A mis compañeros de lucha de la Unidad Democrática y a todos los venezolanos quienes queremos conquistar la democracia.
 
Les escribo esta carta desde mi celda de la cárcel de Ramo Verde 
cuando cumplo cinco meses de encarcelamiento injusto por haber llamado a
 la protesta no violenta y a la conquista de la democracia por la vía 
popular y constitucional. No soy el único preso, somos más de 150 los 
presos políticos incluyendo a los dos alcaldes destituidos y 
encarcelados, Enzo Scarano y Daniel Ceballos, y a Iván Simonovis y los 
policías de la PM que ya cumplen 11 años de prisión injusta.
Venezuela se está cayendo a pedazos, la crisis es en todos los 
ámbitos y no hay ningún análisis, ni los de voceros del propio régimen, 
que indiquen que por el camino que vamos saldremos de esta crisis que 
afecta la vida de millones de venezolanos, todos los días.
El origen de esta crisis no es el colapso del precio del petróleo, ni
 una invasión extranjera, tampoco lo es una guerra económica y mucho 
menos es culpa del pueblo venezolano. El origen de todos los problemas 
es el mismo: el sistema. Un modelo económico fracasado que, en lugar de 
haber aprovechado la más grande bonanza petrolera en 100 años, ha 
permitido el crecimiento de la pobreza y de la pobreza extrema. Un 
sistema de gobierno antidemocrático, corrupto, ineficiente y militarista
 que ha instalado un Estado delincuente que pretende echar raíces 
profundas para favorecer a una elite gobernante que ya asoma el 
despotismo hereditario para mantenerse en el poder por generaciones.
Este sistema nosotros lo hemos calificado cómo DICTADURA, una 
Dictadura del siglo XXI, una dictadura a color, pero a fin de cuentas 
una DICTADURA. Pero para no polemizar si es o no una dictadura 
quedémonos en el punto de encuentro que concluye que el origen de la 
crisis generalizada es el sistema. Es decir el origen del problema es 
político y su solución tiene que ser política.
Siendo el problema el sistema, estamos obligados a hacernos, y 
respondernos, la pregunta: ¿salimos del sistema o permanecemos 
prisioneros de él? El dilema está centrado allí, salir o permanecer. 
Nosotros optamos por salir, una salida que sea popular, democrática y 
constitucional, pero irrevocablemente comprometida con salir del sistema
 y conquistar la democracia. Sin concesiones; no las puede haber, como 
no las hubo para quienes salieron a conquistar la independencia de 
Venezuela o para quienes salieron a derrocar la dictadura de Marcos 
Pérez Jiménez.
Ante esta realidad se ha abierto un debate en el seno de la oposición 
democrática. Lo primero que quiero decir sobre esto, es que no está mal 
el debate dentro de la Unidad nacional, más bien es una señal positiva 
que tengamos visiones diferentes, siempre y cuando no dejemos a un lado 
dos condiciones necesarias, definir un objetivo común y mantenernos 
unidos.
El debate es positivo, ya ocurrió en el pasado reciente cuando en el 
2009 promovimos primarias y tarjeta única, propuesta que fue duramente 
criticada por algunos compañeros de la oposición en sus inicios, pero 
que luego fue asumida como el camino a seguir por todos quienes creemos 
en la Unidad.
Para lograr el cambio que queremos es necesario debatir y hacerlo sin
 miedo, con respeto, pero sin temor a disentir. Lo que sería reprochable
 es actuar como el oficialismo, quienes ante las voces disidentes que ya
 señalan su división interna, optan por la descalificación, los 
tribunales disciplinarios y el torniquete al debate. Ese jamás debe ser 
nuestro proceder. Más bien todo lo contrario, para conquistar la 
democracia, practiquémosla, seamos demócratas en nuestro proceder 
interno para ganarnos la legitimidad de poder conducir el país, que 
siempre tendrá visiones encontradas sobre distintos temas, de manera 
democrática.
Sobre este debate ya hay sobre la mesa distintas propuestas que me voy a permitir comentar de forma respetuosa.
Ramón Guillermo Aveledo y Henri Ramos Allup (AD) han insistido en 
retomar el dialogo con el régimen sin condicionarlo para que pueda 
fluir. Ya esta opción tuvo un primer ensayo fracasado, no por culpa de 
la oposición sino porque el régimen lo utilizó como un mecanismo para 
aplacar la protesta popular y no para tejer un entendimiento nacional. 
