Estimado…
…no sé cómo dirigirme a vos ahora. Hasta ahora siempre te he dicho Goyo, pero ahora que el Papa Francisco te nombró Cardenal, no sé si es falta de respeto vosearte o si incluso tengo que decirte Su Excelencia o Su Eminencia. Como todos en El Salvador, no tengo experiencia de lidiar con cardenales.
…no sé cómo dirigirme a vos ahora. Hasta ahora siempre te he dicho Goyo, pero ahora que el Papa Francisco te nombró Cardenal, no sé si es falta de respeto vosearte o si incluso tengo que decirte Su Excelencia o Su Eminencia. Como todos en El Salvador, no tengo experiencia de lidiar con cardenales.
Sigo con mi costumbre personal: en caso de duda, es vos – siempre cuando la persona me caiga bien. Sean ex presidentes, premio Nobel o –esto sí es nuevo- cardenales…
Entonces,
aclarado esto, te felicito, Goyo. Me imagino que para un sacerdote
católico, es un honor muy especial. Como siempre en la vida, el honor
viene con grandes responsabilidades. Y con poder. No sé cuáles son los
poderes que un cardenal tiene dentro de la jerarquía de la Iglesia. Pero
el hecho que seas el primer cardenal salvadoreño; el otro hecho que
todos -católicos, cristianos no católicos, incluso ateos; pobres y
poderosos, de izquierda y de derecha- celebran el privilegio de tener un
conciudadano cardenal te da un poder moral que desde la muerte de
monseñor Romero y de Ignacio Ellacuría nadie ha tenido en nuestro país.
Y
esta falta de autoridad ética constituye un vacío que dificulta al país
resolver sus problemas. Aquí necesitamos quienes pueden confrontar a
los gobernantes y poderosos, pero también a la ciudadanía, con autoridad
desinteresada para obligarlos a reflexionar y dialogar y dejarse de
pajas y mentiras.
Como soy celoso defensor del estado laico, no estoy pidiendo que como jerarca eclesial te metás en la política y legislación cotidianas. Más bien, siempre he criticado esta tendencia de los obispos. Te pido que ahora que estás arropado con el respeto y la admiración de toda una nación, usés este poder sabiamente para romper con tabúes, bloqueos de debate y ligerezas éticas que no nos permitan avanzar.
Hace dos meses te transmití una petición de los líderes pandilleros: Pedían que vos ofrezcas al presidente de la República tu servicio de interlocutor honesto e independiente para que en el marco del Diálogo Nacional promovido por Naciones Unidas ellos, aunque estén fuera de la ley, sean escuchados y también confrontados con las exigencias de las sociedad.
Esta interlocución, que no hubiera sido más que un sondeo sin compromisos ni negociación, nunca se dio. Sé que no fue por falta de voluntad tuya. Simplemente el presidente no te escuchó. Bueno, necesitamos que como cardenal seas alguien que nadie -ni presidentes, ni pandilleros- pueda darse el lujo de no escuchar. Este nuevo poder te está otorgando no el Papa, sino más bien el pueblo salvadoreño que celebra tu elevación a cardenal. Espero que lo sepás usar siempre y cuando el país lo demande.
Muchos, sobre todo este gobierno tan ansioso de vestirse de legitimidad, va a tratar de aprovecharse de vos, así como lo están haciendo con el legado de monseñor Romero. Estoy seguro que la responsabilidad que viene con tu nuevo cargo te hará inmune a estos pretensiones indecentes.
Me despido con un abrazo,
(MAS! y El Diario de Hoy)