jueves, 8 de diciembre de 2011

Carta a un amigo

Querido R.:

Cuesta creerlo: Te pegaron un balazo. A sangre fría, en la cabeza. Entre todos, a vos, un tipo que todo el mundo quiere en Suchitoto. Un tipo que vino del Norte para incorporarse a la comunidad, para echar riata, para enseñar.
De la nada, más bien con la fuerza de tu visión, levantaste una granja experimental, una escuela de agricultura, una empresa ejemplar. Donde no había nada más que la mísera economía de subsistencia, vos te imaginabas una oasis de creatividad, de eficiencia, de bienestar. Y la construiste.
Donde nadie se atrevía a pensar más allá de las subvenciones, del asistencialismo y de la limosna para los pobres, vos rompiste el círculo vicioso y enseñaste un camino para el progreso basado en creatividad.
Donde las ONGs y fundaciones siguen cultivando el culto a la pobreza, vos estás construyendo una utopía real basada en productividad y tecnología aplicada.
Pero estamos en El Salvador, un país donde la esperanza siempre está en peligro de ser apagada por la violencia. La barbaridad te alcanzó. Alguien, a saber quién y porqué, te quiso matar. Algún cobarde te pegó un balazo, sin dar la cara, anónimamente, de atrás.
Conociéndote no me puedo imaginar qué le puedes haber hecho a alguien para que trate de cortar tu mano que siempre estaba estrechada para que otros se levanten.
Ya sabíamos que nuestro país está enfermo. Pero esta noticia casi me hizo llorar. De rabia, de impotencia, de tristeza. Esto no puede seguir así. Hay que erradicar este cáncer y fortalecer las defensas del paciente.
Por suerte sos un tipo con siete vidas, y el balazo no te mató. Estoy seguro que tampoco se morirán tu granja, tu escuela, tu visión.
Levantate rápido, te necesitamos. Paolo Lüers
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