Queridos
amigos que encontré en San José:
Pasé una semana maravillosa entre ustedes. Su actitud relajada –“¡pura vida!”- me ayudó desintoxicarme de las fiebres que vivimos en El Salvador, que siempre nos hacen sentir al borde del abismo.
Pasé una semana maravillosa entre ustedes. Su actitud relajada –“¡pura vida!”- me ayudó desintoxicarme de las fiebres que vivimos en El Salvador, que siempre nos hacen sentir al borde del abismo.
Vi sus caras incrédulas siempre cuando
les conté lo que está pasando en El Salvador: los 15 asesinatos cada día;
elecciones sin resultados; nuevas ideas sin contenido. Para que vean que no
estoy inventando, les voy a dar un update.
Regresé luego de 8 días fuera del país, y
aun no hay resultados de las elecciones del 1 de marzo. Los magistrados del
Tribunal Suprema Electoral todavía no han renunciado, ni ha habido
manifestaciones masivas exigiendo transparencia. En vez de esto, habrá una
marcha blanca contra la violencia. No vayan a pensar que es una marcha de protesta
contra las fracasadas políticas de seguridad del gobierno. No, es una marcha
convocada por el gobierno, y para que sea masiva, han decretado un día laboral de
asueto…
Al tal Sitramss, del cual les conté, el
gobierno le prolongó la fase de pruebas, con pocos buses circulando, pero
congestionando el tráfico en la mitad de la ciudad. Tanto la tarifa que los usuarios
van a pagar como la ruta de la segunda fase, que en el futuro paralizará la
otra mitad de la ciudad, siguen siendo el secreto más protegido del Estado.
Pero hoy un grupo de organizaciones y
ONGs afines al gobierno dijeron que no nos preocupáramos, que todo es
perfectamente transparente.
Obviamente no esperaba regresar, luego de
una semana de ausencia, a un país que haya resuelto sus problemas principales.
Claro que todavía los negocios van mal; claro que la violencia no ha
desaparecido. Todos pensábamos, tal vez de manera ingenua, que era por las
elecciones que el país, sus políticas y
su economía estaban paralizados. Me doy cuenta que no es así: las elecciones
pasaron, y como no tienen resultados, no han desenredado nada. En vez de crear
más claridad sobre el rumbo del país, han creado más incertidumbre – y menos
confianza en las reglas del juego…
Ustedes me preguntarán por qué todavía tengo
optimismo. Les repito: Todo esto es resultado de un estancamiento en el
desarrollo de los partidos políticos y otros liderazgos del país. Pero si para
algo sirvieron estas elecciones, no es tanto que cambiarán un poquito de
correlación de fuerzas a favor de la oposición, sino que están rompiendo el
bloqueo de los relevos y de la renovación política. En la oposición más que en
el bloque gobernante, pero una vez que la renovación rompa moldes en un
partido, el otro estará obligado a abrirse también.
Está irrumpiendo en la política, al fin,
la generación de la postguerra. Muchos de los dinosaurios no han logrado
reelegirse – y los que quedaron lo tendrán cuesta arriba para seguir dominando
el debate nacional. Obligadamente, aunque muchos traten de evitarlo, también la
izquierda va a recuperar su principal virtud: su capacidad renovadora y
transformadora.
Sigo optimista y dispuesto a empujar este
proceso. Por esto, amigos ticos, tengo que rechazar su gentil invitación de
retirarme a una playa en el Caribe tico, o a uno de los barrios vibrantes de
San José. Aquí hay mucho trabajo por hacer.
Saludos, amigos ticos, desde El Salvador,
país que a pesar de todo tiene un gran potencial de volver a convertirse en un
motor más del desarrollo de Centroamérica. Paolo Lüers
(Mas!/El Diario de Hoy)