miércoles, 21 de septiembre de 2011

Reconocimiento a El Faro

Que bueno que la Escuela de Periodismo de la Columbia University de New York le diera su Premio María Moors Cabot 2011 a Carlos Dada, director de El Faro.
Es imposible no reconocer el aporte que El Faro ha dado a la modernización, la democratización y la profesionalización del periodismo salvadoreño. Cuando nadie creía en el periodismo on-line, Carlos Dada y Jorge Simán se aventuraron a crear un periódico digital, aplicando bien la lección del fracaso empresarial de Primera Plana, que años antes había hecho el intento de irrumpir en el mercado de prensa con un semanario impreso para luego convertirlo en diario.

Los fundadores de Primera Plana, frustrados por la experiencia de un éxito editorial que no supimos convertir en éxito empresarial, no creíamos en el proyecto de El Faro. Carlos Dada, Jorge Simán y el puñado de reporteros talentosos y hambrientos que yo siempre cariñosamente llamé ‘los farolitos’ nos dieron una lección: aprovechando audazmente las nuevas tecnologías mostraron que sí era posible lo que nosotros con Primera Plana no logramos: establecer un medio nuevo en un país, donde el capital no sentía la urgencia de aportar a la renovación del periodismo escrito con una ampliación de la oferta. Primera Plana cerró luego de un año de hacer buen periodismo, por falta de inversionistas y anunciantes fuertes. El Faro mostró que utilizando las nuevas tecnologías se podía crear un medio a pesar del desinterés del capital nacional. Sólo por esto El Faro merece un premio.

También lo merece el joven equipo de reporteros por la frescura y audacia, con la cual arrancó y supo mantenerse durante varios años como medio innovador, investigativo, irreverente, creativo, crítico. El Faro aprovechó bien el espacio privilegiado que le da su independencia de anunciantes e inversionistas. Lo aprovechó para hacer incursiones en periodismo investigativo, que los medios grandes y comerciales desarrollaron muy poco y de manera tibia. Se convirtió en complemento indispensable para una sociedad que a partir de los Acuerdos de Paz comienza a democratizarse y a vivir la nueva pluralidad política.

Pero también un medio alternativo y complementario necesita pagar sus operaciones, por más reducidas sean en comparación con los periódicos impresos grandes. Para sostenerse económicamente, si bien no depende del sector empresarial del país, El Faro sí depende de financiamiento de la cooperación internacional, en especial de proyectos financiados por el PNUD.

Mientras los demás periódicos, para asegurar su independencia política frente a los gobiernos de turno, luchan por convertirse en empresas sólidas, ampliando su circulación y aumentando su valor para los anunciantes, El Faro construyó su sostenibilidad invirtiendo en sus relaciones con fundaciones y organismos internacionales, proyectándose como medio alternativo, como el David frente al Goliat, como complemento crítico e innovador a los medios comerciales. Haber logrado esta proyección exitosamente y hacer un periodismo congruente con esta proyección merece también reconocimiento. Por esto no es mala leche cuando digo: Carlos Dada ganó este premio más como promotor de su visión de periodismo que por su producción periodística o su trabajo de editor.

El tipo de periodismo que desarrolló El Faro (que yo llamo cariñosamente ‘el órgano no oficial del political correctness’ definido por agencias de Naciones Unidas y por los movimientos feministas, de derechos humanos, ecológicos…) es mucho más compatible con los intereses de fundaciones progresistas y organismos internacionales que con los intereses de un sector privado que apenas comienza a exigir a los medios más independencia y más rigor investigativo y crítico. Y que además suele apostar a medios masivos.

El Faro encontró su nicho y nunca ha tratado de salir de esta comodidad. Esto le impuso a El Faro una limitación seria: nunca le permitió convertirse en diario digital, o sea en fuente primaria de noticias para los ciudadanos; nunca le permitió salir del nicho y convertirse en serio competidor. Tampoco le permitió aplicar las características de su marca -independencia, distancia crítica al poder estatal, escrutinio a la gestión gubernamental- con el mismo rigor cuando la izquierda sustituyó a ARENA en el poder. De repente El Faro se parece más a aquellos medios comerciales que por oportunismo (o por costumbre) dan al gobierno el ‘beneficio de la duda’ y se abstienen de criticarlo, aduciendo preocupación por la gobernabilidad. De repente la independencia se defiende y la crítica se ejerce en otras trincheras, por parte de medios que han apostado a otro camino para asegurar su independencia y blindarse tanto contra chantajes como contra cantos de sirena por parte del poder.

Concluyo citando del dictamen del jurado de la Columbia University: “El Faro mostró cómo un medio digital puede sobreponerse a las limitaciones de costos y tradición y ofrecer un periodismo honesto de alta calidad, en una región donde los estándares de la prensa son bajos y muchos de los medios son altamente parciales o incluso corruptos.” Dudo que este juicio sumario sea resultado de una investigación científica de la Escuela de Periodismo de la Columbia University. Es lo que El Faro y Carlos Dada predican en cuánto foro internacional de periodismo hay en el mundo. A pesar de mi desacuerdo con este juicio, me alegro que hayan dado el premio a El Faro. Tal vez provoque que vuelva a atreverse a hacer lo que mejor sabe hacer: ser la voz crítica e irreverente frente al poder.

 (El Diario de Hoy)