Muy queridos
amigos:
Nunca voy al teatro, por miedo de aburrirme. No quiero ofender a los artistas
levantándome a media función, pero tampoco quiere, por pura cortesía, sufrir lo
insufrible...
Pero conociéndolos a ustedes como artistas
irreverentes, gente realmente creativa y cagada de chiste, no veía cómo podían
caer tan bajo. Así que me arriesgué. Rompí mi propia regla y fui al teatro.
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De danza no sé mucho, a pesar de que me enamoré de una
bailarina y vivo con ella desde entonces. No tengo la más mínima idea si lo que
yo ví en esta obra tiene algo que ver con sus intenciones coreográficas. No me
importa, yo la danza contemporánea, igual que la pintura moderna y abstracta,
nunca la trato de ‘entender’. La danza, si es mal hecha, me aburre y no me dice
nada. Si es bien hecha, me causa fuertes sensaciones.
Esta su obra me causó, en cada movimiento, en cada
gesto, en cada elemento mímico, en cada solo... una sola sensación: ternura.
Nunca he visto una cosa tan coherente, tan fluida, que
de miles de formas complementarias expresa... ternura. Yo no entiendo porqué
esta cosa se llama ‘Desplazados’, ni quiénes en cada escena son desplazados y
quienes salvadores, si es que existen. No sé y no me importa. Yo vi, durante
una hora, en los más diferentes movimientos de todos ustedes, hombres y
mujeres, gestos de ternura. Siempre cuando uno de ustedes toca a otro, el
movimiento termina en una acaricia. Un toquecito de caricia. Ningún gesto
grande, pero miles de gestos pequeños. Incluso los movimientos que comienzan
con rupturas medio violentas, siempre terminan con otro toquecito de caricia.
Yo vi una hora cargada de energía, un derroche de
movimientos acrobáticos, muy veloces, pero que siempre redundan en... elegancia
y amor.
Obviamente no sirvo de crítico de arte. Nunca he
ejercido esta pajística. Solo quería, porque ustedes me regalaron tan
generosamente su amistad, expresarles lo que me transmitieron esta noche:
energía y ternura; fuerza y elegancia; excelencia y amor. Suena a cursilería. Y
así es cuando es panfleto. Pero a veces, pocas veces, es arte genial.
Gracias por este regalo,
Paolo Lüers