Estimados amigos:
¿Qué diablos pasó para que ustedes ayer amanecieran con lo impensable: un presidente Donald Trump? Este hombre, que tan merecidamente se ganó el desprecio y rechazo de la mayoría de las mujeres, la mayoría de los afroamericanos y latinos, y la mayoría de los mejor educados del país, ganó las elecciones. ¿Cómo es posible? Revisando las redes sociales veo que muchos de ustedes se están haciendo las mismas preguntas.
Revisando los primeros análisis, la culpa directa la tienen los hombres blancos, que viven en ciudades con menos de 50 mil habitantes o en zonas rurales; que además nunca terminaron el college y que además son evangélicos o católicos creyentes y tienen más de 45 años. Este es el perfil del votante que llevó al poder a Trump.
Muchos analistas superficiales (o interesados) incluyen en este perfil a los trabajadores y los desempleados, pero las cifras demuestran otra verdad: Entre los que ganan menos de 50 mil dólares al año, una gran mayoría ha votado demócrata, como siempre. Y entre los que ganan más de 100 mil al año, una clara mayoría ha votado por Trump. Es mentira el análisis que están vendiéndoles que la culpa la tienen los trabajadores, y que el tema que hizo ganar a Trump es la economía y los jobs.
Lo que algunos llaman la ‘Trump Revolution’, no es una revolución social, como la quieren vender. Mentira. ¿Cómo va a haber una revolución social encabezada por un especulador multimillonario? Es una ‘revolución’ cultural, más bien una contrarrevolución para revertir los avances de una sociedad liberal, tolerante y abierta: derechos de mujeres; derechos civiles de afroamericanos, minorías raciales y migrantes; conquistas sociales como el seguro médico para todos. Los motores principales de esta contrarrevolución no son la pobreza y el desempleo, sino el racismo, el nacionalismo, el machismo, la mentalidad autoritaria, y el profundo miedo a las transformaciones que desembocan en una sociedad donde un afroamericano o una mujer pueden ser líderes de la nación. Lo que llevó al poder a Trump fue una coalición oportunista de todas estas corrientes que apostaron a él, porque no aguantan la idea de que luego de un negro asuma la presidencia una mujer.
Culpa del triunfo de Trump también tienen el 29 % de latinos que votaron por Trump, pensando que los van a aceptar como ciudadanos legítimos si se desmarcan de los migrantes nuevos, contentos que ya son los últimos en el ‘food chain’ y en la cadena de discriminación. Es el rechazo de los últimos que entraron al barco contra los náufragos…
Pero del desastre que ahora espera a Estados Unidos con un presidente populista y autoritario también tienen culpa las elites liberales (e incluso de izquierda) que movilizaron contra Trump pero sin entusiasmo por su propia candidata. A estas elites liberales hay que preguntar: Si no lograron apoyar de todo corazón a Hillary, ¿por qué diablos no postularon a alguien que puede defender y continuar con credibilidad y pasión contagiosa las reformas y el avance de los derechos civiles?
Y por supuesto tiene culpa la elite republicana, que no pudo esconder su menosprecio por Trump, pero que no hicieron nada para abortar su ascenso a la candidatura y ahora a la presidencia. Pensaron -y siguen pensando- que podrán instrumentalizarlo, cada uno por sus propios fines, unos contra el aborto, otros contra Obamacare, otros contra la globalización y el libre comercio, otros contra la integración racial y de migrantes y otros contra el feminismo. También los industriales y los conservadores alemanes pensaron que podían instrumentalizar a Hitler…
¿Qué hacer ahora? Esto lo tienen que contestar -no sólo en discurso, sino en la práctica- ustedes, mis amigos. Les deseo mucha sabiduría y muchas valentía. Saludos, su amigo
(MAS! El Diario de Hoy)