En la tarde del sábado comenzaron a circular en las redes fotos de enormes colas de vehículos regresando de las playas. Sobre todo en la Ruta 27, que conecta el Valle Central con las costas del Pacífico. Y en el Centro, con las ciudades de las provincias San José, Cartago, Heredia, y Alajuela, está concentrada la mayoría de los votantes, pero sobre todo la mayoría de los votantes liberales y socialdemócratas, progresistas y profesionales de Costa Rica. Cuando vi estas fotos, dejé de dudar que Carlos Alvarado iba a ganar. No porque estos sectores tengan amor al PAC, el partido gobernante no muy bien apreciado, sino por amor a las libertades y al pluralismo que vieron amenazados por un candidato que representa un fundamentalismo evangélico demasiado conservador para la cultura de tolerancia que caracteriza Costa Rica.
Fabricio Alvarado fue predicador de la secta evangélica fundada y conducida por el “apóstol de los apóstoles” Rony Cháves, a quien el candidato reconoce como su “guía espiritual”. Cháves es una figura controversial, por su manera de enriquecerse de su liderazgo religioso y por sus encendidas prédicas de odio contra la Iglesia Católica, las feministas y los homosexuales.
Pocas semanas antes de la primera ronda, Fabricio Alvarado y su partido evangélico Restauración Nacional no pasaron del 5% de aprobación popular. Esto cambió dramáticamente cuando en medio de la recta final de las campañas la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió una sentencia que obligaría a Costa Rica a permitir el matrimonio de parejas homosexuales. A muchos de los candidatos conservadores no les gustó esta sentencia, pero como buenos institucionalistas dijeron que la iban a respetar. El único candidato que anunció que antes de cumplir esta sentencia iba a sacar a Costa Rica de los convenios internacionales que crearon esta Corte fue Fabricio Alvarado. Y el único candidato que apoyó la sentencia fue Carlos Alvarado. A partir de ahí, estos dos candidatos se catapultaron a la segunda ronda.
Fabricio Alvarado y Restauración Nacional, alentados por su inesperado éxito en la primera ronda, convocaron a los ticos a convertir la segunda ronda en un referéndum contra el matrimonio homosexual y contra la educación sexual en las escuelas. Y alrededor de Carlos Alvarado, se comenzó a gestionar un movimiento, mucho más amplio que el partido del candidato, que aceptó el reto y dijo: Convirtamos la segunda ronda en un referéndum en pro de la tolerancia con las minorías sexuales, por los derechos de las mujeres y en defensa del Estado laico.
Muchos miembros y algunos dirigentes de Liberación Nacional y Unidad Social Cristiana, en la primera ronda fuertemente enfrentados con el gobernante PAC, comenzaron a movilizarse, juntos con jóvenes, estudiantes, académicos, organizaciones de mujeres y movimientos de artistas, para ganar este referéndum contra el fundamentalismo conservador. Lograron involucrar no solo las bases de los partidos, sino sobre todo a muchos que ni siquiera habían votado en la primera ronda.
Carlos Alvarado |
La movilización pluralista de la clase media urbana y liberal, encabezada por Carlos Alvarado, ganó el referéndum de manera contundente, con 60.79% del voto popular.
Ganaron en 5 de los 7 provincias, llegando en Heredia a 67% y en Cartago a 75%. Ganaron incluso en Guanacaste, con casi 59%, donde en primera vuelta salió triunfante Fabricio Alvarado.
Este resultado otorga a Carlos Alvarado un doble mandato: defender y consolidar los derechos humanos y sociales contra el ataque de los conservadores; y por otra parte, negociar con los demás partidos soluciones al problema fiscal del país. Sobre todo el segundo mandato va a poner a prueba la capacidad política de este escritor, periodista y ex ministro convertido en presidente de Costa Rica.
(EDH-Observadores)