La “nueva idea” cuestionable es organizar
toda la inversión social, comunitaria, cultural, deportiva de la alcaldía con
criterios y prioridades publicitarias. “Una obra por día” es una mala idea.
Poner los recursos en función de poder cada día inaugurar una obra, durante los
tres años que durará esta administración municipal, no corresponde a la
necesidad de planificar, ejecutar y calendarizar las inversiones de la manera
más eficiente; corresponde a una lógica publicitaria. El carácter y la
secuencia de las inversiones no se derivan ni de la manera más eficiente de
administrar y planificar obras, ni de una clara definición de las necesidades
prioritarias de la población – se derivan de un plan mercadológico de cómo
proyectar la imagen del alcalde. Si Nayib Bukele mantiene este plan -y todo
indica que este es el método de gobernar que ha elegido-, el alcalde pasará una
porción desproporcionada de su tiempo cortando cintas, dando discursos,
abrazando niños y posando para cámaras. No abona a la eficiencia, pero sí al
impacto mediático.
Lo misma pasará con los recursos. Se
adjudican según las necesidades y prioridades definidas en el departamento de
comunicación, no por los técnicos de planificación y del manejo financiero de
la alcaldía. Las obras, cada uno en sí, perfectamente pueden tener sentido y
causar impacto positivo, pero la gestión en su conjunto se distorsiona, y la
eficiencia se reduce.
Es peligroso cuando las políticas
públicas se definen con criterios y prioridades publicitarias y no técnicas. Es
obvio que esto pasa a la hora de diseñar los planes de gobierno en tiempos de campaña
electoral. Pero es aún más dañino a la hora de administrar un gobierno, un
ministerio o una alcaldía. La sinergia que cualquier administrador público
tiene que buscar con la suma de sus obras, dentro del marco de tiempo de su
mandato, no puede depender de un plan publicitario; tiene que depender de la
mejor manera de conciliar la limitación de los recursos y el flujo de liquidez
con las necesidades de la población, debidamente priorizadas. Si el criterio
rector no es el impacto real en la población, sino más bien el impacto
mediático, la administración pública pierde eficiencia y legitimidad.
En este contexto se entiende el enojo del
alcalde con los medios de comunicación. Resulta que los medios comerciales e
independientes (o sea los medios que no son parte de la estrategia política y
comunicacional del conglomerado FMLN-Bukele-Saca-ALBA) rápidamente han
detectado que el plan “Una obra por día” es un plan publicitario, que busca
tener cada día de la semana, cada día del mes, cada día del año, cada día de
los tres años de esta administración municipal, una noticia positiva de la
labor de la alcaldía, centrada en la persona de Nayib Bukele.
Por esto, cuando uno de los tuiteros del
“team Nayib” reclamaba que La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy no cubrían
diariamente las primeras piedras o inauguraciones del señor alcalde, me tomé la
libertad de comentar con ironía que para este efecto la alcaldía debería
comunicarse con los departamentos de publicidad de los medios, no con sus
redacciones.
Siempre he criticada a un periodismo que,
en vez de diseñar una agenda temática propia, simplemente se supedita a la
agenda marcada por el Estado. En vez de investigar temas derivados de un
análisis de lo que la sociedad necesita saber y entender, los medios tienden a
reproducir declaraciones oficiales, atender conferencias de prensa, actos
oficiales, inauguraciones de obras. Hay que decir con claridad: Los medios han
cometido este pecado, de manera sistemática, durante las diferentes
administraciones de ARENA. Esto no significa que lo tienen que seguir haciendo.
Por lo contrario.
Los medios no son la caja de resonancia
de los departamentos de comunicación de las instituciones estatales. Tienen que
tomar en cuenta la información relevante que entregan los gobiernos, incluyendo
las alcaldías, y procesarla dentro de su agenda temática, investigativa y,
porqué no decirlo, política - como “quinto poder” que monitorea a los demás
poderes.
Tomando en cuenta que Nayib Bukele y su
equipo, perfeccionando los mecanismos ya ensayados por los
políticos-comunicadores Tony Saca y Mauricio Funes, construyen su plan de
gobierno alrededor de su propósito prioritariamente publicitario, entiendo el
enejo que el alcalde muestra, casi todos los días, con los medios de
comunicación que se niegan a servirle de caja de resonancia. Por esto la
campaña pública contra los periódicos, y por la misma razón la presión y el
chantaje a TCS, sus ejecutivos y sus editores. Porque su estrategia sólo les
funciona si su obra de cada día se convierte en noticia de cada día, en foto de
cada día, en video de cada día.
(El Diario de Hoy)