lunes, 5 de febrero de 2018

Carta a los que se asustaron por el caso de San Patricio

Estimados amigos:
El Gobierno nos está vendiendo un nuevo mito: el de San Patricio. No se lo compren.

Según ellos, el reciente enfrentamiento de San Patricio (donde lamentablemente murió un agente de la PNC y salieron lesionados 8 más) fue una emboscada – y nos hacen creer que esto marca una nueva etapa en el conflicto con las pandillas. Esto es una trampa para justificar sus fracasos y para conseguir apoyo para prolongar sus políticas fracasadas.

Lo que pasó en San Patricio no fue una emboscada. Tampoco fue un operativo ofensivo de la pandilla. Fue un enfrentamiento más. En estos enfrentamientos, que se dan todos los días cuando la PNC detecta una concentración de pandilleros y cerca el lugar, normalmente mueren dos, tres o cinco pandilleros.

La única diferencia fue que esta vez las bajas no solo las tuvo la pandilla, sino también la Policía, porque esta vez se toparon con dos pandilleros que, al verse cercados, no se rindieron, sino que ofrecieron resistencia hasta morir. Esto es el comportamiento de alguien quien sabe que de todos modos va a morir. Lo sabe, porque ya conoce el padrón operativo de la Policía: topar para matar, no cercar para detener. Alguien que está convencido que rendirse no es opción, porque de todo modos le van a pegar un tiro, va a preferir morirse combatiendo.

La relatora especial de Naciones Unidas, Agnes Callamard, advirtió ayer sobre esta clase de abusos.

Lo de San Patricio no marca una nueva fase en el modo de operar de las pandillas, sino es consecuencia del modo de operar de la PNC.

Lo mismo pasó en la guerra de los 80. Los guardias nacionales, al verse atacados y superados por la guerrilla, ofrecieron resistencia hasta morir, porque estaban convencidos de que, al rendirse, no les iban a perdonar la vida. Lo mismo pasó con los combatientes guerrilleros. Esto solo comenzó a cambiar cuando ambos bandos llegaron a la conclusión de que era preferible respetar la vida de quienes se rindieran. A partir de ahí, de alguna manera la guerra se “humanizó”.

Es obvia la decisión de priorizar los operativos de aniquilamiento por sobre operativos de detención. Por esto, muchos están hablando de una militarización de la Policía. La consecuencia lógica será que vamos a ver más casos como el de San Patricio, donde los pandilleros no se van a rendir, sino a morir combatiendo, no sin provocar bajas a la Policía. Y en algún momento, tarde o temprano, su respuesta será irse a la ofensiva. Entonces, sí veremos patrullas policiales o militares emboscadas, cosa que hasta la fecha, afortunadamente, no la hemos visto.

El Gobierno está compensando su poca eficiencia en la lucha contra las pandillas con más operativos de aniquilamiento. Más violencia, en vez de más inteligencia y eficiencia. La ciudadanía y la oposición tienen que pensar en serio si se dejan chantajear para apoyar políticas fracasadas que profundizan el conflicto, o si exijamos políticas orientadas a fortalecer el carácter institucional y la eficiencia de las respuestas policiales a la delincuencia. En Colombia, lo que prevaleció fue el concepto de “seguridad democrática” o “seguridad institucional”. Nosotros vamos en la dirección contraria.

Piénsenlo. Saludos,

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(MAS! / El Diario de Hoy)