miércoles, 6 de agosto de 2025

Netanyahu es un peligro para Israel. Columna Transversal de Paolo Luers



 

"El compromiso histórico con Israel sigue válido y ahora nos demanda obligar al gobierno Netanyahu que ponga fin a la guerra en Gaza y las hostilidades en Cisjordania. Porque ahora, el enemigo más peligroso para el futuro y la seguridad de Israel se llama Bibi Netanyahu." 


Publicado en  El DIARIO DE HOY, miércoles 6 agosto 2025 

 

Netanyahu quiere prolongar la guerra en Gaza. No hay que permitirlo. “Netanyahu está llevando a Israel y a los rehenes a la perdición”. Esta frase no la pronunció algún enemigo de Israel. La firmaron 600 exfuncionarios israelíes con larga y en muchos casos decisiva trayectoria en la conducción de las políticas de seguridad de su país. Entre ellos el exjefe del Mossad, Tamir Pardo; el exjefe del Shin Bet, la agencia de los servicios secretos internos de Israel, Ami Ayalon; el ex primer ministro Ehud Barak y el exministro de Defensa, Moshe Yaalon. Todos juntos firmaron una carta


dirigida a Donald Trump, exhortándolo a usar su poder para obligar al gobierno de Netanyaha a terminar “una guerra que ya no es justa” y el sufrimiento de la población civil en Gaza.


Los que dirigen esta carta a Trump no son pacifistas. Por lo contrario, son excomandantes militares y de los servicios de inteligencia israelíes, que nunca han claudicado a ir a la guerra para defender a Israel. Dicen en su carta:“¡Detengan la guerra de Gaza! En nombre del CIS, el mayor grupo de Israel de antiguos generales de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) y equivalentes del Mossad, el Shin Bet, la Policía y el Cuerpo Diplomático, le instamos a poner fin a la guerra de Gaza.”


El general mayor Ami Ayalon, exjefe de las fuerzas especiales de la marina; exjefe del Estado Mayor, y exjefe del Shin Bet, la agencia de los servicios secretos internos de Israel, dijo en la televisión israelí: “Al principio esta guerra era una guerra justa, una guerra defensiva, pero cuando cumplimos todos los objetivos militares, esta guerra dejó de ser una guerra justa”. Los expertos militares y de inteligencia afirmaron, basado en su experiencia, que “Hamas ya no representa una amenaza estratégica para Israel.”

 

Si este conjunto de guerreros israelíes dicen esto a su propio gobierno, a su pueblo, a Donald Trump y al mundo, ¿quién soy yo para dudar que cada día adicional de las operaciones militares israelíes en Gaza es un crimen, dada la situación de hambruna, en la cual se encuentra su población? Es tiempo de exigir a los gobiernos de Estados Unidos y de Europa, aliados y amigos de Israel, que obliguen a Netanyahu y su gobierno de fundamentalistas a terminar la guerra – o a demitir y dejar que lo haga un gobierno de unidad nacional.

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Para mi, como alemán de la primera generación de la posguerra, desmarcarse de los pecados de las generaciones anteriores, los culpables del Holocausto, ha sido idéntico con identificarnos con Israel. Ambos estados, Israel y la República Federal de Alemania, son hijos de la Segunda Guerra Mundial. Israel nació en 1948, y cuando un año después se estableció el estado alemán de la postguerra, nació con una obligación irrevocable: la protección del pueblo judío, tanto en Israel como en la diáspora. Los padres de esta refundación declararon que esta obligación constituía una “Staatsräson”, una razón de existir el estado alemán. Pero fue mi generación que realmente lo asumió como un imperativo categórico e irrenunciable. Este compromiso se forjó en nuestras luchas por una identidad diferente, opuesta a la de nuestros padres, nuestros profesores, nuestros gobernantes, que habían compartido el antisemitismo y fueron cómplices de la exterminación de 6 millones de judíos a manos de los alemanes. 

 

Cuando luego de los masacres que cometió Hamas el 7 de octubre del año 2023 contra civiles israelíes, Israel declaró la guerra a Hamas y comenzó operativos militares para destruir sus milicias, sus arsenales de armas y su control sobre la población palestina en Gaza, Alemania se puso del lado correcto, cumpliendo su deber histórico con Israel. No hacerlo hubiera sido traición. 

 

Cuando la campaña militar de Israel comenzó a perder su legitimación y se convirtió en una guerra contra la población civil palestina, muchos amigos míos en Alemania, horrorizados por las imágenes de Gaza, comenzaron a cuestionar el compromiso y la deuda que como Alemanes tenemos con el pueblo judío y con Israel. Exigieron que se sustituyera con otro compromiso: el de solidaridad con Palestina. Surgieron expresiones anti-Israel, que yo no jamás pude compartir. Hablaron de la necesidad de disolver el estado de Israel. Mi oposición radical a esta tendencia me costó amistades. 

 

Para mi, el compromiso histórico con Israel sigue válido y ahora nos demanda obligar al gobierno Netanyahu que ponga fin a la guerra en Gaza y las hostilidades en Cisjordania. Porque ahora, el enemigo más peligroso para el futuro y la seguridad de Israel se llama Bibi Netanyahu. Es en cumplimiento del compromiso irrenunciable de defender la existencia de Israel que hay que exigir al gobierno alemán a forjar una alianza firme con otras democracias para poner fin a la guerra en Gaza y para dar todo el apoyo a quienes exigen lo mismo en Israel, entre ellos los 600 exfuncionarios de seguridad y las familias de los rehenes. 

 

El compromiso es con el pueblo israelí y con su derecho de tener y defender un estado, no con Netanyahu, ni con los fundamentalistas judíos que sueñan con desplazar a toda la población palestina, tanto de Gaza como de Cisjordania.

 

El compromiso con Israel es ahora más vigente que nunca. También el deber de oponerse a cualquier expresión de antisemitismo. El hecho que familias judías hoy no se sientan seguros viviendo en Alemania, es una realidad inaceptable. Me la vergüenza. 

 

La población civil de Gaza merece nuestra solidaridad. No así Hamas. Pero para mi, esta solidaridad con Palestina jamás va a sustituir el imperativo categórico de proteger el pueblo judío y el Estado Israel. Apoyo el derecho de los palestinos a tener su propio estado a la par de Israel. Es la única solución a este conflicto que dura demasiado tiempo. Judíos y palestinos tienen que llegar a reconocer que ambos tienen los mismos derechos. Esto sólo se dará si se emancipan de sus respectivos liderazgos fundamentalistas.




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