miércoles, 16 de diciembre de 2009

Ya no hay pretextos

La expulsión de Tony Saca sólo tiene sentido si resulta ser el paso previo a una consecuente renovación de ARENA. Renovación de liderazgo y de su proyecto político. Renovación generacional y programática.

El altísimo costo político que ARENA asumió para separarse de su ex-presidente más popular puede llevar al partido a la quiebra - o puede convertirse en su capital político para resurgir. Depende de lo que haga ARENA de hoy en adelante.

A partir de la salida de Saca (y se supone de todo su equipo, que durante años manejó el partido desde Casa Presidencial) ya no existe ningún pretexto para ARENA de no renovarse. Luego de la derrota electoral del 15 de marzo del 2009, ARENA no produjo el relevo generacional de su dirigencia, sino optó por delegar el poder a los ex-presidentes Calderón Sol, Flores y -en particular- a Cristiani, porque esto era la única manera de desmontar el control que el grupo de Saca tuvo sobre todas las estructuras del partido. También era la única manera de parar que se consumiera el pacto a la nicaragüense que Tony Saca, durante el período de transición y entrega del gobierno, había negociado con el FMLN: el control de la Corte Suprema de Justicia para el FMLN, la Fiscalía General para Saca. Un interés partidario de largo plazo del FMLN, para cambiar la institucionalidad del país – contra un interés personal de corto plazo para el grupo Saca, para blindarse de cualquier investigación de sus manejos de las finanzas públicas. Malísimo negocio para el país.

Dos razones de peso para posponer la renovación y el relevo dirigencial en ARENA. La primera razón dejó de existir hace meses, cuando Cristiani logró evitar que se consumara el pacto que comprometía a la Corte y la Fiscalía (y por tanto, toda la institucionalidad del país). Pero continuaba la batalla por el control de ARENA. Saca diseñó otra estrategia: crear con GANA el instrumento nuevo para hacer pactos con el gobierno y para futuras elecciones – y al mismo tiempo quedar en ARENA para impedir que resuelva su crisis y se levante. En algún momento, o volver a tomarse ARENA, o brincarse oficialmente a GANA poco antes de siguientes las elecciones.

Mientras Tony Saca permanecía en ARENA, a pesar de ya haber lanzado con GANA la futura competencia, Cristiano no pudo ni pensar en retirarse de la dirección del COENA, si quería evitar que vuelvan a tomar control los aliados de Saca.

Bueno, con la expulsión de Tony Saca dejó de existir la última razón para posponer la renovación de ARENA. A menos que, en vez de renovarse, se quiera volver al pasado... También hay en ARENA quienes proponen esto.

Si en esta situación histórica ARENA decide atrincherarse en su pasado, en sus tradiciones conservadoras, en su anticomunismo (que muchas veces eran anti-progreso), Tony Saca gana. Porque en este caso, ARENA le daría razón en su argumento principal: que a él lo persiguen los sectores areneros vinculados con la gran empresa que nunca aceptaron sus políticas sociales.

El único viraje que queda a ARENA para enfrentar al discurso populista de Tony Saca es: Convertir en políticas públicas reales lo que en la ARENA de Saca era discurso populista. Convertirse en un partido de reforma y de responsabilidad social, donde la “derecha popular” de GANA y de Saca construye un populismo de derecha dispuesto a pactar con el populismo de izquierda tanto de los propagandistas de ‘el cambio’ como con los chavistas del FMLN.

Ahora que Saca está fuera de ARENA y se supone que todos sus seguidores le van a seguir, ARENA ya no tiene ningún pretexto de no emprender -sin ambigüedades, sin complejos y sin amarres- el camino de la reforma. A menos que el obstáculo sea el miedo, la falta de audacia – o si ocultamente siguen habiendo amarres a intereses corporativos que quieren mantener a ARENA como instrumento político para intereses particulares y mezquinos.

Si ARENA, después de la catarsis, opta por la inercia y la inmovilidad, no tiene futuro político. En este caso, en vez de tratar de levantar ARENA, los sectores reformistas y progresistas en la derecha y el centro tendrán que construir un partido nuevo capaz y dispuesto a enfrentarse al FMLN, por un lado, y a los partidos obsoletos de derecha, incluyendo una ARENA no dispuesta a la renovación. Cuesta arriba, pero no imposible.

Para ARENA, sería absurdo pagar el alto costo de su separación de la autodenominada “derecha popular” de Saca-GANA, si no al mismo tiempo elimina los otros ingredientes de esta derecha obsoleta: la corrupción, el autoritarismo, el populismo. Pero aun esto no sería suficiente. Con sacar a Saca no están removidos todos los obstáculos dentro de ARENA para convertirse en motor de la reforma, defensor de la institucionalidad y proveedor de justicia social. Si al final el partido cae de manos de Saca en manos de sectores aún más autoritarios, de nada habrá servido el gran sacrificio de Alfredo Cristiani de bajar del Olimpo y ensuciarse las manos peleando contra monstruos. Sólo se habrá resuelto un pleito entre dos tendencias igualmente obsoletas.

Hoy es cuando. Hoy o nunca. Si los renovadores dentro y afuera del partido, y los grupos de jóvenes que quieren meterse en política, pero para reformar al país y al mismo tiempo defender las libertades, no se toman ARENA ahora para convertirlo en instrumento del progreso, lo harán nunca. Y que luego no se quejen. Así que, como con la salida de Saca la dirigencia de ARENA ya no tiene pretextos de no abrir el partido, tampoco tienen pretextos los jóvenes y los críticos de no tomárselo para construir el país que necesitan.

(El Diario de Hoy)