No quieren intelectuales de diputados sino soldados fieles del partido. Reflejo de un partido que sistemáticamente ha erradicado de sus filas la crítica, el debate interno, la pluralidad, la creatividad. El FMLN ha sido invencible durante la guerra, precisamente por dos factores que en los últimos años ha sistemáticamente abandonado: por su pluralidad, uniendo las diferentes pensamientos de izquierda. Y por su capacidad de incorporar productivamente a los intelectuales, los artistas, la masa crítica del país. Hoy ha cambiado la pluralidad por un verticalismo autoritario, deshaciéndose sistemáticamente de las corrientes socialdemócratas y socialcristianos. Y en esta “limpieza”, de una sala vez, se fueron los intelectuales. Todos.
Como dice Medardo González, “no estamos jugando a ser intelectuales sino a defender un proyecto político, a mantener el poder del pueblo...” En este concepto de la dirigencia del FMLN, intelectualidad y proyecto político son incompatibles. Esto quiere decir: en su proyecto político el aporte crítico, la capacidad técnica y la creatividad de los intelectuales no es necesaria, más bien es un estorbo...
El primer órgano del Estado, el parlamento, necesita un cambio profundo si quiere recuperar la confianza y credibilidad que la gente le ha perdido. Las ha perdido porque sus diputados, con muy pocas excepciones, se comportan precisamente como soldados de partido, como representantes de “proyectos políticos”, y no como personalidades regidos por su conciencia ética y su análisis crítico. Las cúpulas partidarias --de ambos bandos, hay que decirlo-- han pervertido la cultura parlamentaria imponiendo a sus diputados una ciega disciplina partidaria muy encima del compromiso que tienen con sus votantes y con su conciencia.
El cambio que el país necesita, tiene que comenzar ahí, en el corazón de la crisis del sistema político, construyendo relaciones más transparentes y democráticas entre los representantes y sus representados, transformando a los partidos de maquinarias de dominación en instrumentos de la ciudadanía.
Ya que todo el mundo habla de cambio: necesitamos diputados que no sean soldados partidarios, sino que tengan capacidad intelectual, conciencia crítica... y valor cívico para defender los intereses del país aun cuando signifique tomar distancia crítica a sus cúpulas partidarias. Necesitamos diputados con capacidad y vocación de concertación, diputados que busquen el debate y el entendimiento con las otras fracciones para buscar soluciones. No necesitamos a diputados que sólo hablan con sus superiores para tomar decisiones.
Los demás partidos --por lo menos el PDC, el FDR y ARENA-- han tomado algunos pasos, aunque tímidos, en esta dirección. Han escogido algunos candidatos a diputados con criterios no partidarios, sino por su capacidad, su independencia, su solidez moral.
El FMLN está haciendo lo contrario, y ni siquiera trata de disimularlo: está construyendo una bancada parlamentaria hecha a la medida de los intereses partidarios, fiel a la cúpula, inmune contra “desviaciones” de intelectuales críticos, respondones y no supeditados al control de la cúpula partidaria.
Y el candidato a la presidencia, quien hace un año prometió cambiar todo esto, ahora presenta a la planilla escogida por la dirección del partido y dice: “Esto es mi equipo, con ellos voy a gobernar.”
¿Cuál cambió, entonces? ¿Cambio hacia dónde?
(El Diario de Hoy, Observador Electoral)