Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 26 agosto 2021
Estimados amigos:
Qué bueno que El Faro haya puesto nuevamente sus faroles sobre el tema del pacto de Bukele con las pandillas, cosa que todo el mundo sabe, o por lo menos intuye, pero del que pocos han querido hablar en público. El gobierno lo niega rotundamente, aunque ahora la investigación salió con fotos, documentos y detalles. Es obvio que el Plan Control Territorial de Bukele nunca existió y que sus vistosos movimientos de tropas y policías eran cachetadas de payaso. La reducción abrupta y sostenida de homicidios no es obra de ningún plan policial, sino que es decisión de las pandillas, obviamente sobre la base de algún pacto con el Gobierno.
Habiendo aclarado todo esto, tengo que agregar: Qué malo que los reportes y análisis queden tan superficiales. Hablan de tregua 1 y tregua 2, una que surgió en el 2012, la otra que surgió en el 2019. ¿Será que nadie se ha dado cuenta que estamos hablando de dos treguas muy distintas? La primera fue una tregua entre las pandillas, una especie de cese al fuego en la guerra interna de todos contra todos en el mundo de las pandillas. La segunda es una tregua entre el gobierno y las pandillas, una especie de cese al fuego entre las fuerzas del orden (PNC, Fuerza Armada) y las fuerzas pandilleriles (MS13, Barrio 18-Sur y Barrio 18-Revolución).
La primera tregua, la del 2012 y 2013, es resultado de una negociación entre las pandillas, con mediación de un grupo de personajes independientes de la sociedad civil. La segunda, la actual, es resultado de una negociación entre delegados del gobierno de Bukele y dirigentes de las pandillas.
En la tregua 1, el gobierno no fue parte de la negociación, sino que se limitó a facilitar las condiciones para que la negociación entre pandillas y la intervención de los mediadores independientes pudiera tener lugar. En la tregua 2, la actual, el gobierno negocia directamente con los líderes de las pandillas, y esto está ampliamente documentado en las investigaciones de la Fiscalía General y de El Faro. Que el actual fiscal de facto haya archivado estas pruebas y toda la investigación no significa que la negociación no haya tenido lugar, sólo que el gobierno la trata de ocultar.
Esta es la otra diferencia entre las dos treguas. La primera, los mediadores y los pandilleros la mantuvieron secreta durante las primeras tres semanas, para garantizar que los pandilleros en los barrios no se dieran cuenta de la tregua pactada entre sus dirigentes en los periódicos. Luego, el proceso de la tregua fue muy transparente. Este servidor, quien formó parte del equipo de mediadores, ha escrito docenas de informes, análisis y columnas explicando el proceso, sus alcances y sus reveses. Los medios han tenido acceso para entrevistar a los mediadores, a los líderes pandilleros encarcelados y a las pandillas en sus colonias.
La primera tregua y la actuación de los mediadores, aunque controversial en la opinión pública, fueron procesos no solo transparentes, sino que no violaron ni normas éticas ni leyes de la República. La FGR de todos los fiscales generales de Luis Martínez en adelante ha tratado a penalizar la tregua como tal y la actuación de los medidores, e incluso de los funcionarios públicos que la facilitaron. Hubo dos vistas públicas y todos los mediadores, oficiales de policía y empleados de Centros Penales fueron dos veces absueltos. Los mediadores no permitieron que intereses partidarios y electorales contaminaran el intento de impulsar, a partir de la reducción de la violencia, un proceso de paz.
Luego de hacer fracasar la tregua y desmantelar la mediación, diferentes partidos han tratado de retomar el diálogo con las pandillas con fines electorales, y los pandilleros han aprovechado esta oportunidad de extorsión. Esto no tiene nada que ver con la tregua 1, pero mucho con la tregua 2: simplemente Bukele y Cía. retomaron estas negociaciones secretas e ilegales de carácter político-partidario que terminaron un pacto directo entre gobierno y pandillas.
Es en este contexto y guardando las diferencias que hay que analizar y discutir las revelaciones del Faro y la manera burda del gobierno de desmentirlas. Si no, sacaremos conclusiones falsas, por ejemplo esta: que cualquier diálogo con las pandillas es malo. Falso: Es necesario, pero hay que hacerlo con propósitos legítimos y de transparencia.
Saludos,