El general retirado venezolano Raúl Isaías Baduel tiene 52 años. Conoció a su ex amigo el presidente Hugo Chávez cuando entró en la academia militar, con 17 años. Durante el golpe militar que sufrió Chávez en 2002, Baduel coordinó la operación de rescate por la que Chávez fue restituido en el poder. En julio de 2006 fue nombrado ministro de Defensa y en julio de 2007 fue destituido. Ahora, Baduel considera que el presidente se ha convertido en un déspota. Cree que los conceptos políticos de izquierda y derecha quedaron desfasados.
Pregunta. ¿En qué momento se dio usted cuenta de que su proyecto político no tenía ya nada que ver con el de Chávez?
Respuesta. Cuando me incorporé al Gabinete como ministro de la Defensa en julio de 2006 pude constatar el manejo irresponsable que se hacía de las grandes decisiones. Hice las observaciones debidas en los términos moderados y respetuosos en que debía hacerlo, dada mi condición de militar. Pero también me di cuenta cuando tuve que consignar mis votos adversos en el Consejo de Ministros ante algunas decisiones. Allí constaté que la única pretensión del presidente Chávez era perpetuarse en el poder y hacer un manejo arbitrario de la renta pública y petrolera.
P. ¿Por qué cree que lo destituyó Chávez?
R. Ya desde principios del año pasado había tensiones. Yo quería evitar que las Fuerzas Armadas fuesen utilizadas como un elemento de presión política. Eso cada vez me hizo más incómodo para él. Me comunicó mi reemplazo dos horas antes de hacer pública su decisión. Simplemente me dijo que había decidido reemplazarme, no me dio ninguna otra explicación.
P. ¿Se siente espiado por el Gobierno?
R. A veces lo hacen los organismos de Seguridad de manera evidente. En mi residencia, en los lugares que frecuento, en mis citas con amigos... Están vigilando mis actuaciones. Pero eso no será algo que me amilane. Al contrario, me da más fuerza y más aliento.
P. ¿Cuál es su proyecto?
R. Mi misión es que en mi país se consolide y robustezca la democracia con alto contenido social. Que pueda servir no sólo al pueblo venezolano sino a los pueblos hermanos de Latinoamérica esos niveles de desarrollo de nuestro país. Tengo contactos con el partido Podemos. El más reciente evento electoral demostró que hay una amplia mayoría que ni quiere volver al pasado ni seguir con lo que se está haciendo en el país.
P. En el referéndum que se celebró en Venezuela el pasado 2 de diciembre el país vivió horas de incertidumbre y tensión ante el retraso del Gobierno en anunciar los resultados. En algunos medios venezolanos se dice que si Chávez finalmente reconoció su derrota, que después calificaría como "derrota de mierda", fue gracias a la presión que usted ejerció en el estamento militar. Usted ha eludido explicar cuáles fueron sus gestiones durante esa madrugada. ¿Podría aclarar cuál fue su papel esa noche?
R. Yo hago un paralelismo con los hechos de abril de 2002. En aquella ocasión defendí la democracia, la constitución y las leyes. Y a finales del año pasado, también. El 2 de diciembre me comuniqué con muchos sectores de las fuerzas armadas y también con los directivos del Consejo Nacional Electoral. Aproximadamente a las 19.30 yo tenía en mi mano los resultados de los escrutinios que hasta ese momento se habían hecho. Alcanzaban aproximadamente al 75% de los votos y la tendencia era un contundente triunfo del no. Por tanto, mandé una misiva a la presidenta del Consejo Electoral; mantuve estrecho contacto con muchos de los mandos medios de las Fuerzas Armadas, quienes no estaban dispuestos ni estarían dispuestos a que se quebrantara la democracia. Y dadas las horas de tensión, de una manera respetuosa pero muy firme, le hice saber a la presidenta del Consejo que en caso de que no se dieran los resultados y se siguiera sometiendo al país a una tensión innecesaria, me vería en la obligación de dar una rueda de prensa para dar a conocer los verdaderos resultados. Yo no puedo decir que esta acción fue determinante. Sería inelegante decirlo, pero al poco rato se dieron los resultados.
P. ¿Considera democrático el régimen venezolano?
R. Tenemos una ficción de democracia en nuestro país. Chávez ha arrodillado al resto de los poderes. Tenemos un Tribunal Supremo de Justicia en el que muchos de sus magistrados señalan abiertamente que sus posiciones están supeditadas al apoyo al proyecto de Chávez. Del poder electoral se puede decir lo mismo. Aún no conocemos los resultados definitivos. No tenemos esa división de poderes que debe existir en una democracia.
P. ¿Cree que Chávez concluirá los cinco años que le quedan de mandato?
R. Hay previsiones constitucionales que establecen mecanismos para convocar un referéndum revocatorio de su mandato. Pero cada vez más el ejercicio personalista, atropellante de su poder, totalitario, dictatorial por parte de Chávez, arrodillando las instituciones, particularmente con respecto al uso impropio que hace de las Fuerzas Armadas, ha potenciado un clima de tensión e intranquilidad.
P. ¿Pero Chávez concluirá su mandato?
R. Nuestro país está en una etapa previa a la insurrección propiciada por el propio presidente Chávez. Por eso, la situación es de cuidado. Cada día más, desmantela las Fuerzas Armadas creando cuerpos armados paralelos que no están previstos en la Constitución y que dependen de él. Está generando una situación de intranquilidad y desasosiego en las Fuerzas Armadas. Y no tengo dudas en señalar que lo hace con la pretensión de buscar excusas y victimizarse para luego manejar esa situación de desequilibrio.
P. ¿Hay un estado de malestar en el Ejército?
R. Hay inquietud en el Ejército y lo puedo decir con propiedad porque tengo contactos permanentes, sobre todo con los mandos medios de las Fuerzas Armadas. Ven que cada día se quebranta más el profesionalismo militar, que se quiere usar a las Fuerzas Armadas como un actor político de apoyo a un proyecto que se ha denominado socialismo del Siglo XXI pero que está vacío de todo contenido.
P. ¿Cree que esa inquietud puede derivar en insurrección?
R. En muchos casos, algunos de esos integrantes de las Fuerzas Armadas con los que hablo llegan a plantear la acción violenta. Yo procuro hacerles ver que ésa no es la solución.
(Publicado en El País)