 será para los partidos políticos. No sólo para los partidos tradicionales, que tendrán que transformarse para sobrevivir, sino igual para los partidos nuevos que quieren ocupar los espacios perdidos o abandonados por los que han sido mayoritarios durante décadas. Aunque tal vez no lo tengan claro, el reto más difícil tal vez lo tendrá la gente de Nuevas Ideas, el partido llamado a consolidar el poder de su fundador y líder, Nayib Bukele, y de extender el control del Ejecutivo a la Asamblea y otros órganos del Estado. Por esto el delirio con los 90% de apoyo al Gobierno…
Muchos nos confundimos pensando que el movimiento de Bukele no podía ganar las elecciones presidenciales del 2019, ya que ni siquiera hizo el intento de construir organización local y desarrollar campaña territorial. Bueno, pudo, porque sólo había que promover a un líder (y todos los mitos y leyendas alrededor de él). Pero si Nuevas Ideas piensa que el mismo esquema les va a funcionar para la elección de liderazgos departamentales (diputados) y municipales (alcaldes y concejales) de febrero 2021, esta vez los equivocados serán ellos.
Bukele y Nuevas Ideas se juegan en el 2021 el todo o nada. Debido al estilo de gobierno que escogió el presidente (un gobierno que rechaza la concertación y la negociación con la oposición y apuesta plenamente a confrontarlos con la supuesta ‘voluntad popular’ que apoya incondicionalmente a la figura presidencial), están obligados a construir una nueva mayoría legislativa entre Nuevas Ideas, GANA, y los sectores de ARENA que piensan poder arrastrar en su corriente golondrina.
Para poder avanzar en esta dirección, Nuevas Ideas tendrá que aprovechar las 52 semanas del 2020 para construir partido, liderazgo local, candidaturas sólidas y legítimas. El Movimiento Bukele no es un partido. Para elegir presidente era correcto no definir ninguna posición política, solo insinuando transformaciones. Pero para convertirse en partido mayoritario con control de alcaldías y de la Asamblea tienen que elaborar una plataforma política que unifique al partido.
Irónicamente, el otro partido que padece de la misma enfermedad (falta de personalidad política) es ARENA. Luego de 39 años de existir como partido, 20 de ellos gobernando, ARENA se encuentra en un estado lamentable de descomposición. Los resultados electorales del 2018 le dieron el rol de principal fuerza de oposición, pero nunca lo asumieron, porque ante el fenómeno del populismo triunfante de Bukele, ARENA perdió la capacidad de debate y de construcción de unidad y propósito compartido.
Hicieron complicadas elecciones internas para renovar su COENA, pero al asumir sus cargos el nuevo liderazgo se encuentra tan dividido como nunca. Su fracción legislativa ya no funciona como tal, sino que se reduce a intercambios de criterios, en el mejor caso, con grupos o incluso individuos teniendo agendas legislativas diferentes. Hay un grupo de legisladores que prefiere buscar orientación afuera del partido, en Casa Presidencial. Y hay otro grupo de legisladores y dirigentes que acuerpa al alcalde de San Salvador como la única figura con potencial liderazgo en ARENA. Lamentablemente, muchos que profesan lealtad y apoyo a Neto Muyshondt, también lo hacen a las iniciativas del gobierno de Bukele. Es una estrategia de mejor imitar lo que no se cree posible vencer…
La confusión dentro y alrededor de ARENA no podía ser más grande. Si los diferentes liderazgos, grupúsculos y egos no logran construir una plataforma auténtica y compartida para las elecciones de febrero 2021, entrarán en esta contienda sin identidad partidaria y sin capacidad de recuperar su rol de oposición.
Las consecuencias serán fatales no solo para ARENA, sino para la defensa de la institucionalidad democrática del país. Quisiera que a una Asamblea arenera entrara algún joven gritando a los areneros (y sus votantes y financistas) como lo hizo Greta Thunberg en Naciones Unidas: “Quiero que tengan pánico. Es de vida o muerte. ¡No pierdan ni un día más!”
Ante el mismo reto está el FMLN. Sin brindar ninguna resistencia permitió que en el 2019 un oportunista mimado dentro de sus propias filas le quitara la mayoría de sus votos, incluyendo los de sus excombatientes. El truco: un difuso discurso de izquierda y denunciar al Frente como ARENA 2.0.
Si el Frente no logra redefinir un proyecto político de izquierda, depurado de sermones ortodoxos, chavistas y populistas un proyecto socialdemócrata progresista que puede aliarse con liberales y humanistas, no podrá recuperarse en el 2020. Si el Frente no se convierte en la oposición más coherente y consistente al gobierno de Bukele, no recuperará ni uno de los votos que se dejó robar en el 2019. Solo un Frente encarando al populismo de Bukele con racionalidad y realismo puede defender el espacio electoral de la izquierda.
Los tres partidos que podrían ser mayoritarios en el 2021 tienen solo un año para resolver su problemas, el 2020. En una segunda parte de esta carta veremos los retos para los partidos pequeños…
Saludos,