lunes, 25 de enero de 2010

´Tás Ponchao

La marcha del sábado 23 fue una gigantesca afirmación de voluntad democrática. Para eso son las marchas. Para que, cada vez que ello sea necesario, sea bien visible que Chacumbele no está sólo en el ring; que hay millones de venezolanos ­representados por los que marcharon en Caracas- que se oponen a este gobierno y que con toda determinación se lo hacen saber. El día que Chacumbele vea que nadie marcha, podrá sentir que ha doblegado al país y que nada ni nadie se opone a sus designios. Por eso fue tan importante la marcha del 23 de Enero. Fue muy importante también porque dio amplia visibilidad al acuerdo unitario de los partidos de oposición y los líderes de estos ratificaron, ante centenares de millares de personas, su determinación de alcanzar un acuerdo unitario perfecto para las elecciones parlamentarias del próximo 26 de septiembre. Los partidos tiene una enorme responsabilidad por delante. La gente sabe que, aún dentro de su precariedad organizativa y del acoso gubernamental, los partidos políticos son la piedra angular de la movilización de calle y electoral contra el régimen de Chacumbele. Por eso respondió a su convocatoria.

Nadie más, en la oposición, tiene el poder de convocatoria que posee la Mesa Democrática. Por eso esta experiencia debe ser cuidada. Ser exigente con la Mesa no significa estarle tirando piedras todo el tiempo, venga o no a cuento, y las más de las veces, de modo injusto y arbitrario.

El país está cruzado de problemas y el mayor de ellos es Chacumbele y su ya legendaria incompetencia y corrupción y, ciertamente, la Mesa debe atender las consecuencias de esta calamidad pública, pero su principal responsabilidad, hoy, lo que el país opositor le exige, es alcanzar ese Acuerdo Perfecto, esas listas y candidaturas únicas y unitarias que permitan derrotar a Chacumbele, con todo y las trampas del CNE.

Nadie mejor que él sabe que va palo abajo.

Las encuestas más recientes registran números devastadores para el régimen. La tendencia que ya se marcó a partir del referéndum de 2007, de incremento del voto opositor y descenso del voto oficialista, se ha acentuado a lo largo de 2009.

Chacumbele es minoría hoy. Y él lo sabe. Tiene semanas desvariando sobre el tema de que le convoquen un revocatorio. Nadie le para bola, pero él sigue con el tema, que ni siquiera alcanza el rango de provocación. ¿Creerá que los demás son tan tarados como algunos de sus colaboradores? A nadie se le escapa que es pura y simplemente una idiotez a la cual, con razón, hay que prestarle oídos sordos. Por ahora, el próximo paso es derrotarlo en septiembre.

Ya llegará la hora de revocarlo en diciembre de 2012. La encuesta del IVAD (Seijas) que terminó el 20 de diciembre pasado, antes de la devaluación y del estallido brutal de la crisis eléctrica, registra que más del 66% de los venezolanos no quiere que el presidente siga más allá de 2012. ¡Tas ponchao, bate quebrao!

(Informe21. El autor es director del diario venezolano TalCual)