(Por Consejo Editorial, Publicado: 2 de junio)
Aunque las guerras civiles terminaron hace mucho tiempo en los países centroamericanos, aun siguen manteniendo las cifras entre los países más violentos del mundo. Según las Naciones Unidas en el 2011 Honduras resaltaba con la mayor tasa de homicidios a nivel nacional - 91,6 asesinatos por cada 100.000 habitantes -, mientras que El Salvador ocupaba segundo lugar de 69,2. (La tasa de EE.UU. es inferior a 5 por 100.000). En parte, el derramamiento de sangre es un legado de las guerras de la década de 1980 y las armas que dejaron atrás, y en parte es el producto del tráfico de drogas internacional. De acuerdo con el Departamento de Estado, casi el 80 por ciento de la cocaína transportada a Estados Unidos pasa por Honduras.
Gran parte del problema de violencia viene de la guerra entre pandillas, siendo que en ambos países tienen decenas de miles de pandilleros que están fuertemente armados. Durante los últimos 15 meses, El Salvador ha participado en un experimento audaz para detener el derramamiento de sangre: una tregua entre las dos pandillas principales, la tregua mediada por la Iglesia Católica y facilitada por el gobierno. El impacto ha sido innegable: Las autoridades informaron que los asesinatos se redujeron a la mitad en el primer año que se comenzó la tregua, las tasas de homicidios bajaron de 4.000 homicidios entre 2009 y 2011 a 2,195 registrados en el 2012.
La semana pasada se anunció en Honduras una tregua similar en la que participan las mismas pandillas: la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18 (MS-18). Nuevamente, en el proceso de mediación están los líderes de la Iglesia Católica y de la Organización de los Estados Americanos, el presidente Porfirio Lobo expresó su apoyo, y está por organizarse una Comisión para establecer diálogo entre las pandillas y el gobierno.
Lo que queda por ver es si la estrategia de la tregua puede provocar una disminución de la violencia, de modo sostenible, en los dos países. En El Salvador, la tregua de pandillas sigue siendo poco aceptada a pesar de la disminución en las tasas de homicidios. Eso es porque las pandillas continúan extorsionando a grandes y pequeñas empresas, y realizando robos y secuestros para su financiación. En Honduras, las pandillas están en guerra con la policía, y entre ellos mismos. La Prensa Asociada ha informado que los “escuadrones de la muerte” de la policía han matado a decenas de miembros de las pandillas.
Lo que se necesita son programas que, basados en la tregua, incluyan a los miembros de las pandillas en programas de capacitación y empleos. En El Salvador, el presidente Mauricio Funes ha puesto en marcha una iniciativa en la que los municipios se convierten en "municipios de paz." En los que a cambio de poner fin a la extorsión y otras actividades ilegales, los pandilleros pueden unirse a los programas de empleo o recibir préstamos para iniciar sus pequeñas empresas. El presidente Funes ha prometido $ 33 millones a 18 municipios hasta el momento, una suma considerable en un país de 6 mil millones.
Sí la tregua de Honduras quisiera producir resultados, se necesitarían programas similares - y los Estados Unidos puede desempeñar un importante papel de apoyo. Aunque la administración Obama ha mantenido su distancia de los acuerdos de tregua, la Administración ha pedido un aumento del 20 por ciento en el próximo año para financiar la Iniciativa de Seguridad Regional Centroamericana, cuyo objetivo es combatir la delincuencia a través de capacitación a fuerzas policiales y programas de apoyo para jóvenes. Teniendo en cuenta los esfuerzos en curso en El Salvador y Honduras, la financiación adicional es digna de apoyo en el Congreso.
(The Washington Post)