miércoles, 7 de enero de 2015

Carta a los colegas que sobrevivieron el ataque terrorista a Charlie Hebdo

Chers amis:
Je suis Charlie! Yo soy Charlie! Gritaron miles de franceses en las calles de Paris y colegas periodistas y caricaturistas en todo el mundo lo repitieron en las redes sociales. Yo también soy Charlie Hebdo. Yo también me siento atacado por el cobarde atentado a mis colegas de la revista Charlie Hebdo en Paris.

El comando terrorista que ejecutó a 10 colegas periodistas y caricaturistas y a dos policías destacados para cuidarlos quiso matar la libertad de expresión. Quiso matar a la vez a su hermana aun más preciosa: nuestra libertad de reírnos de quien nos da la gana; nuestro derecho sagrado de burlarnos de los poderes políticos, económicos y religiosos del mundo.

El pecado de Charlie Hebdo, por el cual unos islamistas radicales lo condenaron a la muerte, fueron unas caricaturas que publicaron sobre Mahoma. El principio que ustedes defendieron, hasta con su vida, es: Nadie es intocable para la crítica, el humor, la risa, la sátira. Ningún presidente, ni los hombres más ricos del mundo, ni el Papa, ni el Dalai Lama, ni Mahoma. El derecho a la libre expresión, a la crítica, al humor y a la sátira está encima de todo. Y esto es el principio que ahora nosotros, los colegas escritores, periodistas o caricaturistas del mundo, tenemos que defender. Si no, estamos fritos todos, y cualquier fanático, fundamentalista o radical se siente con el derecho de limitarnos la libertad de expresión.
Lo que pasó en Paris, para traducirlo al salvadoreño, es como si alguien, desde sus convicciones religiosas, decidiera matar a una feminista que aboga por el derecho al aborto. O al revés, como alguien, desde sus convicciones feministas, atacara a balazos a una persona que lucha contra el derecho al aborto.

Lo que pasó a Charlie Hebdo, traducido a salvadoreño, es como si mi amigo y colega Alecus tuviera que temer por su vida por una de sus caricaturas. O, aun peor, como si Alecus, Otto, Salomón, Ruz y este escritor de cartas nos viéramos obligados a autocensurarnos para no poner en peligro la vida de nuestros familiares y colegas.

Los colegas de Charlie Hebdo sabían el riesgo al cual estaban expuestos. Decidieron no ceder a las amenazas. Decidieron no sacrificar su oficio, su dignidad como artistas y como ciudadanos libres.

Hago un llamado a los medios salvadoreños a solidarizarse con Charlie Hebdo de la forma más contundente: publicando las caricaturas  de Charlie Hebdo, por los cuales la revista y sus editores y artistas han sido ejecutados por los enemigos de la tolerancia. En la lucha por la libertad no puede haber paso atrás ni moderación ni negociación…

Estoy seguro que su revista sobrevivirá este intento de aniquilarla. El grito mundial de “Je suis Charlie!” la hará más fuerte. Los fundamentalistas pudieron matar a varias de las plumas geniales de Charlie Hebdo, pero son impotentes contra la idea detrás de la revista satírica: El arte, el humor y el periodismo son libres o no son.

Mi más profundo respeto para los colegas de Charlie Hebdo, Paolo Lüers