Ahora le tocará a Norman Quijano mostrar que el defecto del proceso de su nombramiento no automáticamente es defecto del candidato. Lo tocará a Norman Quijano a producir la apertura que su partido en este proceso no ha mostrado. ¿Cómo? Entrando de inmediata con la sociedad entera en un proceso profundo y serio de debate y construcción de propuestas, que el partido no ha logrado abrir con su mecanismo interno tan poco transparente.
Frente a las candidaturas probables de Sánchez Cerén y de Tony Saca (por separado o aliados), la única manera de Quijano de asegurar que puede ganar y que su gobierno puede enfrentar la crisis económica y la crisis política (=crisis de credibilidad y representatividad del sistema político) es construyendo una nueva mayoría. Y tiene que ser basada por una parte en la pluralidad ideológica que incluye derecha, centroderecha y centroizquierda, y por otra parte en la construcción de un consenso sobre las reformas políticas, sociales y económicas necesarias.
Norman Quijano tiene que mostrar que es capaz y dispuesto a construir esta mayoría nueva; que sabe acompañarse de otros que pueden ser garantes del compromiso reformador de esta nueva mayoría; que está dispuesto a superar el populismo y el clientelismo, y que tiene el coraje y la voluntad de decir al pueblo la verdad sobre las necesidades de reforma y también de sacrificios...
Los que tienen dudas en la voluntad y capacidad de Norman Quijano de construir esta mayoría para reformar al país, las tienen porque el mecanismo que ARENA ha adoptado para seleccionar su candidato, explícitamente ha prohibido que los precandidatos expongan sus visiones, propongan un proyecto político y expliquen qué tipo de mayoría quieren construir, con quiénes y con qué propósitos. ARENA y su candidato deben, de inmediato, llenar este vacío.
Si en este nuevo proceso, a partir de su nominación oficial, Norman Quijano demuestra que sabe reunir en su esquina a los precandidatos que no prevalecieron (no como adorno, sino con sus propuestas, sus ideas, su espíritu renovador), él puede superar y corregir rápido el error de su partido. Nadie está condenado de asumir como suyo el pecado de su origen. Los políticos, una vez instalados en una candidatura, tienen la oportunidad de mostrar que trascienden las limitaciones de sus partidos. Poner en escena un guión escrito por un partido que no tuvo el valor de hacer apuestas audaces, es una cosa. El candidato que se limita a esto, queda condenado a lo mediocre. Pero también puede convertirse en líder y liberar en su partido energías y visiones de innovación que no lograron expresarse mediante los canales tradicionales del juego interno de intereses. No se trata de convertirse en caudillo y arrastrar a su partido, ¡dios guarde, de estos nos han sobrado! Se trata de asumir liderazgo, liberando el verdadero potencial de reforma que existe en una ARENA liberada de Tony Saca y Cia., y sobre todo en la sociedad civil. Este enorme y múltiple potencial no ha encontrado canales partidarios para expresarse, articularse y hacer mayoría.
Gran reto para un candidato. Ningún candidato que ARENA hubiera nombrado con ueste su mecanismo interno tan deficiente, lo hubiera tenido fácil enfrentarlo. Mucho menos con el nivel de escepticismo y frustración que la falta de transparencia y debate han generado en los sectores independientes, sin los cuales ARENA nunca logrará construir la nueva mayoría anti-populista que necesita impulsar para ganar las elecciones y, sobre todo, para recomponer el país.
Usted tiene la palabra, Norman Quijano. A mostrarnos qué tipo de candidato y líder es.
(El Diario de Hoy)