Así acertada y oportunamente lo señaló esta semana la Conferencia 
Episcopal Venezolana (CEV) que estando representada en el diálogo en la 
persona del Nuncio Apostólico tiene toda la autoridad moral para llegar a
 esta demoledora conclusión de lo que fue este primer ensayo.
Nos preocupa que un nuevo episodio del diálogo sea utilizado por el 
régimen para avalar medidas extremas como el aumento del precio de la 
gasolina, una maxidevaluación y otras medidas muy duras que no merecen 
ser aplicadas bajo un manejo opaco y corrupto de la economía como el que
 actualmente tenemos. Convocan a pagar la factura entre todos para que 
ellos sigan robando y botando los recursos de todos los venezolanos.
Sobre el diálogo tenemos que estar claros que no hay diálogo efectivo
 sin presión de calle. Nuestro pueblo lo sabe: así como los obreros 
organizados en sindicatos protestan para lograr el contrato colectivo, 
los estudiantes lo hacen por el pasaje o el comedor, y los barrios por 
la falta de agua, así debemos actuar desde la protesta no violenta para 
lograr que el régimen acceda a un diálogo real que genere el único 
resultado aceptable: el camino hacia la democracia.
Henrique Capriles ha insistido en que el objetivo de la oposición 
debe ser el cambio del CNE. Tiene razón Henrique, tenemos que cambiar el
 CNE, pero también a la Contraloría que avala la corrupción endémica con
 su pasividad cómplice; a la Fiscalía que encarcela a inocentes y deja 
en libertad a asesinos; al TSJ que tuerce la Constitución con sentencias
 que criminalizan la protestas, militarizan la política y avala la 
corrupción; a la Defensoría del Pueblo que solo defiende los intereses 
del PSUV; de la Asamblea Nacional que es inoperante como resorte del 
debate y contraloría política y democrática; y por supuesto al ejecutivo
 encabezado por Nicolás Maduro que es responsable de las más alta 
ineficiencia y corrupción que se haya conocido en la historia del país.
El problema es el sistema. Ya en el pasado la oposición se enfrascó en 
centrar el debate en el CNE sin ningún resultado. Con esto no quiero 
decir que hay que dejar de buscar el cambio del CNE, sí hay que hacerlo 
ya que todas las soluciones pasan por procesos electorales, solo digo 
que allí no está la solución del problema político de fondo, el CNE es 
un medio y no un fin.
Primero Justicia propone la tesis de acumulación de fuerzas y 
proponen como ruta para el cambio las elecciones de la AN en el 2015.
El problema con esta propuesta es que ya hemos ganado y no ha sido 
reconocida la voluntad popular. Así pasó en el 2010 con las elecciones 
de la Asamblea Nacional. Ganamos el voto popular con el 52% pero el 
oficialismo obtuvo mayoría de diputados y desarticularon la AN con 
habilitantes, destitución de diputados y minimizando el impacto de esta 
instancia. Además esta opción sería inefectiva para lograr un cambio en 
los Poderes Públicos, que no podrían ser cambiados aún ganando la 
mayoría de los diputados, ni tampoco resuelve el problema de la urgencia
 del cambio.
Ganar y no cobrar también ocurrió en abril del 2013, tal como lo dijo
 Henrique Capriles a Venezuela y al mundo: ganamos las elecciones pero 
por el cerco institucional hoy gobierna Maduro. Insisto: El problema es 
el sistema, no solo el CNE.
Es necesario revisar y reorganizar la MUD y adaptarla a esta nueva 
etapa tal como lo propone Antonio Ledezma, con respeto, amplitud pero 
con el sentido de urgencia que amerita el momento.
En este sentido María Corina Machado, Copei, Bandera Roja y otras 
organizaciones proponen la convocatoria de un Congreso Amplio de Unidad 
Nacional, como un mecanismo para ampliar y democratizar la Unidad 
Nacional que sin duda alguna es una tarea pendiente y necesaria ya que 
el país democrático es mucho más grande que los partidos políticos que 
hacen vida en la MUD.
Esta convocatoria a un Congreso Amplio podría ser el escenario ideal 
para la definición entre todos de una ruta a seguir para el cambio del 
sistema. Fue precisamente esa la deliberación que hace 203 años tuvieron
 nuestros padres de la independencia quienes luego de tres días de 
deliberación acordaron firmar el Acta de Independencia 10 años antes de 
conquistarla. Es decir, la declaración de independencia el 5 de Julio de
 1811, fue la definición de un rumbo a seguir que solo se hizo realidad 
luego de muchos años de lucha y sacrificio, pero lo lograron porque 
sabían hacia dónde iban y qué querían conquistar asumiendo todos los 
riesgos.
