En medio de la multitud de mensajes de esta campaña electoral, pasó
casi inadvertida una de las pocas que no ha sido demagógica: el llamado
de Roberto Cañas a sus contrincantes en la carrera por la alcaldía
capitalina de sentarse y construir un "Pacto por San Salvador". Duele
decirlo: nadie le hizo mayor caso, precisamente porque no era
altisonante, no era demagógica, sino muy racional. Las propuestas
racionales, en tiempo de campaña, tienden a tener poca resonancia.
Roberto
Cañas hizo una reflexión muy simple: Esta vez se está eligiendo, por
primera vez, un concejo plural. Los que ahora estamos enfrentados, en
los próximos tres años vamos a tener que gobernar la ciudad juntos. Ya
no estamos eligiendo caciques sino a un alcalde que sepa presidir y
hacer funcionar productivamente un concejo incluyente que refleje la
voluntad de todos.
"Ninguna fuerza por si sola puede imponer su
propia visión ni un programa único, y las transformaciones que la
capital necesita no pueden salir adelante sin llegar a consensos
básicos. Es una necesidad imperiosa lograr acuerdos que coloquen el
interés general por encima del interés de cualquier partido político,
que permitan sacar adelante San Salvador", escribió Roberto Cañas en su
propuesta a los otros cinco candidatos.
Claro, con frases así no
se ganan elecciones, y Roberto Cañas seguramente lo sabe. No está en
esta carrera para ganar sino para introducir en esta campaña la
racionalidad de una izquierda no populista, sino profundamente
democrática. Por esto hizo la propuesta del "Pacto por San Salvador", y
precisamente por esto el otro candidato que finge representar la
izquierda ni siquiera le contestó.
Hay un patrón en esto: Bukele,
que es un candidato sin ninguna trayectoria de vida o trabajo que lo
certifique ser de izquierda, sino más bien representa la continuidad del
pacto que en 2009 el grupo empresarial dirigido por Tony Saca hizo con
el FMLN para crear un nuevo grupo económico y político hegemónico, puede
sentarse a discutir con cualquiera, menos con el único candidato de
izquierda en esta disputa. Por esto ha evadido cualquier formato de foro
o debate donde tendría que enfrentarse a las posiciones de izquierda
democrática y racional que representa Cañas.
Los candidatos de la
derecha no tienen este problema, y como era de esperar, han reaccionado
positivamente a la iniciativa de Roberto Cañas. Deberían hacerla
realmente suya y promoverla, y sí en última instancia firmar el Pacto,
aunque Nayib Bukele y el FMLN se nieguen a participar. De todos modos,
Nayib Bukele no ha apostado al concepto del concejo plural, ni siquiera
se incluyó en la lista de concejales. Bukele y el FMLN, nuevamente se
evidencia, apuestan únicamente a un gobierno municipal dominado por
ellos y no ven ninguna necesidad de concertación. El discurso de la
superación de la polarización, que Bukele heredó de Tony Saca y UNIDAD,
es sólo esto: discurso. Igual que en la caso de Saca, para Bukele unidad
significa que sectores de la derecha y del empresariado se incorporen a
su proyecto político y empresarial y no la construcción de acuerdos
entre todos. Como dijo Tony Saca: Yo soy Unidad.
Regresemos a la
apuesta que Roberto Cañas hace a la racionalidad y al pluralismo: Viendo
los diferentes planes de gobierno de los seis candidatos, pareciera
fácil construir esta visión común. Tanto en el diagnóstico como en las
soluciones que ofrecen los candidatos, hay mucho más coincidencias que
contradicciones. Si cada uno (y sus respectivos partidos) tomara en
serio sus propios planes, y no como instrumentos de campaña para engañar
a la ciudadanía, debería consensuar un "Pacto por San Salvador",
hacerlo público, y hacerlo suyo en el futuro concejo plural de la
capital, gane quien gane el cargo de alcalde. Con su iniciativa audaz y
racional, Roberto Cañas ha mostrado que su candidatura como
representante de izquierda no es una locura quijotesca sino un gran
aporte a la democracia.