lunes, 1 de junio de 2020

Carta a los defensores de la democracia: ¿Cuál unión? De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 2 JUNIO 2020


Estimados amigos:
Hay verdades que nos cuesta asumir, porque al asumirlas nos requiere mucho coraje cívico. Me alegra mucho ver en el editorial que El Faro dedica al primer aniversario del gobierno de Bukele la siguiente frase clave: “Este gobierno no cambiará su estilo confrontativo y antidemocrático. Es su naturaleza”. 
Yo formulé esa conclusión varias veces en los últimos meses, y muchos de ustedes me han criticado por radical e intransigente. Me alegra que el comportamiento del presidente Bukele y su gabinete en el contexto de la epidemia del COVID-19 ha quitado a muchos la ilusión de que con este presidente se pueda a llegar a entendimientos entre demócratas.
La conclusión de todo esto es que es cierto que hay que buscar la unión para sacar al país de esa múltiple crisis de salud, de desempleo, de hambre y fiscal. Pero la unión que hay que construir no es con un gobierno que sistemáticamente viola las reglas de la democracia y sabotea los canales de diálogo y concertación. La unión que hay que construir es entre los que independientemente de su origen ideológico y sus intereses particulares están dispuestos a ponerle límite y contrapeso a este gobierno autoritario.
Los intentos de apelar a la racionalidad y la vocación democrática del presidente y sus funcionarios solo les hacen burlarse de nuestra ingenuidad. Otra cosa es fortalecer las instituciones democráticas (Asamblea, Corte Suprema, Procuraduría de Derechos Humanos, Corte de Cuentas y Fiscalía) para que, junto a una ciudadanía activa, pongan límite a los abusos de poder que sistemáticamente comete el gobierno. Sigue siendo válida la sabiduría popular que dice: “Los gobiernos autoritarios no conocen límites, menos el que le pongamos los ciudadanos”.
Si asumimos todas esas conclusiones, nuestra vida va ser menos cómoda, porque una ciudadanía activa requiere que salgamos de nuestra zona de confort. Sin embargo, mucho más incómodo sería vivir en un país donde el poder del gobierno no tenga límites.
Todas estas consideraciones no son abstractas, sino que tienen implicaciones bien concretas para el poco tiempo que queda de aquí a las elecciones legislativas. En febrero del 2021 se definirá si El Salvador sigue siendo un país democrático y pluralista o se desliza a una dictadura.
Todo el mundo está haciendo balance del primer año de gobierno. Hay una gran coincidencia sobre el carácter de este gobierno: tendencias autoritarias, resistencia a la rendición de cuentas, improvisación en vez de planificación, concentración de poder de decisión en Casa Presidencial.
Un embajador amigo tenía que mandar a su gobierno un informe sobre la situación del país al cumplir un año el gobierno de Bukele. Me pidió que le aportara algunos elementos para describir los logros del gobierno. Tenía ya completo el capítulo sobre los desaciertos y peligros, pero le costó redactar los logros. Hice un esfuerzo serio para describirle los principales éxitos de este gobierno: la reducción drástica de homicidios y la reacción ágil y decisiva del presidente al inicio de la epidemia.
Pero precisamente en estos dos campos también surgen las más serias dudas y cuestionamientos, debido a la falta de transparencia en estos dos asuntos de importancia esencial para el país. La reducción de homicidios evidentemente no es resultado del plan de control territorial, sino de algún tipo de entendimiento con las pandillas, que nadie sabe en qué consiste. Y la correcta decisión de cerrar el país en marzo ha llevado al gobierno a una obsesión irracional con el concepto de confinamiento, lo que ha llevado al país al borde del colapso económico social y a una crisis institucional.
Reitero el concepto con el cual inicié esta carta: Hay que ponerle límite a la sed de poder de este gobierno, construyendo la unidad de los demócratas para defender el sistema republicano y pluralista.
Saludos, 

Lea también:

Primer año de gobierno de Bukele: 365 días de derechos humanos en cuarentena