martes, 10 de enero de 2017

Carta a los diputados: El problema es la calidad de la Asamblea

Estimados:
Me encanta que con la propuesta de reducir el número de diputados de 84 a 50 al fin el tema de la reforma de la Asamblea está sobre la mesa. Aunque creo que está mal puesto, por lo menos va a generar una discusión que por años ha sido evadido.

¿Por qué digo que está mal puesto? Porque mezcla una discusión racional y necesaria sobre cómo mejorar la representatividad y la calidad de la Asamblea con un enfoque populista que sólo explota el resentimiento popular: “Los diputados son una bola de inútiles y además corruptos. Menos diputados, menos corrupción y menos gastos…”

La propuesta de crear circunscripciones (distritos) electorales que garanticen que cada diputado represente la misma cantidad de población, es correcta. Hay que hacerlo. Pero esto se puede hacer para 50 como para 84 diputados. Pueden ser 4 distritos para elegir 50 diputados, pero igual pueden ser 21 distritos para elegir en cado uno 4 diputados. Sea como sea, esto resuelve el problema de representatividad, pero de ninguna manera el problema de calidad de los diputados, de las fracciones, de las comisiones y de la Asamblea como tal. Tampoco resuelve el problema de la corrupción y de la falta de preparación de los diputados.

Si hacemos la reforma como Paul Steiner y Félix Ulloa la proponen, lo único que habremos hecho es dar una respuesta populista a un sentimiento irracional. Tendremos 50 diputados, en vez de 84, pero no habríamos resuelto nada.

Si queremos evitar que se elijan diputados corruptos o inútiles, no tenemos que cambiar la forma del voto popular (el primer paso ya lo hizo la Sala con el voto cruzado), sino la manera cómo los partidos postulan a los candidatos. Si no se logra una reforma democrática de los partidos, podemos elegir una Asamblea de 50 o de 84 diputados, y siempre será una Asamblea mala.

Queda el argumento que con menos diputados se reduce el presupuesto de la Asamblea. Y el otro argumento: Esto exige la gente. Puede ser que la gente lo exija, sobre todo si los “representantes de la sociedad civil” alimentan con su oportunismo populista este sentimiento. Pero por más que “la gente” lo demande, no es una exigencia racional. El presupuesto de la Asamblea no hay que reducirlo, sino hay que usarlo para mejorar la calidad del trabajo legislativo. Hay una gran demanda insatisfecha de legislación – y de legislación buena.

El problema no es que la Asamblea tenga un presupuesto demasiado alto. El problema es que se gasta en seguros médicos; en suplentes que no son necesarios; en asesores que no trabajan para la Asamblea, sino para los partidos; en una Junta Directiva inflada; en carros de lujo…

Pongo un ejemplo: Es falso que la Asamblea tenga demasiado asesores y hay que eliminarlos. Tiene malos asesores y hay que cambiarlos. La Asamblea necesita un departamento de investigación y documentación de alta calidad profesional y académica. Puede ser que esto incluso costaría más que ahora en gastan en asesores.

La Asamblea necesita mejorar el trabajo de sus comisiones. Para esto va a necesitar apoyo de un departamento de investigación, pero también el involucramiento permanente y preparado de todos los diputados. Con 84 diputados idóneos y un aparato académico-profesional adecuado, la Asamblea y sus comisiones podrían hacer maravillas en cuanto a legislación y elección de funcionarios de segundo nivel (fiscal, procuradores, magistrados, etc.). Dudo que 50 diputados tendrán esta capacidad.

La propuesta de reducir a 50 diputados la Asamblea solo tiene sentido si asumimos que siempre la gran mayoría de los diputados van a ser inútiles. Entonces, mejor tener menos inútiles. Pero no hay que conformarse que esto siempre será así. Hay que conseguir que los partidos postulen candidatos calificados; que los procesos internos sean democráticos y abiertos; que la ciudadanía sepa escoger a los mejores. Esta es la meta. Si logramos cumplirla, ya no tiene sentido reducir la Asamblea, ni de quitarle presupuesto.

Siempre hay que crear distritos electorales que garanticen una representatividad democrática. Siempre hay que eliminar a la gran mayoría de los suplentes. En este sentido es buena la propuesta. Pero la reducción es una consigna populista e irracional, que no enfoca en el problema real: la calidad legislativa.

Tomemos la actual propuesta como punto de partida de una debate racional. Necesitamos una reforma política, no sólo una reforma electoral. Saludos,

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(MAS!/EL DIARIO DE HOY)