Aprovecho el lanzamiento del nuevo diseño de El Diario de Hoy para hacer algunas reflexiones sobre este periódico.
Durante la guerra, visto desde las montañas de Morazán, El Diario de Hoy me parecía como el adversario a vencer. Más que el siempre mediocre aparato de propaganda oficial del Gobierno y de la Fuerza Armada, para nosotros en Radio Venceremos la contraparte a contradecir y a derrotar en la batalla por la opinión pública era El Diario de Hoy. Incluso desde este punto de vista de la confrontación, reconocimos en El Diario de Hoy una cualidad que no tenía ningún otro medio: no era oficialista, no era gobiernista, no era propagandista, sino era la auténtica expresión del sentir de un sector de la población salvadoreña opuesto a nuestro proyecto político, pero también opuesto a la corrupción de la administración Duarte y su total sumisión a los Estados Unidos.
El Diario de Hoy defendía principios --para mi criterio equivocados-- y no políticas oficialistas. Por esto, en esta batalla por los corazones y mentes de la población (como se describe el componente ideológico y mediático es tan importante en este tipo de guerras), el adversario a confrontar era El Diario de Hoy.
Nunca me imaginaba que un día iba a escribir en este periódico. Mucho menos que iba a formar parte de un Consejo Editorial convocado por la siguiente generación de la familia Altamirano, para acompañarlos en el proceso de modernización del periódico que heredaron y que quieren convertir en un medio abierto que refleje la pluralidad, los debates, los sueños de los salvadoreños. Tengo que decir que no fue la amplitud mía que produjo la sorpresa de verme en el Diario, sino la audacia y la amplitud de los que hoy dirigen El Diario de Hoy. Fue idea e insistencia de Fabricio Altamirano que yo tenía que desarrollar mi potencial como voz crítica y polémica dentro del Diario.
Lo que me motivó a aceptar, a pesar de muchas dudas, esta invitación --a escribir con independencia y luego a aportar a la transformación del periódico dentro de su Consejo Editorial-- fue la vocación histórica de independencia e incluso irreverencia ante los gobiernos de turno, que este medio ha mantenido en los 75 años de su labor. Mi decisión de aceptar el reto no la tomé en base de coincidencias ideológicas, sino porque precisamente nadie me pidió coincidencia ideológica. Lo que nos une en el Consejo Editorial no es coincidencia ideológica, sino coincidencia en principios básicos: la independencia del periódico, la apertura a un debate plural, la defensa de la libertad de expresión. Contra quien sea que gobierne.
¿Qué tiene todo esto que ver con el rediseño del periódico? Mucho. Detrás de esta nueva vestimenta hay una concepción editorial: Acercar al periódico a la sociedad, hacerlo más accesible no sólo al lector, sino al ciudadano que busca expresarse. Esto tal vez no se refleje en las primeras ediciones. No puede reflejarse inmediatamente. Porque no será resultado sólo de la aplicación de un nuevo concepto visual. Será resultado de la aplicación consecuente de un redefinido concepto periodístico.
Los diseñadores ya cumplieron. Ahora los que escribimos, redactamos, editamos, definimos temas, desarrollamos métodos periodísticos tenemos el reto de cumplir. ¿Cumplir qué? Para mi criterio --y por esto apuesto a este proyecto editorial-- se trata del compromiso de convertir El Diario de Hoy en un medio capaz de defender principios. No --¡nunca!-- los principios de un partido o de un sector poderoso de la sociedad, sino defender los principios de la libertad de expresión, de la democracia con reglas claras y confiables, de la pluralidad y de la tolerancia.
Sólo cuando los que llenamos este periódico con ideas, información, debates, críticas y propuestas cumpliremos este compromiso de manera consecuente, incómoda y creativa, este nuevo diseño cumplirá su ambición de ser la cara de un periódico moderno y abierto que jamás se calla ante el poder.
(El Diario de Hoy)