Cuesta  creerlo: Te pegaron un balazo. A sangre fría, en la cabeza. Entre  todos, a vos, un tipo que todo el mundo quiere en Suchitoto. Un tipo que  vino del Norte para incorporarse a la comunidad, para echar riata, para  enseñar.
De la nada,  más  bien con la fuerza de tu visión, levantaste una granja experimental,  una escuela de agricultura, una empresa ejemplar. Donde no había nada  más que la mísera economía de subsistencia, vos te imaginabas una oasis  de creatividad, de eficiencia, de bienestar. Y la construiste.
Donde  nadie se atrevía a pensar más allá de las subvenciones, del  asistencialismo y de la limosna para los pobres, vos rompiste el círculo  vicioso y enseñaste un camino para el progreso basado en creatividad.
Donde  las ONGs y fundaciones siguen cultivando el culto a la pobreza, vos  estás construyendo una utopía real basada en productividad y tecnología  aplicada.
Pero  estamos en El Salvador, un país donde la esperanza siempre está en  peligro de ser apagada por la violencia. La barbaridad te alcanzó.  Alguien, a saber quién y porqué, te quiso matar. Algún cobarde te pegó  un balazo, sin dar la cara, anónimamente, de atrás. 
Conociéndote  no me puedo imaginar qué le puedes haber hecho a alguien para que trate  de cortar tu mano que siempre estaba estrechada para que otros se  levanten.
Ya  sabíamos que nuestro país está enfermo. Pero esta noticia casi me hizo  llorar. De rabia, de impotencia, de tristeza. Esto no puede seguir así.  Hay que erradicar este cáncer y fortalecer las defensas del paciente.
Por  suerte sos un tipo con siete vidas, y el balazo no te mató. Estoy  seguro que tampoco se morirán tu granja, tu escuela, tu visión.
Levantate rápido, te necesitamos. Paolo Lüers
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