La ruta a seguir debe combinar una estrategia política con la 
protesta de calle, una acción sostenida y no-violenta que incorpore a 
todos los sectores en el espacio en donde nos reconocemos y nos hacemos 
fuertes: LA CALLE. De lo ocurrido entre febrero y mayo debemos 
convencernos de lo importante que es canalizar la protesta de calle de 
forma ordenada y no violenta, y sin duda alguna los jóvenes y 
estudiantes tendrán una responsabilidad importante en este sentido.
Un grupo de partidos y organizaciones entre los que está el partido 
al que pertenezco: Voluntad Popular, estamos promoviendo dentro de este 
debate la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente como el 
camino a seguir para lograr un cambio profundo como lo amerita la 
circunstancia.
Promovemos la convocatoria a una Constituyente por varias razones. La
 primera, es un mecanismo de cambio político que está contemplado en la 
Constitución (art. 347 y art. 348) y que puede ser convocado por la vía 
de la iniciativa popular. En Venezuela hemos tenido varios procesos 
constituyentes, y todos han sido convocados desde el poder, es cierto, 
pero también es cierto que la Constitución vigente, a diferencia de 
todas las anteriores contempla que el Pueblo mediante la consignación de
 firmas equivalentes al 15% del REP, puede convocar un proceso como 
este. Esta sería la primera Constituyente convocada desde el Pueblo y 
para el Pueblo. No es un invento nuestro, la opción esta allí, clarita, 
en el artículo 348 de la Constitución. Activarla o no depende de 
nosotros.
La segunda razón es que si el problema es el sistema como hemos dicho, 
una Constituyente es el mecanismo más idóneo para cambiar el esquema y 
los responsables de conducir los Poderes Públicos del Estado venezolano,
 y eventualmente convocar a unas elecciones para legitimar los cargos de
 elección popular.
La tercera razón es que ante una crisis de la magnitud que hoy 
padecemos, una Constituyente sería un punto de encuentro, de diálogo y 
reconciliación nacional en donde todos estén representados. La 
Constitución no es el problema, es el pacto social que hoy está roto por
 el secuestro del Estado venezolano. Por eso aprovechamos para hacer un 
llamado al oficialismo democrático a buscar una salida incluyente a la 
crisis.
En un proceso constituyente podrán participar todos, incluyendo la 
creciente disidencia oficialista que hoy está siendo asfixiada por la 
antidemocracia interna. En una eventual Constituyente estaría 
representado el PSUV así como otras organizaciones del Polo Patriótico 
que hoy cuestionan al gobierno de Maduro y se quejan de estar excluidos.
Y finalmente, estimamos oportuna la convocatoria de una 
Constituyente, porque es urgente el debate y el acuerdo sobre el modelo 
de Gobierno y de Estado a seguir. ¿Cuál es el modelo económico? ¿Cómo 
garantizar los derechos de todos? ¿Cuál es la responsabilidad de los 
militares? ¿La descentralización?
No basta con sustituir a quienes gobiernan, es necesario definir cuál
 es el modelo de país por el cual todos trabajemos y todos nos veamos 
representados. Durante los últimos años hemos visto crecer a muchos 
sectores que deben ser incorporados en este proceso de cambio. Hoy esos 
sectores están en la calle y reclaman ser escuchados: trabajadores, 
médicos, educadores, estudiantes, gremios, productores, comerciantes, 
las ONG. Todos deben ser parte de un proceso de cambio de abajo hacia 
arriba.
Estamos claros que nuestra propuesta es una más dentro del debate, y 
es precisamente por eso que debemos ante todo promover el debate, el 
diálogo entre quienes queremos cambio. Un diálogo que tenga como 
resultado un objetivo común, la conquista de la democracia, y una ruta 
compartida.
No caigamos en la trampa de descalificarnos los unos a los otros, 
tengamos más bien la valentía de debatir de manera amplia las propuestas
 que cada quien le está haciendo al país.
Hermanos y hermanas de la Unidad Nacional, pongamos nuestro corazón y
 compromiso del tamaño de la circunstancia, salgamos juntos, sin miedo, 
con la mayor amplitud, a conquistar la democracia.
Desde la Cárcel de Ramo Verde, a los 14 días del mes de julio de 2014.
