De la revolución bolivariana se pueden decir muchas cosas, podríamos discutir si es socialista o si es marxista cuando está fundamentada en Bolívar, se podría discutir si es de verdad una revolución, se podría discutir si es roja, pero donde si no tengo dudas es que verde no es.
Las bases ideológicas del planteamiento de la revolución de Chávez parecen estar sustentadas desde la izquierda, eso se ve por la fauna periférica que pulula por Caracas. La verdad ya lo he expresado en otras ocasiones, a mi no me parece muy roja la puesta en escena de toda esta obra, parece más las obras populistas de un régimen militar. Ahora, hay obras muy buenas, estoy muy impresionado del trabajo que han hecho en el sistema de orquestas de Venezuela, además de contar con un joven prodigioso director como es Gustavo Dudamel, tienen una producción de talento increíble, que sólo se puede lograr con una inversión en serio y un impulso directo del gobierno. Se ven avances en obras de ingeniería y de intercomunicación. La conectividad como la piensan los ingenieros está creciendo, y no solo por carreteras, sino que el tren es un gran buen proyecto. La reconstrucción e inversión en los barrios, que no son medidas radicales, sino más bien paliativos con gotero, pero son cuestiones que el pueblo agradece.
Todo esto es discutible, sobre todo por la perversa manipulación que los incentivos de Chávez están logrando. Un país como El Salvador tiene mucho que preocuparse a la hora de hablar de seguridad alimentaría, Venezuela no debería de preocuparse y todavía lo hace, las nuevas propuestas de Chávez en este sentido son dignas de discusión, parecieran una propuesta en sentido correcto, pero con grandes problemas. En todo caso esto es discutible. Lo que si está claro es que esta revolución no es Verde.
El clamoroso abandono de los parque nacionales costeros, el no respeto por la capacidad de carga de los mismos, el descenso en el presupuesto de INPARQUES, la basura que se acumula en las ciudades, la contaminación en Caracas, los desastres en la amazonía, la elevada producción y dependencia petrolera, etc. Son muestras claras que esta revolución no le interesa lo verde. Al igual que en casi todo el mundo el Ministerio de Medio Ambiente (en Venezuela el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente) tiene el menor presupuesto de todo el gobierno. Y esto que es difícil de navegar entre las oscuras cuentas claras del gobierno de Chávez. El hecho es que no se nota en una nación rica como Venezuela y con tantos recursos naturales que se esté haciendo lo necesario para alcanzar la sostenibilidad.
En El Salvador, el asunto ambiental esta llegando a un punto donde si o si habrá que tomar medidas, el asunto del agua habrá que solucionarlo pronto, muy pronto. En Venezuela tiene mucho tiempo más, pero me da la impresión que no caminan por el lado correcto en este tema. Por ejemplo la regulación de los precios de la gasolina, es de chiste pensar que con menos de un dólar (a cambio oficial) se puede llenar el tanque de un compacto. La gasolina cuesta un poco menos de 0,10 de dólar el galón. Claro todo mundo dirá que maravilla, pero eso es la ilusión de la insostenibilidad y del capitalismo. El precio es barato, por tanto mejor tengo un carro propio que utilizar el transporte público, mejor consumo yo que pensar en el colectivo, no importa la distancia saco el carro porque total es tan barato, que si tomo taxi me sale más caro, etc. Y si además de esto le suma la facilidad de prestamos que está dando la banca nacional, todos tendrán vehículo. Toda esta distorsión hace que Caracas sea una ciudad contaminada, saturada de vehículos, es una pesadilla real de todos los días moverse por las calles de esa ciudad. Aun así, se que en El Salvador nos dará envidia y quisiéramos tener la gasolina a ese precio, pues no se equivoque amigo, cuando le salgan 40 o 50 dólares de combustible piense que tiene que utilizar menos su vehículo que tiene que ser más eficiente en sus desplazamientos. Y es que esa, la eficiencia, es el motor detrás de la revolución de la sostenibilidad. Será por esta sensación de crisis que logremos cambios radicales en las estructuras de nuestro sistema económico que nos permita acercarnos a la sostenibilidad.
Hablando también de modelos pregúntese usted: ¿Quién es capaz de regularse mejor el estado o la empresa privada? Porque este es el meollo del asunto. Tenemos regímenes como el de Venezuela, donde da la impresión que uno puede hablar lo que sea, pero de todas maneras hay oídos sordos en el gobierno, y este es el encargado de controlar todo lo que ocurre o deja de ocurrir en el país. Por tanto hay que confiar en la buena fe de sus gobernantes para que estos garanticen el cumplimiento de la ley. O confiar en que la empresa privada, donde su motor es el capital, y no entiende más que sobre la ganancia. Cuando hay estados, como solía ser el salvadoreño, donde no hay una muy clara división entre empresa privada y gobierno, la cuestión igual se complica porque no existen las regulaciones reales que el estado tiene que ejercer para garantizar el bienestar de la mayoría. Ahora en El Salvador no es que hayamos mejorado sino que tal vez hemos empeorado cuando los nuevos amigos del gobierno no son tan claros, así que ni siquiera parece ser que se esta respondiendo a los intereses de la empresa privada sino que a unos grupúsculos extraños. Regresando al punto: los dos modelos son ineficientes para regularse, no existe un contrapeso real, en unos casos por ineficiencia o descuido, en otros por falta de interés, la resultante es la misma, insostenibilidad.
Ahí es cuando tenemos que hacer la reflexión del papel que juega la sociedad civil, los medios de comunicación, las ONG, ese contrapeso que de no existir lleva a la corrupción de las instituciones. He ahí la necesidad de medios plurales críticos y criticables, dispuestos a jugarse el todo por el todo para impulsar el desarrollo del país, no ser parte del mismo juego entre empresa privada y gobierno. Pero si no tenemos una prensa mordaz, inteligente y progresista o si están constantemente amenazados de ser cerrados por expresar sus puntos de vista, o peor aun se autosensura. Entonces esta difícil el asunto, entonces los contrapesos se pierden y entonces solo se puede partir de la buena fe.
Venezuela, un paraíso con unos potenciales insospechables para El Salvador, pero es adicta al petróleo, por él hace lo que sea, no importa que esto signifique mayor contaminación, mayor burocratización, mayores cuotas de insostenibilidad, mientras mayor sea la producción mejor para el país, habrá que ver que pasa con la industria del cemento ahora que es nacional, habrá que ver si hay alguien capaz de regular las actividades productivas de las grandes empresas nacionales. De momento la revolución de Hugo Chávez no es verde y será insostenible, esperemos que cambie. Por el bien de Venezuela y su gente. Porque llegará el momento donde no se puedan seguir dando incentivos, donde no se pueda seguir manteniendo los megaproyectos, ¿entonces qué?